“La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es el arma más poderosa para cambiar el mundo”; decía el político sudafricano Nelson Mandela. Esta expresión enmarca la importancia de la educación para el desarrollo de la humanidad. Y Colombia, aunque ha mejorado, tiene dos grandes retos: mejorar el promedio de años de escolarización y mejorar la calidad .
El primero hace referencia al grado de instrucción formal de las personas mayores de 25 años. En este frente, el país ha mejorado. Mientras que en 1990 el promedio de años de escolarización era de 5.5 años, en el 2020 fue de 8.86, según la Unesco. A pesar de esto, el promedio es inferior a países como Chile (10.59), Perú (9.76) o México (9.22).
El segundo gran reto es mejorar en su calidad. Según el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), de nuevo, con respecto a la región, el resultado de Colombia no fue satisfactorio en 2022. En matemáticas, por ejemplo, mientras que el resultado de Colombia fue de 382 puntos, el promedio de los países de la OCDE fue de 472.
Además, programas que promueven la matrícula de estudiantes, que hasta hace unos años eran financiados en una gran proporción por el Gobierno, en las últimas vigencias las entidades territoriales han tenido que apropiar más recursos de sus regalías para suplir las transferencias. En el futuro se espera que las regalías sean decrecientes por la transición energética, lo que colocaría en riesgo la continuidad de esta política, entre otras.
Con respecto a la calidad de la educación es fundamental que el Gobierno promueva, aún más, y mejore la formación y evaluación docente. Solo así los estudiantes estarán en la capacidad de mejorar sus competencias.
En Córdoba, la cartera de educación es la que más proyectos y recursos ejecutará en este cuatrienio. Estos proyectos incluyen el mejoramiento de infraestructura educativa, sedes multiservicio que garanticen el tránsito de la educación básica a la técnica y superior, el bilingüismo como política pública, la regionalización de la Universidad de Córdoba, entre otros.
Los resultados no son inmediatos, pero impulsando este tipo de políticas y acciones podremos cambiar al mundo y fortaleceremos los cimientos de una Colombia competitiva y próspera para el siglo XXI. “Que la llama de la educación no se extinga”, como decía mi abuelo Elías Bechara Zainúm, fundador de las Universidades de Córdoba y del Sinú, en mi departamento, ambas acreditadas de alta calidad y orgullo de la región.