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Raquel Bernal: ‘Vamos hacia una educación a lo largo del ciclo de la vida’
La rectora (e) de la Universidad de los Andes habla sobre el regreso a la presencialidad.
Raquel Bernal asegura que la
recalificación de los estudiantes se
impondrá en las universidades del
futuro. Foto: Héctor Fabio Zamora
Raquel Bernal, la primera mujer en ocupar la rectoría de la Universidad de los Andes en 70 años, hace un balance del impacto que la pandemia ha dejado en la educación superior, de la viabilidad del actual modelo de enseñanza y de los grandes desafíos que vienen para el sector.
De acuerdo con esta economista, encargada por ahora de manejar las riendas de los Andes, hay un “agotamiento” del actual modelo educativo, una mayor conciencia de los jóvenes sobre el costo-beneficio de una carrera, una vida laboral que se extenderá, una educación marcada por la tecnología y una generación de jóvenes que hará de su formación un proceso de todo el ciclo de vida y no un tránsito de cuatro años en una institución.
¿Cuál es la percepción que tiene de lo que han significado estos dos años de crisis sanitaria para la educación en general?
Lo primero es la afectación en lo socioeconómico, en lo físico y en lo emocional de los estudiantes. Hay muchachos que perdieron padres, familiares, que se enfermaron ellos y quedaron con consecuencias para el futuro, que estuvieron aislados. Y el segundo factor es el paso a lo que yo llamo educación virtual de emergencia, muy distinta de lo que las instituciones educativas logramos hacer; trasladamos la clase presencial al Zoom, fuimos haciendo mejoras en esos 20 meses, pero es distinto. La virtualidad requiere clases bien planeadas para el ejercicio autónomo de los estudiantes, tutores, etc. Y esa educación de emergencia no tenía todos los recursos.
¿Y eso qué consecuencias ha dejado?
Brechas importantes, rezagos de aprendizaje, no fue igual, y es difícil de medir porque la gran mayoría de instituciones educativas flexibilizamos. Era tal la crisis de ansiedad, enfermedad y de salud mental y la angustia socioeconómica que la manera de evaluar y calificar no fue igual, es difícil saber de cuánto fue el rezago, pero con seguridad tendremos un rezago de aprendizaje significativo que al regreso vamos a poder medir mejor.
¿En lo emocional tuvo experiencias particulares de lo que pasó?
Era tal la crisis de ansiedad, enfermedad y de salud mental y la angustia socioeconómica que la manera de evaluar y calificar no fue igual
Acá estuvimos desbordados en temas de trastornos de ansiedad, depresión, los temas de adicción se exacerbaron también durante la pandemia, había mucha ansiedad, la gente no conocía del virus, estaban detrás de las pantallas, luego vinieron las protestas sociales y la falta de interacción, el aislamiento realmente hizo mella sobre los jóvenes en temas emocionales de manera significativa.
¿Qué lecciones dejaron estos dos años y qué aplicarán en el retorno?
La primera, es que la presencialidad es muy importante y sobre todo en los estudiantes de pregrado, porque se viene hablando un poco de la importancia de la educación digital y de cómo va a ser la educación en el siglo XXI. Segundo, esa presencialidad debe ser distinta, significativa, para interactuar y aprender cosas que no se pueden aprender detrás de la pantalla. Venir al campus a ver un power point pierde significancia pospandemia, la presencialidad es para interactuar, hablar con mentores, promover la comunicación, el pensamiento crítico, la ética, la capacidad de trabajar en equipo y promover habilidades en los estudiantes como la empatía, la resiliencia, la capacidad de planear el futuro.
Las primeras donaciones ya fueron entregadas a personas en condición de vulnerabilidad que más necesitan apoyo. Foto:ARCHIVO EL TIEMPO
¿Todo eso viene para la universidad ahora?
Ahora toca repensar de manera profunda cómo enseñamos y para qué va a ser la presencialidad en esta universidad. Esto ya venía, se ha hablado mucho desde la neurociencia del aprendizaje activo, donde el estudiante aprende más cuando hace y menos cuando alguien le está contando cómo se suma y cómo se resta. Esto se volvió más evidente ahora. Y tiene que ser ya, más ágil, que los estudiantes sean más activos en sus procesos.
¿Cuál es el futuro de la educación en este contexto?
Hay muchísimos cambios. Hemos hablado de la presencialidad y la virtualidad. Hacia el futuro hay múltiples cambios, lo primero es que los jóvenes a los que estamos atendiendo, las cohortes nuevas, son muy distintas a lo que solíamos tener en la mente, son nativos digitales, pueden aprender de maneras muy apalancadas en la tecnología, las manejan bien y debemos aprovechar eso. Estos estudiantes cuestionan el retorno de la inversión en la educación, ahora para los jóvenes no es tan claro que esta inversión vale la pena, no están dispuestos a endeudarse ni a pagar grandes cantidades de dinero; la vida laboral pasa de ser de 40 a 60 años con la expectativa de vida, entonces las universidades tenemos que planear eso. Los de la generación Z, por ejemplo, tienen unas vidas más fluidas, no es como nosotros que entrábamos a unas carreras y nos quedábamos, ellos quieren hacer una cosa, parar, cambiar, entonces va a ser una carrera laboral menos lineal. Veo el rol de la universidad más modular: los atiendo aquí, ellos se van a la vida, aprenden, luego quieren recalificarse, aprender otra cosa, moverse de sector.
Los jóvenes a los que estamos atendiendo, las cohortes nuevas, son muy distintas a lo que solíamos tener en la mente, son nativos digitales, pueden aprender de maneras muy apalancadas en la tecnología
¿Y las universidades están preparadas para eso?
