“Yo creo que llegó el momento de que una mujer gobierne a Colombia”. La frase no la expresa ningún dirigente político. La dice, con absoluta convicción, el nuevo cardenal, monseñor Luis José Rueda.
El alto prelado pide en esta entrevista para EL TIEMPO que el país debata su propuesta de elegir a una mujer como próxima primera mandataria, y expone las razones que tiene, y que defiende con total seguridad, para que sea así.
El cardenal Rueda inicia su diálogo con el cronista comentando aspectos de su vida y de su vocación sacerdotal.
Monseñor, ¿quién era su padre?
Mi padre, Luis Emilio Rueda, era obrero de construcción en San Gil, Santander. Era un albañil, como todos los ‘maestros’ que hacen arreglos en las casas. Él era contratado para trabajar y nosotros le ayudábamos.
¿Nosotros, quiénes?
Mis hermanos; somos seis varones, seis mujeres. Los varones íbamos con él a trabajar. Somos 12. Yo soy el número diez de los 12.
¿Y su madre quién era?
Murió cuando yo tenía un año de ordenado. Se llamaba Socorro Aparicio.
¿Y ella qué hacía?
En la casa cuidando la ‘escuela’ de hijas y de hijos. Todos vivíamos del salario de mi padre como albañil. Y cuando crecimos y casi todos trabajábamos, se abrió una alcancía marranito en la casa donde todos depositábamos lo que ganábamos. Era una economía de familia donde nadie manejaba dinero. Solo mi madre.
¿Y usted cuánto ganaba?
Hacia un trabajito en un taller de carpintería y por lijar y trabajar los fines de semana me daban algo así como cinco pesos y eso lo entregaba. Yo soy técnico metalista soldador. Cursé bachillerato técnico y rotaba por todos los talleres: ebanistería, soldadura, mecánica, dibujo técnico, fundición. Me gustaba mucho la soldadura porque era construir una reja, una ventana, una puerta, una silla, todo lo que era unir metales con la soldadura.
¿Su mamá era muy rígida?
Templadita como buena santandereana. Eso es muy necesario porque de otra manera uno se descarrila.
¿Su papá era también santandereano?
Sí, pero él cedía la autoridad a ella. Era ella quien implantaba el orden en la casa.
¿Por eso dice que las santandereanas son ‘templaditas’?
El matriarcado hace parte de la vida institucional de nuestras familias y además son temperamentales, son lideresas. En Santander tuvimos a Manuela Beltrán, a Antonia Santos, mujeres que lideraron la libertad de nuestro país. Colombia está en mora de tener una mujer al frente de los destinos de este país.
¿Por qué lo cree?
Creo que la mujer puede darle un giro al manejo de las cosas. Colombia históricamente ha sido un país manejado por hombres. Es bueno que una mujer llegue a asumir los destinos de la nación y hay muchas mujeres en Colombia capaces, dispuestas y preparadas para hacerlo. Mire el resultado del gobierno de mujeres en el mundo. En Brasil, con Dilma Rousseff; en Inglaterra, con Margaret Thatcher; en Alemania, con Angela Merkel. Y en muchos países más. A mí me gustaría que hubiera una presidenta de la República en Colombia. Hay muchas mujeres cultas, preparadas; muchas que han hecho una carrera de servicio público, que piensan en el bien común, que son capaces de dialogar con las regiones, que son capaces de entender, desde el genio femenino, como diría san Juan Pablo II, lo que es la historia del país. Hay que darle una oportunidad a la mujer.
¿Cuál fue la referencia que hizo el papa Juan Pablo II al respecto?
Hablando de la dignidad de la mujer, decía que el genio femenino es un don de Dios para la humanidad.
Colombia históricamente ha sido un país manejado por hombres. Es bueno que una mujer llegue a asumir los destinos de la nación y hay muchas mujeres en Colombia capaces, dispuestas y preparadas
¿Por qué sería bueno para el país que una mujer llegara a dirigir los destinos de la Nación como Presidenta de la República?
