Con 447
muertes hasta el momento, el pasado miércoles 21 de abril es la jornada con más víctimas en los 407 días que el
covid-19 lleva matando en Colombia.
Ese número, que hace referencia a las muertes efectivamente ocurridas ese día, seguramente aumentará a medida que sigan llegando los reportes y las entidades territoriales hagan sus notificaciones. Antes, el récord se registró el 21 de enero (419), y en el primer pico lo máximo a lo que se llegó fue a 350, el 30 de julio.
Esa cifra es distinta a lo que reportan todas las tardes autoridades de salud (muertes reportadas) y que también está mostrando niveles máximos hasta de 465 fallecimientos, el domingo. Pero lo cierto, con uno u otro indicador, es que Colombia atraviesa su
momento más duro de la
pandemia, en el que está muriendo gente como nunca antes por causa del covid-19, todo marcado por la alta circulación del virus desde hace varias semanas.
Y si bien esta situación, tal como confirma la Organización Mundial de la Salud (OPS), se da a nivel global con seis semanas consecutivas con incremento de muertes, dos datos del Instituto Nacional de Salud (INS) confirman el momento epidemiológico del país.
Por un lado, la tasa de mortalidad (el número de muertos entre los casos detectados) se ubica en 3,1 por ciento (subió medio punto en apenas días). Y por el otro, el Rt actual (número de infecciones que puede causar una persona con el virus) está en 1,75, solo comparable con niveles del comienzo de la pandemia. Estos indicadores, valga decir, comenzaron a elevarse a mediados de marzo.
En ese sentido, Martha Ospina, directora del INS, explica que a la reactivación general del país tras las medidas restrictivas de comienzo de año se le debe sumar otras razones detrás de este tercer pico.
Las personas que antes habían estado confinadas o cuidándose bien tienen ahora mayor exposición porque, y esto es algo bien importante, hay mayor facilidad para adquirir la infección
"En los modelos matemáticos habíamos estimado un incremento de casos por el movimiento de la población en el marco del regreso a las actividades relacionadas con la reactivación, que era necesaria para la economía y la vida de las personas en el país. Sin embargo, desde el mes de marzo se vio un aumento adicional marcado por eventos que tienen que ver con la actividad social, reuniones y fiestas", expone.
"La alta transmisión nos ha llevado a tener un hipercontagio. Las personas que antes habían estado confinadas o cuidándose bien tienen ahora mayor exposición porque, y esto es algo bien importante, hay mayor facilidad para adquirir la infección. Actividades que antes nos parecían seguras, como quitarnos el tapabocas, tomarnos un tinto o estar en un lugar cerrado con personas que hablan, gritan o se ríen, producen contagios, como ya hemos probado", advierte.
Ospina va más allá y deja sobre la mesa dos ingredientes más: la baja seroprevalencia (personas con antecedentes de infección) en algunas ciudades capitales (como Bogotá y Medellín), lo que deja aún a muchas personas susceptibles de adquirir el virus, y la aparición en el país de dos linajes del virus que tienen ciertas mutaciones que lo hacen más transmisible y que por eso son de especial preocupación.
Ospina se refiere, en concreto, a las variantes brasileña (P.1) y británica (B.1.1.7) del SARS-CoV-2, que se han detectado en varios departamentos a partir de los análisis genómicos, aunque no llegan a ser predominantes. La funcionaria también hace referencia al linaje B.1.111, que es el segundo más común entre los 781 genomas secuenciados y, tal como anunció el INS, tiene una mutación que lo podría hacer más infeccioso.
"Estudios muestran que con estos linajes de preocupación o los anteriores con mutaciones hay un 70 por ciento más de probabilidad de adquirir la enfermedad", indica Ospina.
Otros responsables
Luis Jorge Hernández, doctor en Salud Pública, es claro en señalar que, además de responsabilidades individuales, hay componentes que atañen a las autoridades y su gestión. Entre ellos la estrategia de Pruebas, Rastreo, Aislamiento Selectivo Sostenible (PRASS) del orden nacional y que en Bogotá se llama Detecto, Aíslo y Reporto (DAR).
"Esta se entendió como hacer tomas masivas de muestras en puntos como TransMilenio y otros lugares –lo que no está mal–, pero se dejó de lado el monitoreo de poblaciones centinelas, que implican riesgos por su mayor movilidad y presencia en la calle como conductores, taxistas, mensajeros, vigilantes, personal de aseo e informales, con el objetivo de cortar cadenas de transmisión", argumenta.
Sobre las variantes del SARS-CoV-2 y su impacto, Hernández explica que lo que se sabe hasta ahora es que pueden aumentar la contagiosidad y la transmisibilidad y producir cambios en la presentación clínica del mal o disminuir la efectividad de las medidas de distanciamiento físico y de salud pública.
"Puede que no sean más letales (capacidad de producir más mortalidad), pero al haber más casos proporcionalmente aumentan los enfermos, los enfermos que se complican y las muertes", asegura.
Carlos Álvarez, infectólogo y coordinador nacional de estudios covid-19 para la Organización Mundial de la Salud (OMS), atribuye la dimensión del tercer pico a la relación de dos variables: la circulación de variantes que aumentan el contagio, y con él los casos, los enfermos y las muertes, y la interacción entre los seres humanos, que se disparó después de febrero.
“Hay agotamiento, falsa sensación de seguridad por la aplicación de vacunas y otras razones sociales que hacen pensar que la gente perdió el respeto al virus y se relajaron las medidas”, señala.
La encuesta Pulso Social del Dane reveló que en marzo, cuando esta tercera ola comenzó, se duplicó el número de personas en todas las edades a las que nada les preocupa el virus. En concreto, los de 55 años o más que manifestaron no tener preocupación, quienes son los de más riesgo, pasaron del 6,8 por ciento en febrero al 14,6 por ciento en marzo.
A todo esto, la salubrista Elizabeth Beltrán agrega que los efectos de la vacunación están lejos de ser protectores contra la pandemia, pues, hasta el momento, en 69 días del plan nacional solo han sido inmunizadas 1'445.432 personas, que son el 2,89 por ciento de la población nacional y el 4,12 por ciento de la necesaria para obtener inmunidad colectiva.
UNIDAD DE SALUD