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Noticia
Mujeres afrocolombianas en Tumaco transforman los residuos de camarón en una harina que impulsa la economía circular
Las madres de familia buscan contribuir a la soberanía alimentaria de su comunidad, convirtiendo la cáscara del camarón en un producto que resalta los sabores tradicionales del Pacífico colombiano.
Los pescadores de Tumaco, Nariño, envían alrededor de 150 canoas para la recolección de 20 toneladas de camarón. Foto: EL TIEMPO
En Tumaco, al suroccidente del departamento de Nariño, de cada 20 toneladas de camarón que los pescadores extraen del mar, 15 se convierten en residuos que regresan al océano Pacífico. Estos desechos, conformados por el exoesqueleto y la cáscara del crustáceo, son parte de un problema ambiental que genera alrededor de cinco millones de toneladas de residuos al año, según el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo de México.
Para mitigar los efectos de esta industria en su región, una asociación de 20 mujeres afrocolombianas desarrolló “Camharina”, una harina rica en nutrientes y proteínas, que puede ser utilizada en la preparación de alimentos como sopas, apanados y aderezos. “Nuestro objetivo es minimizar el impacto ambiental negativo, transformando estos residuos en un producto que resalta los sabores tradicionales de nuestra cocina” explican Yesy y Jacqueline Sevillano, las precursoras de esta iniciativa.
¿Cómo transformar desechos de camarón en una oportunidad sostenible?
La idea de las hermanas Sevillano se materializó en agosto de 2023 cuando, tras recorrer alrededor de 50 pesqueras en la ribera de Tumaco preguntando por el volumen de desperdicios que tiraban al mar, notaron que se perdía entre el 70 y 75 por ciento del camarón que se pesca. Según cuentan, la contaminación es causada porque, después de pelar y procesar los crustáceos, los locales se deshacen de los residuos de la cáscara y cabeza, porque generan malos olores y no sirven para el consumo humano.
Así fue cómo empezaron a ir de pesquera en pesquera pidiendo que les donaran las cáscaras antes de tirarlas, con la intención de crear un ingrediente que pudieran usar al cocinar sus comidas. Las primeras veces fueron de ensayo y error, limpiando a mano cada pedazo de la cáscara y la cabeza, para luego deshidratarlos y molerlos en trozos más diminutos que un grano de arena. El proceso, muy artesanal, duraba como mínimo tres días.
— Si el sol no era constante, nos tomaba más tiempo, y si llovía, perdíamos toda la producción— explica Jaqueline Sevillano. “Es un proceso largo y complejo. Pero aquí estamos, somos mujeres, y seguimos adelante”, añade.
Yesy Sevillano se propuso materializar la idea de una harina a base de camarón, luego de perder su empleo de 15 años. Foto:Juan Alejandro Motato Soto - Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO
De esta forma surgió la Asociación de Mujeres Emprendedoras para un Futuro Amigable con el Medio Ambiente (Asomefama), que ha crecido con la participación de madres cabeza de familia que, en su mayoría, estaban sin empleo. Este año, jóvenes entre los 14 y 28 años también se sumaron a la iniciativa y, bajo su liderazgo, están aprendiendo sobre emprendimiento y sostenibilidad como alternativas de vida en un contexto que avanza hacia la transición social, impulsada en parte por la sustitución de cultivos de uso ilícito.
Innovación y cultura afrocolombiana en la industria alimentaria
En septiembre, las mujeres de la Asociación ganaron la convocatoria “Mujer Emprende Rural Pacífico” y recibieron una licuadora industrial y un molino pulverizador que les ha ayudado a producir más harina en menos tiempo. El proceso es, a grandes rasgos, el siguiente: se deshidratan los restos de camarón en el horno, luego viene el proceso de molienda y, al final, se empaqueta en las bolsas.
Este tipo de negocios verdes permiten aprovechar la economía de una región, como la pesca en Tumaco, y en este caso, ha ayudado a incorporar a mujeres que pasan por una situación económica difícil. De hecho, Yesy Sevillano se aventuró a crear ‘Camharina’, luego de perder su trabajo de quince años como funcionaria pública, lo que en Tumaco es un reto mayor porque el empleo es escaso y la situación de pobreza, extrema.
Para las mujeres de Asomefama, el proyecto también es una oportunidad de apostarle a la economía circular y de innovar en un mercado que tiene poca competencia en Colombia. En octubre fueron seleccionadas entre 421 iniciativas a un ‘bootcamp’, o programa de formación intensivo, para impulsar las economías circulares, organizado por la Alianza Bioversity y el CIAT en Palmira, Valle del Cauca.
— Nos hemos puesto una meta que queremos alcanzar: lograr nuestra independencia económica, porque somos el sustento de nuestras familias—sostiene Yesy Sevillano. “Con este proyecto, buscamos también aportar a la soberanía alimentaria”, continúa.
Jacqueline Sevillano, co-fundadora de Asomefama, presentó su proyecto en el 'bootcamp' de la Alianza Bioversity & CIAT. Foto:Juan Alejandro Motato Soto - Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO
Las creadoras de ‘Camharina’ recuerdan las primeras reuniones, en las que algunas integrantes abandonaron el proyecto porque veían con incertidumbre la idea. La sociedad empezó con 36 mujeres, pero quedó reducida a 20 integrantes que ahora buscan obtener su propia planta de procesamiento y el registro Invima para extender su producto a tiendas, restaurantes y supermercados. “Puede formar parte de la alimentación local, es un recurso que valoramos y que nos conecta con nuestras raíces” sostienen.
Aunque el proyecto aún está en sus primeras etapas, el apoyo de entidades como la Alianza Bioversity & CIAT o la agencia iNNpulsa les ha permitido capacitarse y aprender de una industria alimentaria que, por lo general, se concibe como algo exclusivo de equipos y estructuras inmensas.
La meta es acercarse a eso, y aunque hoy cuentan con equipos básicos como un horno, un molino y una selladora, van por el próximo objetivo: conseguir una planta propia y el registro Invima para llegar a más mercados y hacer crecer su producción. Su visión es la misma que un año atrás las movió a crear un producto amigable con el ambiente, que conserva un poco de Tumaco en cada bolsa de harina: “Vamos a seguir capacitándonos y seguir como veníamos desde el principio, ensayo-error y avanzar, hasta que lo logremos. Para atrás ni para tomar impulso”.