Ayudar a adaptar al bebé es la consigna para los padres que no desean trasnocharse. Aprenda a conocer las fases del sueño y a crear hábitos que derivarán en días tranquilos para los adultos y los niños. Vea en video cinco consejos prácticos.
Qué bello es ver a ese hijo cuando nace. Rozagante llega al mundo. Amoroso y temeroso de la soledad. Hay disfrute. Los padres lo besan y complacen, pero también se presionan con sus cuidados, cambio de pañal, llanto y, sobre todo, con el sueño.
Según Édgar Osuna, neurólogo especialista en medicina del sueño y director de la Clínica de sueño de la Fundación Santa Fe, de Bogotá, el dormir de un recién nacido es, literalmente, fatal. Él no conoce el día ni la noche y, por ende, tiene periodos interrumpidos de sueño que pueden ir de dos a tres horas.
“La cantidad de sueño de un recién nacido puede ser entre 14 y 18 horas. pero de forma fragmentada. Esos estados de sueño tienen un porcentaje alto de sueño REM (movimiento ocular rápido) y sueño NOREM( donde no hay movimiento ocular)”, explica Osuna.
El sueño REM es ligero y superficial. Durante este período, el cerebro procesa y almacena información, a la vez que asimila experiencias y emociones aprendidas durante el día. En la fase NOREM, el sueño es tranquilo y profundo. Acá el cuerpo descansa, se repone y, en el caso de los niños, se da el crecimiento y desarrollo.
A diferencia de los adultos, los infantes inician su sueño con la fase REM, por eso ellos se despiertan con tanta facilidad.
“En un adulto, el REM ocupa el 20 por ciento del tiempo total que dormimos, mientras que en el bebé el 50 por ciento y, a medida que pasa el tiempo, esta fase va disminuyendo”, dice Osuna.
Esta fase, que se da entre las 12 de la noche y las 4 de la mañana, también es fundamental, porque a esa hora se libera la hormona de crecimiento y, del cumplimiento de esas horas de sueño, depende el 50 por ciento del crecimiento y el desarrollo general de los bebés.
Para los menores de 5 años, que duermen un máximo de nueve horas, esta cifra es del 35 por ciento. Por lo anterior, es fundamental que en caso de malas noches frecuentes, los padres cuenten con el diagnóstico de un profesional.
Despiertos en la noche
Élida Dueñas, neumóloga infantil especialista en sueño, afirma que al nacimiento, para el mes de edad, los lactantes duermen periodos más largos durante la noche y permanecen despiertos en las primeras horas de la mañana.
“Los periodos más largos de sueño nocturno se producen a los dos o tres meses, cuando el conjunto de factores ambientales y de comportamiento llevan a la organización de una distribución diurna estable y predecible de vigilia y sueño”, afirma Dueñas.
Los periodos más largos de ocho o nueve horas de sueño se producen al año de edad. Sin embargo, usted como padre puede crear, desde los primeros meses de vida, rutinas, con el fin de que se convierta en un hábito ir a la cama a una hora determinada.
No obstante, varios factores impactan el desarrollo y la persistencia de despertares nocturnos durante la noche en lactantes y preescolares. Estudios de investigación han comprobado que los niños que duermen con sus padres tienen una más alta prevalencia de problemas de sueño, especialmente con despertares durante la noche.
Resultados semejantes se han observado en aquellos niños que no se acuestan desde el inicio del sueño en su propia cama.
Los niños con dificultades persistentes durante el sueño tienen problemas de comportamiento, especialmente “pataletas o berrinches” y manipulación. Estas personitas requieren un especial manejo. abc
Pautas
María Constanza Lozano, sicóloga especialista en terapia de familia de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, recomienda:
• Evite la angustia a la hora de llevarlos a dormir.
• Nunca le modifique las rutinas a su hijo.
• Trate de llevar a su hijo a la cama a las 8 p.m.
• Ponga a dormir a su hijo boca arriba, lo que disminuirá el riesgo de muerte súbita.
• Nunca permita que su hijo duerma en un sofá o fuera de su propia cama.
• Evite televisores, iPod u otros tipos de elementos tecnológicos en el cuarto de su hijo.
• Recuerde que como consecuencia del desorden del sueño se pueden afectar varios órganos, como el corazón, con hipertensión arterial.
Higiene del sueño
• El cuarto del niño debe ser oscuro o con muy poca luz.
• El bebé debe tener una rutina de horario estricto para ir a la cama.
• La hora de levantarse debe ser siempre establecida.
• Los niños nunca deben ir a la cama con hambre.
• Prohibido el excesivo liquido antes de acostarse, ya que puede producir sobredistensión de la vejiga y, por ende, interrumpir el sueño nocturno.
• Debe evitarse el juego y, mejor, dedicar tiempo a leer un cuento antes de ir a la cama, o cantarles.
• Báñelo dos horas antes de ir a su cuarto y cuéntele que ya se está acercando la hora de dormir.
• Permita que se duerma solo, sin la presencia de sus padres en el cuarto.
• Evite las bebidas cafeinadas.
• Las siestas deben ser de duración y frecuencia apropiada; de lo contrario, resultarían en una acumulación excesiva de sueño en el día, lo que dificultaría el sueño nocturno.
•Cuando el niño se despierte a medianoche, lo primero que debe hacerse es verificar la causa. Después, consentirlo, regresarlo a su habitación y que concilie el sueño nuevamente
Según Élida Dueñas, el sueño es un proceso estrechamente relacionado con las funciones superiores del cerebro: contribuye a la maduración cerebral en las primeras etapas del desarrollo, favorece el aprendizaje participando en el procesamiento de la información y facilitando la consolidación de la memoria y, por tanto, en la adaptación de la conducta al ambiente. Álvaro Izquierdo, neurólogo pediatra, explica que el buen sueño es crucial en el desarrollo de los niños. Según él, hay varios trastornos que pueden desarrollarse si el problema no se ataca a fondo. “El principal de ellos es que el aprendizaje se ve afectado, ya que, por no dormir lo que se debe o se necesita, el niño no fija conocimientos en su memoria. De igual manera, se verá alterado su crecimiento, porque a esas mismas horas se libera la hormona del crecimiento”, afirma el especialista.
También se verá afectado su sistema endocrino, anota William Rojas, otro médico experto en esta materia. “A la madrugada -explica- se produce el pico normal del cortisol, la hormona del estrés y controladora del metabolismo. Así que cuando el niño no duerme a esas horas se verá modificado su metabolismo, tendrá sus defensas bajas y será víctima más fácilmente de infecciones". Con esto se podría empezar a ver trastornos del sueño infantil, que desencadenaría otras consecuencias, como mal humor, palidez e incluso obesidad. De acuerdo con Marco Aurelio Venegas, neurólogo especialista en los trastornos del sueño, en la mayoría de los casos estos se deben a que los padres no les crean hábitos de sueño a sus hijos desde que son bebés. En otros casos hay sonambulismo, pesadillas, alteraciones respiratorias y más.
Vea aquí las cinco pautas de ABC del Bebé para crear rutinas de sueño