Hay muchas razones para que eso sea así. El fin del conflicto armado, según expertos, fortalece el aumento de las reclamaciones por los cauces democráticos; el comienzo de un año electoral intenso estimula que candidatos a cargos de elección popular endurezcan sus discursos de oposición, y un gobierno a punto de salir con menor capacidad de respuesta efectiva, menor gobernabilidad son, entre otras, las razones que abonan el aumento del conflicto social.
Líderes como la
exministra de Trabajo Clara López consideran que “lo normal es que aumente la movilidad social”, y advirtió que
“tenemos que aprender a transformar la confrontación en concertación y diálogo”. Santos, quien ha visto su capital político golpeado en varias oportunidades por los paros, se ha dado a la tarea de resolverlos. Las últimas semanas logró desactivar duras protestas en Quibdó y Buenaventura, y concluyó una negociación salarial con los servidores del Estado.
“Quiero reiterar el absoluto respeto del Gobierno por el derecho a la protesta y a la movilización social. No solo la respetamos, sino que la protegemos y la reconocemos”, dijo el Presidente, tras poner fin a un paro de 22 días, en Buenaventura.
El hecho novedoso es que el gobierno de Santos ve ese aumento de la conflictividad social, como una expresión democrática válida, tras el fin del conflicto armado.
“El Gobierno lo tenía claro. Dijimos que una vez se lograra un acuerdo con las Farc se aumentarían las protestas ciudadanas y eso es lo que estamos viendo”, dijo.
Consciente de este nuevo escenario, Rivera dijo que “los gobiernos tenemos que comprender que las protestas sociales deben entenderse como expresiones naturales en una sociedad, atenderlas y darles trámite”, pero también observó que los ciudadanos deben hacer sus reclamos pero sin afectar los derechos de las demás personas.
Para el gobierno Santos la experiencia vivida en Buenaventura y Quibdó, donde se hicieron acuerdos con la ciudadanía sobre problemas que estaban por resolverse desde hace décadas, con participación de nuevos actores sociales, hace pensar en la necesidad de ser conscientes de que el aumento de la conflictividad social forma parte de un país más moderno, de una democracia más madura, donde la prioridad ya no es la guerra, sino la solución de los problemas sociales.
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