Exclusivo: estudio revela cuáles son las mayores preocupaciones de los colombianos en términos ambientales

A los colombianos les preocupa, sobre todo, tres cosas relacionadas con el medioambiente: las calles repletas de basura, los plásticos de un solo uso y el aire oscuro de las ciudades. Así lo revela la primera Encuesta Nacional de Medio Ambiente, realizada por Greenpeace Colombia y Sentimientos Públicos, cuyos resultados muestran a una ciudadanía no solo preocupada, sino lista para actuar.

“Este no es un país indiferente. Hay una ciudadanía esperanzada, crítica y lista para actuar. Lo que falta no es voluntad, sino herramientas, información accesible y espacios reales de participación”, afirma Laura Caicedo, coordinadora de campañas de Greenpeace Colombia, en diálogo con EL TIEMPO.

Aunque el cambio climático aparece en la encuesta como una preocupación relevante, no es la principal. Lo que más inquieta a los colombianos son los residuos sólidos (37,9 %), el uso de plásticos (21,9 %) y la contaminación del aire (18,7 %). Es decir, lo inmediato, lo que se ve, se toca y se respira.

“La basura está en la calle, en el río, en la montaña, en el mar. Es imposible no verla. Por eso, es lo que más incomoda. El cambio climático, aunque está ahí, es más difícil de dimensionar. No todos entienden que los residuos plásticos, por ejemplo, también generan emisiones y contribuyen al calentamiento global”, explica Caicedo.

Para Greenpeace, estos hallazgos son clave. A partir de ellos, la organización quiere construir campañas que conecten lo local con lo estructural. “Vamos a tratar de demostrar que todas estas problemáticas están interconectadas. No es solo basura: es biodiversidad, es clima, es salud pública. Y eso necesita una mirada más profunda”, señala la coordinadora.

Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que el 60 % de los colombianos se siente responsable de la crisis ambiental, y el 51,5 % cree que la solución debe ser colectiva. “Aquí hay un mensaje claro: los colombianos no están esperando que otros resuelvan. Saben que el cambio empieza por ellos”, asegura Caicedo.

Sin embargo, pasar del interés a la acción no es sencillo. “Ahí es donde entran organizaciones como Greenpeace. Nuestro rol es catalizar ese interés, convertirlo en acción concreta, educar, entregar datos, proponer soluciones. Pero también acompañar a la gente en el proceso de transformación”, explica la activista.

En ese sentido, de acuerdo con Caicedo, el trabajo que han hecho en Greenpeace con campañas como Basta de Basuras o Mejor sin Plásticos ha sido clave. “No buscamos reemplazar la voz ciudadana, sino amplificarla. Queremos ser un canal que potencie ideas colectivas y movilizaciones reales. Este estudio nos da una hoja de ruta para saber por dónde empezar”, dice.

La encuesta también muestra una fractura generacional. Los jóvenes entre 16 y 28 años son los que más están dispuestos a donar para causas ambientales, pero también quienes menos confían en las organizaciones. De hecho, solo uno de cada cuatro identifica a Greenpeace como una ONG activa en el país.

“Eso es un llamado de atención. Tenemos que acercarnos a esa generación con nuevas herramientas. Ellos nacieron en la crisis climática, la tienen en la sangre, pero no saben cómo canalizar su energía”, dice Caicedo. Por eso, desde Greenpeace ya se adelantan alianzas con colectivos juveniles como Barranquilla+20, y se preparan webinars, encuentros y espacios formativos que involucren a esta población.

Más allá de la participación ciudadana, Caicedo apunta a un debate estructural: el choque entre desarrollo económico y sostenibilidad. “Durante años nos han hecho creer que cuidar el ambiente va en contra del desarrollo. Pero eso es un error. Proteger nuestra biodiversidad es desarrollo. Es seguridad alimentaria, resiliencia climática, cultura, justicia”, señala.

Para ella, la clave está en repensar el modelo. “Tenemos que dejar de pensar en una economía para las grandes cifras y empezar a diseñar una economía al servicio de la gente, basada en lo local, en lo necesario, y que respete los límites del planeta”, dice.

A pesar del panorama preocupante, la encuesta deja un mensaje optimista. Seis de cada diez colombianos creen que aún es posible evitar un colapso ambiental si se cambia la forma de vivir y de consumir. Para lograrlo, hacen falta aliados: ciudadanos, gobiernos, empresas, medios de comunicación.

“Escuchar a la gente es el primer paso. El reto ahora es responder con políticas públicas, educación ambiental y acciones concretas”, concluye Caicedo.

EDWIN CAICEDO

Periodista de Medioambiente y Salud

@CaicedoUcros