Basta con ver el desempeño de mujeres que han logrado liderar varios aspectos de la vida económica, pública y privada del país; mujeres hacedoras de grandes empresas, alcaldesas, gobernadoras. Han sido vicepresidentas de la República, la anterior y la actual, y en el Congreso y los cuerpos colegiados, en el Senado tenemos muchas mujeres capaces. También en la vida jurídica y en la Rama Judicial. Exitosas presidentas de las altas cortes. Personas muy preparadas. En la parte académica tenemos grandes mujeres que lideran las investigaciones. Por lo tanto, yo creo que llegó el momento de que una mujer gobierne a Colombia.
¿Tiene usted ya en su mente precandidatas?
Hay una lista grande de mujeres en Colombia con capacidad de gobernar este país. Dicen que las mujeres desarrollan más que nosotros los dos lóbulos cerebrales y que tienen la capacidad de tener una visión más holística de la historia de las situaciones sociales.
¿A qué teoría sobre el cerebro de la mujer se refiere?
Neurólogos y psicólogos han manifestado que las mujeres tienen una capacidad cerebral más sensible; tienen más inteligencias. Antiguamente se creía que era solamente más inteligencia racional, ahora hay una inteligencia emotiva que las mujeres la desarrollan más. El hecho de ser madres les ayuda a valorar y a sentir la vida desde los orígenes, incluso desde el vientre. Fíjese que países tan desarrollados como Inglaterra y Alemania reeligieron a sus mujeres gobernantes por exitosas. Cuando se retiraron, lo hicieron porque esa fue su voluntad, a pesar de que tenían alto puntaje de aceptación por parte de la ciudadanía.
Lo advierto muy convencido de su posición...
La mujer puede encarnar un gran signo de esperanza para el futuro y la historia de Colombia. No voy a dar nombres. Hay mujeres maravillosas, capaces para serlo. Prefiero que la misma opinión pública abra un debate sobre el tema. Ojalá fuéramos capaces de una segunda vuelta presidencial entre dos mujeres.
¿Por qué cree que el país necesita hoy más que nunca a una mujer como presidenta?
La necesita y le conviene. Eso, además, le serviría a la paz porque tienen otras percepciones, otra forma de analizar la vida de una manera más clara, más directa. Yo creo que estamos en deuda con las mujeres. Una mujer en la presidencia puede llenar de esperanza este país. Además, mandan muy bien, son correctas y tienen una cualidad muy profunda al servicio de la sociedad que es la honestidad.
Usted decía que racionalmente es conveniente para el país tener una mujer como presidenta y, emotivamente, también...
Porque yo creo que tienen otro lenguaje. Los hombres nos hemos acostumbrado a un lenguaje violento, agresivo, descalificador, excluyente. Muchas veces la mujer tiene la potencia de la ternura, la sabiduría de la ternura, y eso hace que venga un aporte distinto. Mire que el hombre muchas veces soluciona los problemas levantándose de la mesa o gritando o imponiéndose con arrogancia y diciendo: ‘aquí el que manda soy yo’. En cambio, las mujeres son capaces de llegar a consensos y tienen la manera de incluir otras formas de ver la vida.
Yo creo que estamos en deuda con las mujeres. Una mujer en la presidencia puede llenar de esperanza este país
Monseñor: con todo respeto, ¿no hay una gran contradicción entre la propuesta suya de darle a la mujer la oportunidad de ser presidenta y negarle la opción de ser sacerdotisa de la Iglesia católica?