¡No estamos! Y además atender ese perfil es muy distinto a atender al joven. Fíjate que ahora lo que hacemos es que le invertimos al joven de 17 a 21 años y queda listo para 40 años de vida laboral, eso va a dejar de ser así, porque además esa vida laboral es más larga y movida, no solo porque a ellos les gusta lo fluido, sino porque la tecnología mueve el mercado laboral, entonces lo que yo sabía hacer hoy en cinco años no va a servir para nada. Aprender a atender a la gente a lo largo del ciclo de vida es algo que tenemos que hacer las universidades cuanto antes. Ya no es solo educación continua, ahora hay quien quiere cocinar a los 60, eso ya lo hacíamos, pero ahora es recalificar a las personas a lo largo de todo el ciclo de vida.
¿Vamos hacia el final de las carreras tradicionales?
Yo estoy un poco revolucionaria, pero en este momento creo que es la carrera profesional, la universitaria. Pero la persona –no el joven– va a necesitar recalificarse, porque lo que uno aprende hoy en tres años se va a volver obsoleto. En Europa las carreras son de tres años. Y ese es un joven que quiere cambiar de sector, pasar de ser empleado a innovador, me imagino que seguimos así, pero no me sorprendería que al cabo de un par de décadas este primer paso de la carrera sea más corto. Las universidades tendremos que darles unas competencias básicas de cómo recalificarse todo el tiempo, de aprender fácilmente, flexible, de cómo tener las competencias de autonomía para hacer eso.
¿La oferta de universidades prestigiosas con carreras por internet es un reto para ustedes?
Ese es uno de los retos más grandes que emprenderemos en los próximos años. Con la tecnología, todos los contenidos están democratizados, nuestro estudiante puede estar aquí, pero también en el MIT. Y no solo está en MIT o Harvard, sino otras instituciones que entran al mercado de la formación; Google, Netflix ya están anunciando una educación continua, las consultoras ofrecen cursos de capacitación para empleados, entonces la competencia se vuelve global.
El reto es cómo ofrecer una educación diferencial. La planta profesoral es una gran ventaja, pero la educación contextualizada sigue siendo muy importante. Yo te voy a hablar de Postobón en el Urabá, mientras que en el MIT te hablan de Coca-Cola en Atlanta, por darte un ejemplo. O acá con la gran biodiversidad: somos el segundo país más diverso, entonces nosotros nos apalancamos en nuestro contexto. Acá, la biodiversidad el MIT jamás se la va a poder dar, tengo que encontrar esos diferenciales. Y por último las alianzas, la competencia es tanta que ahora todas las universidades vamos a tener la necesidad de trabajar conjuntamente.
¿Las carreras que ofrece la universidad van a tener que replantearse?
Los problemas del siglo XXI ya no los vamos a resolver disciplinarmente, sino con un profesional más integral, haga de cuenta un sociólogo que es experto en ‘big data’
Totalmente. Tú me preguntabas que si eso de la carrera de cuatro años desaparecía, yo creo que no desaparece, pero las universidades sí tenemos que mirar más hacia lo externo y qué es lo que necesita el joven y qué es lo que necesitan los mercados. Los programas deben ser más pertinentes, eso significa que atiendan las necesidades de los mercados, si se necesita un ingeniero espacial por alguna razón que está ocurriendo, eso es lo que hay que producir. Se necesitan programas que sean interdisciplinarios; los problemas del siglo XXI ya no los vamos a poder resolver disciplinarmente, sino que tiene que ser un profesional mucho más integral.
¿Qué pasa con las humanidades? Porque si es lo que pida el mercado, nos llenaremos de ingenieros...
Esa es una gran pregunta, sobre todo para esta universidad. Esta es una universidad liberal, y eso qué significa, que estamos obsesionados con formar al ciudadano y no el ingeniero, el abogado o el médico, y para eso se crearon las universidades cuando se formaron. Las primeras ideas de universidades eran: ¿quién nos forma al miembro de esta comunidad?, ¿quién nos forma al ciudadano de una sociedad? Y ahora nos estamos volviendo muy profesionalizantes. Lo que tú me acabas de preguntar es la atención que vamos a tener las instituciones educativas, entre volvernos más profesionalizantes, más especializados, pero no perder esa importancia y ese impacto que somos para la sociedad de formar al ciudadano.
A papás con hijos entre los 17 y los 21 años a punto de iniciar la U, ¿qué les diría hoy?
Yo veo a unos jóvenes que tienen un gran interés en tener impacto. En mi generación nos preocupábamos más por tener una carrera laboral exitosa, yo a los jóvenes no los veo así. Quieren tener impacto. Sí les interesa el cambio climático, la sociedad, la protesta social, pero no saben cómo aportar. Y esa incertidumbre les da ansiedad, miedo. Creo que todo se exacerbó con la virtualidad y el aislamiento, perdieron tantos hábitos, están en el teléfono tomando clase, pero enfrente tienen el televisor viendo la Champions y en el computador el Facebook, lo cual también ha exacerbado esa sensación de ¿qué hago y cómo voy a hacer yo en el mundo? Yo les dije en la inducción que tuve la semana pasada: este es el sitio donde ustedes encuentran su lugar en el mundo. La universidad es ese camino de experimentación, entonces, claro, tú vienes a ser médico, pero la universidad son unos años para experimentar, aprender, explorar y para entenderse a ustedes mismos. Para comprender en qué son buenos y con qué se sueñan. Y tienen esta universidad que es flexible.