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Noticia
El efecto del estrés en la microbiota: el cortisol genera 'pequeñas bombas' en el intestino, indian expertos
Este órgano pierde su función barrera y se cuelan nutrientes a nuestra sangre que de otra manera no deberían hacerlo.
Los síntomas de la enfermedad intestinal inflamatoria varían según la intensidad de la inflamación y el lugar. Foto: iStock
El estrés es el enemigo número uno de nuestra microbiota. Pensamos que las emociones no nos impactan en nuestra fisiología, pero sí. En el caso concreto del estrés, la hormona del cortisol produce unas "pequeñas bombas" en el intestino, por el que éste pierde su función barrera y se cuelan nutrientes a nuestra sangre que de otra manera no deberían hacerlo.
Así lo explica en una entrevista con Infosalus Mónica Pérez, bióloga y máster en Nutrición y Dietética, que acaba de publicar 'Lo importante está en tu microbiota' (Oberon), un libro por el que también subraya que el estrés es el culpable de que nuestro sistema inmunitario empeore, al tiempo de que nuestro cuerpo se inflame; y todo ello por una microbiota que se ha desequilibrado, fruto de esa mala gestión emocional.
"El estrés nos afecta en este sentido, debilitando todo el intestino, y no sólo pasa esto de que la barrera intestinal va a estar más floja, abierta, sino que nuestro sistema inmune, que está en un 70 % en el intestino, también se verá alterado en todo el cuerpo", remarca.
Con el estrés, según explica, el cerebro manda la secreción de cortisol, y éste pasa a la sangre y llega al intestino, donde primero afecta a la motilidad intestinal, generando estreñimiento o diarreas; para después, afectar a la mucosa, causando daño e inflamación, que a su vez, ésta impacta en el sistema inmunitario, aumentando así esta permeabilidad del intestino que comentamos.
Regular las emociones es fundamental
Mónica Pérez mantiene que el intestino es "el centro de mando de muchas emociones" y, por ejemplo, de la hormona de la felicidad, de la serotonina, que en un 90 % es producida en el intestino.
"Si el estrés está bombardeando el intestino constantemente, la serotonina también se verá afectada, y no produciremos tanta; además de que otros neurotransmisores o precursores de estos también se verán afectados, como la dopamina, que nos aporta un estado más de alegría, así como el gaba, un neurotransmisor que nos produce calma", agrega Pérez.
También se habla del eje intestino-cerebro, tal y como prosigue, y no sólo con estos neurotransmisores, sino también con el nervio vago, que conecta directamente el cerebro con el intestino y otras vísceras: "En el intestino tenemos unas neuronas entéricas, que son como unas pequeñas carreteras que se conectan al nervio principal y que se conectan directamente con el cerebro, es una relación bidireccional. Si tenemos mal el intestino, esta conexión se verá también afectada. Y si el nervio vago está bajo, estaremos en un 'bajo tono vagal"
Es más, sostiene que "el nervio vago es como un botón de apagado o de encendido del cuerpo, en cuanto a estar activos o en calma, de manera que, si está mal con el estrés, "nunca podremos darle al botón de apagado del cuerpo, no podremos ponerlo en calma, y esto significa que si nos hemos estresado a las 8 de la mañana viviremos ese evento estresante hasta las 12 de la noche; todo se retroalimenta".
Controlando así el estrés fortalecemos el nervio vago, destaca esta bióloga experta en microbiota, al mismo tiempo que si sabemos regular nuestras emociones defiende que el intestino funcionará bien y podremos digerir bien los alimentos, y que no se nos cuelen nutrientes que no deben, ni se altere nuestro sistema inmune.
La experta apunta en primer lugar a los síntomas no digestivos: estar estresados todo el día y no regular bien las emociones.
En el plano digestivo, dice que si comemos y se nos hincha mucho el estómago, y esta hinchazón persiste durante todo el día, es un signo de que nuestra microbiota está alterada. "Otro síntoma sería la inflamación, que la podemos ver reflejada en muchas partes del cuerpo, porque al final el sistema inmune está débil, a través de dolores de cabeza, de menstruación muy fuertes, de urticaria, de malestar en las articulaciones, infecciones o catarros recurrentes, insomnio, digestiones más pesadas o malas, o por ejemplo con estreñimiento acompañado de periodos de diarrea", añade.
Para mejorar nuestra microbiota Pérez recomienda una alimentación variada y personalizada, ejercicio físico, descanso reparador y una adecuada gestión de las emociones. Foto:iStock
El estrés se manifiesta de muchas formas y ataca donde estamos más débiles, y por ejemplo hace que estemos con varios resfriados en el invierno. "O mujeres con cistitis de repetición; esto es porque al final el cortisol son como bombas, el intestino es el centro de mando donde 'duerme' nuestro sistema inmune, de forma que si lo bombardeamos constantemente no podrá hacer su función", incide Pérez.
Para mejorar nuestra microbiota Pérez recomienda una alimentación variada y personalizada, ejercicio físico, descanso reparador y una adecuada gestión de las emociones.