La tradición de la Iglesia ha dado a la teología un toque masculino en el sacerdocio. Pero en los Hechos de los Apóstoles hay una diaconisa que es sacerdotisa. Se llamaba Febe. El diácono es el tercer grado del ministerio sacerdotal. Además, yo fui párroco en varias partes. Quiénes son las que están ahí permanentemente como catequistas, como lectoras, sirviendo en la evangelización, como misioneras, mujeres que lo acompañan a uno como sacerdote, que lo animan, que lo comprenden, que lo sanan. El papa Francisco ha dado unos pasos y es llevar mujeres a la conducción y a la responsabilidad de entes de decisión dentro del Vaticano. Y ahora en octubre, en el Sínodo de los Obispos, en esta asamblea habrá muchas mujeres invitadas, entre ellas una colombiana.
¿Quién es ella?
Una teóloga colombiana que se llama Gloria Liliana Franco Echeverry, y es una mujer que nos predicó el retiro espiritual el año pasado a 500 sacerdotes de la Arquidiócesis de Bogotá. Cuando les dije que era una mujer quien venía a predicarnos, pues más de uno se extrañó. Dijeron: ¿una mujer predicarle al clero? Nunca había ocurrido. Y lo hizo con tanta propiedad que salió aplaudida por todos los 500 sacerdotes. Ella fue elegida por el Papa para ir al sínodo con voz y voto. Y yo creo que para allá vamos. Colombia tiene esa apertura grande y la humanidad lo ha comprobado con presidentas de altísima calidad. No quiero decir que por el solo hecho de ser mujer esté en capacidad, pero yo creo que los colombianos debemos buscar unas candidatas que sean capaces de hablarnos otro lenguaje. Ese sí que sería un cambio fundamental en la historia política de nuestro país.
¿Y usted votaría por una mujer como presidenta?
Si las ideas que proponga construyen el bien común, sí, tiene mi voto. Una presidenta sería la conjugación de dos cosas que le hacen falta a Colombia: la presencia femenina conduciendo el país y un centro capaz de recoger extremos y de acortar distancias para bajar la polarización que nos empobrece.
¿Usted diría que llegó el momento de elegir a una mujer como presidenta?
Sí, y yo sueño y anhelo que haya una segunda vuelta presidencial con dos mujeres.
¿Qué lo condujo a usted a pensar y proponer que haya presidenta?
Primero, la visión retrospectiva. Mirar que desde la independencia ninguna mujer ha ocupado la primera magistratura. Segundo, la visión prospectiva sobre cómo una mujer pudiera dirigir al país. Además, mirando el contexto del contorno tanto Latinoamericano como universal, las mujeres han conducido bien a los países.
¿Qué piensa de esa idea de que la mujer es el sexo débil?
Con eso ya hay que pasar esa página. De lo que se trata no es de la competencia de géneros, sino de la complementariedad real de géneros.
¿Usted se confesaría ante una mujer?
Sacramentalmente lo hago siempre con el sacerdocio ordenado, pero con muchas mujeres, con mi madre, mis hermanas, a mis sobrinas, fuera de lo sacramental, les he abierto el corazón confidencialmente para comentarles las situaciones de mi vida. Tengo un amor especial por la Santísima Virgen María.
Yo sueño y anhelo que haya una segunda vuelta presidencial con dos mujeres
¿Qué consejos ha recibido?
Las mujeres siempre tienen una capacidad de consolar. En los momentos de crisis, auxilian. Dan seguridad. Y en los momentos de crisis de mi vida he encontrado esa consejería que es consolación. Pero también he encontrado una posibilidad de abrir otros espacios de discernimiento, de ver la vida desde otra óptica que me enriquece a mí profundamente.
Monseñor, mi pregunta final. Un escritor griego, Nikos Kazantzakis, que escribió Zorba el griego, 'La última tentación de Cristo', también escribió 'Cristo de nuevo crucificado'. En este libro sostiene que si Jesús volviera a nacer y se proclamara hijo de Dios, lo creerían loco y lo volverían a matar. ¿Qué cree usted?
Es verdad, es verdad. Si Jesús volviera a nacer, tal vez volvería a morir.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO