Es tiempo de juego. El mundo entero volcará su mirada el próximo 26 de julio a la inauguración de los Juegos Olímpicos 2024 en París, Francia. Un evento que reunirá a miles de personas en la ceremonia de apertura, a lo largo del río Sena, para presenciar estas justas que convocarán a 10.500 atletas medallistas en 45 disciplinas hasta el 11 de agosto.
Una oportunidad de oro para no quedarse en modo espectador sino volver a jugar y recordar porqué es importante hacerlo no solo en la infancia, sino a cualquier edad, destaca Luisa Fernanda Cifuentes, psicóloga con maestría en Neuropsicología y Educación.
Y la razón es sencilla, “porque hemos olvidado que sin juego no hay aprendizaje –explica–. Cuando un niño no juega, no socializa y podría tener dificultades en la lectura y escritura, entre otros problemas cognitivos y relacionales, porque a través de esta actividad se adquieren conocimientos y competencias esenciales desde temprana edad, que serán determinantes para su neurodesarrollo, desempeño social y salud mental”.
Tan importante es jugar desde los primeros años de vida, que la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño lo consagra como un derecho fundamental. Y para preservar, promover y darle prioridad, Naciones Unidas declaró el primer Día Internacional del Juego el pasado 11 de junio, pero hace un llamado para agendar su práctica diaria. De esta forma se busca que todas las personas aprovechen sus beneficios y potencialicen todas las destrezas y habilidades desarrolladas con el juego en un mundo en que, según esta organización internacional, se estima que 160 millones de niños en todo el mundo trabajan en vez de jugar o aprender.
“Para los niños el juego constituye la base de su aprendizaje temprano, facilitando la adquisición de habilidades sociales, la resolución de problemas y el desarrollo del pensamiento creativo”, sostiene la psicóloga Andrea Catalina Forero, directora de la fundación Ingeniería de Vida que en alianza con Hasbro está impulsando una campaña nacional para incentivar los juegos de mesa en familia.
De acuerdo con la experta, a medida que crecen y se convierten en adolescentes, “el juego seguirá siendo crucial para su bienestar emocional y la construcción de identidad porque les permite experimentar roles y practicar habilidades que serán fundamentales en la vida adulta”, agrega.
Precisamente, como jugar no es solo jugar, el psicólogo Humberto Carrillo confiesa que la falta de juego incidió en su “pésima ubicación espacial, mala postura corporal y dislexia” diagnosticada en la adultez. Apenas, ahora a los 45 años y cuando es padre de familia está empezando a conocerlo y sacarle provecho: “Fui un niño que no jugó ni fui estimulado asertivamente, sobre todo por mi papá, que era un hombre de campo, brusco y machista a quien le molestaba mucho que yo fuera debilucho, tímido y descoordinado", recuerda.
Su respuesta era violenta verbalmente y eso hizo que me alejara del fútbol, microfútbol, baloncesto o voleibol porque no quería exponerme una y otra vez al fracaso, a la burla de otros niños y a que él viera que no daba pie con bola en ninguna actividad deportiva”.
Para la neuropsicóloga Luisa Fernanda Cifuentes, casos como estos exponen la importancia de no saltarse etapas de desarrollo. “Tengo estudiantes con problemas con el patrón cruzado, es decir con la interconexión entre el hemisferio izquierdo y el derecho, lo que interfiere en su escritura y aprendizaje escolar porque aprendieron a gatear, por ejemplo”.
Por esa conciencia de entender al juego como un potenciador de sueños y dimensionarlo como un lenguaje universal que trasciende fronteras geográficas, culturales y socioeconómicas, en estas justas olímpicas que se avecinan se habilitó el Parque de los Campeones, en el Trocadero, en pleno corazón de París, donde todos los ganadores de medalla de las competencias del día anterior se reunirán a celebrar con miles de aficionados en este espacio de libre .
Juguetes como apoyo emocional
Ahora bien, en juego que se respete, no faltan los juguetes, ya sea inventados por obra y gracia de la recursividad del niño o desarrollados por conocedores del tema.
“Estos generan un apego emocional, son un símbolo de seguridad y acompañamiento, que se diluye con la madurez y desarrollo de la identidad”, explica la psicóloga y docente orientadora Doris Amparo Escobar. Tener uno, como un muñeco de peluche en la primera infancia (0 a 5 años), ayuda a la expresión saludable de las emociones.
Justamente, para promover la creación de vínculos emocionales, la firma estadounidense Build a Bear trajo a Colombia una experiencia de juego tradicional, a través de la cual los padres atesoran un momento único con sus hijos: “Los niños arman su propio muñeco, entre osos de peluche, gatos, micos, dinosaurios, ranas, unicornios, al que rellenan y le pueden introducir un corazón que late, un aroma o grabar un mensaje de 10 segundos y le ponen la pinta que quieran, tal como lo hacen ellos mismos en su día a día”, cuenta Vicky Casasbuenas, gerente regional de marca. Sin embargo, esta actividad ha gustado tanto que, incluso, parejas o amigos sacan a relucir su niño interior y sellan su amistad con un muñeco de peluche, como símbolo del sentimiento que los une, apunta la ejecutiva.
¿Y para qué sirven los juegos de mesa? Los psicólogos consultados coinciden en que además de alejar a niños y adultos del excesivo o con la tecnología, fomentan la socialización, enseñan a ganar y perder y activan la memoria y concentración, entre muchos otros beneficios. Actividades como Monopoly, por ejemplo, ayudan a desarrollar estrategias y control de los impulsos y habilidades para estabilizarse; los juegos de cartas incentivan el trabajo en equipo y el respeto por las normas; los de caras y gestos promueven el liderazgo y la expresión de emociones con todo el cuerpo; los rompecabezas promueven la destreza y trabajan la baja tolerancia a la frustración.
Y juegos ancestrales como poner a bailar un trompo aumenta la autoestima y favorece el movimiento del cuerpo, los ojos y la mente. Todos estos juegos, además de que fortalecen los lazos familiares, “promueven la comunicación y la participación, ayudan a poner límites y reglas y los niños y jóvenes aprenden a ganar y a perder con el acompañamiento de los padres”, asegura Escobar. Algo que comparte Camilo Orduña, padre de una adolescente a quien le recomendaron jugar como parte de la terapia por ansiedad y depresión: “El juego sirve para tener dominio propio y controlar los defectos de carácter que se pueden presentar; lo lleva a uno a tener paciencia, a seguir instrucciones, esperar su turno, manejar frustraciones que se dan también en la vida real”.
El juego que implica actividad física también es necesario, indica Sebastián Ramírez, licenciado en Educación Física y Deporte y maestrante en Educación, quien resalta que el solo hecho de moverse, saltar, jugar a la lleva, a la golosa, cantar rondas, bailar “no solo nos mejora el tono muscular y nos ayuda a tener una mejor vejez, sino que nos ayuda a conocernos, a construir relaciones, aprender a expresar las ideas y escuchar las de otros, tomar decisiones, promover la inteligencia emocional, impulsar el trabajo en equipo, el liderazgo y a aumentar la curiosidad”.
Entonces, que este sea un recordatorio para que usted vuelva a divertirse como un niño porque, sin duda, "el juego ayuda a hacer del mundo un lugar mejor”, concluye el experto.
FLOR NADYNE MILLÁN MUÑOZ - PARA EL TIEMPO
Twitter: @nadynemillan