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Noticia
50 años de la presidencia de Alfonso López Michelsen, el líder liberal que dejó un legado de transformación
Este 7 de agosto se cumplen 50 años de la posesión del líder liberal como presidente de la República, tras vencer en las elecciones a Álvaro Gómez y María Eugenia Rojas. El director del Centro de Estudios para Latinoamérica de la Universidad de Calgary hace un balance de su gestión.
Alfonso López Michelsen, miembro del Partido Liberal, fue presidente de Colombia en el periodo 1974-1978. Llegó a la Casa de Nariño luego de haber pasado por el Senado. Foto: Archivo EL TIEMPO
Durante más de medio siglo Alfonso López Michelsen fue una figura política e intelectual dominante en la sociedad colombiana, desempeñándose como abogado, profesor de derecho constitucional, periodista, novelista, ensayista y político.
Ingresó a la política al final de los años 50, cuando terminaba el conflicto civil entre los partidos tradicionales con la creación del Frente Nacional. Como crítico del experimento de poder compartido entre liberales y conservadores, lideró el surgimiento del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), un grupo de liberales disidentes que argumentaba que el Frente Nacional era antidemocrático.
Se postuló sin éxito para la presidencia en 1962, pero ganó un escaño en el Senado, al que fue reelegido en 1966. Al año siguiente, el presidente Carlos Lleras Restrepo lo designó gobernador del recién creado departamento del Cesar, donde su familia tenía raíces históricas. Como gobernador, fue fundamental junto con el compositor Rafael Escalona, en la creación del internacionalmente reconocido Festival de la Leyenda Vallenata. Al mismo tiempo, promovió la unión del partido Liberal reincorporando el MRL con el sector oficial de esa colectividad.
Alfonso López Michelsen Foto:Foto: Archivo EL TIEMPO
En 1968 fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores y, consistente con su enfoque internacionalista de los asuntos mundiales, buscó expandir el compromiso de Colombia con otros países de la región, así como con Europa.
En 1974, con el fin de los dieciséis años de gobiernos del Frente Nacional, obtuvo la nominación del Partido Liberal para la presidencia. En esa elección ganó con una victoria arrolladora sobre las candidaturas del Partido Conservador y la de la Anapo, representadas por Álvaro Gómez Hurtado y María Eugenia Rojas, hija de Rojas Pinilla.
En su discurso inaugural, comprometido con los objetivos del MRL, se propuso reducir la disparidad entre los intereses agrícolas rurales y las urbanos y combatir la pobreza en general. Reconociendo la ineficiencia de las pequeñas parcelas agrícolas, impulsó un enfoque más comercial orientado al mercado de la producción agrícola.
El gobierno de López buscó implementar políticas progresistas, pero fue obstaculizado por las condiciones económicas. Al asumir el cargo, su gobierno enfrentó serios desafíos como controlar la inflación, el alto desempleo, el aumento de la actividad guerrillera por parte de las Farc, el Eln y el M-19, así como el surgimiento actividades criminales relacionadas con el narcotráfico. Introdujo reformas fiscales y tributarias que aumentaron el ahorro nacional, la inversión pública y las exportaciones. Su gobierno también expandió la red eléctrica en un esfuerzo por integrar a más personas a la economía formal. La producción de cultivos aumentó un 16 por ciento y creó oficinas públicas dedicadas a mejorar la agricultura.
López identificó la reforma educativa como una de las máximas prioridades de su istración, nacionalizando el sistema en un esfuerzo por superar las disparidades entre los departamentos y mejorar el a la educación primaria y secundaria. En otras áreas de política social cumplió su compromiso de mejorar el estatus de la mujer, firmando una legislación en 1974 que establecía la igualdad judicial de las mujeres dentro del matrimonio y en 1976 legalizando el divorcio para los matrimonios civiles.
Su istración enfrentó los desafíos más significativos en el área económica: la alta inflación y el desempleo. El aumento de los impuestos a los altos ingresos alienó a las élites y el fin de los subsidios a algunos sectores perjudicó a trabajadores, con el resultado de un aumento de la agitación laboral que culminó en el paro nacional de 1977.
Los años setenta fueron desafiantes en las relaciones internacionales. Estados Unidos estaba en crisis por el fin de la guerra de Vietnam y, a nivel interno, por el escándalo de Watergate y la renuncia de Richard Nixon. La distensión era la principal estrategia de política exterior de Estados Unidos, con el resultado de que el enfoque de López hacia las relaciones internacionales encajaba bien con esa orientación. López era un fuerte defensor de las instituciones multilaterales, al mismo tiempo que perseguía con vigor los intereses nacionales de Colombia en el extranjero.
Alfonso López Michelsen Foto:RODRIGO SEPULVEDA /EL TIEMPO
En política exterior, López mantuvo una postura moderada hacia Cuba y pudo trabajar amistosamente con Fidel Castro. Su enfoque de los asuntos mundiales contrastaba con las políticas conservadoras de línea dura de la Guerra Fría. Consistente con su filosofía y en lo que consideraba los intereses nacionales, su gobierno buscó relaciones comerciales más abiertas con los países del bloque soviético. Sostuvo relaciones cordiales con Estados Unidos, en particular con Henry Kissinger, por el cual tenía gran respeto. Posteriormente, durante la presidencia de Carter, hubo preocupaciones de que el Gobierno colombiano no era lo suficientemente agresivo en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico.
Trabajó estrechamente con los presidentes de Venezuela, Costa Rica y Panamá en las negociaciones con las istraciones de Ford y luego de Carter sobre el canal de Panamá. También fue un firme defensor del derecho marítimo, concluyendo acuerdos de delimitación con Perú, Panamá, República Dominicana, Haití y Costa Rica.
En 1982, con un partido liberal dividido y en el contexto de un aumento de la violencia impulsada por el narcotráfico, López se postuló sin éxito para un segundo mandato presidencial. El Partido Liberal estaba repartido entre los seguidores del Nuevo Liberalismo, de Luis Carlos Galán; y la corriente principal del partido que apoyaba a López. La división reflejaba los cambios drásticos que se estaban presentando en la dinámica política del país. Había nuevos actores en el escenario político, incluido el brazo de las Farc, que postuló candidatos bajo la bandera de la Unión Patriótica. Ese fue el fin de la política tradicional bipartidista. También fue una década de violencia masiva impulsada por el narcoterrorismo en el campo, pero también en los centros urbanos.
Después de retirarse de la política activa, López se convirtió en un analista respetado sobre los asuntos colombianos y mundiales. También sirvió como mediador en los conflictos entre el dictador panameño Manuel Noriega, el Gobierno de los Estados Unidos y la OEA.
Hombre de gran cultura, aportó su considerable intelecto a los desafíos políticos, sociales y económicos que enfrentaba su país y el mundo. Hasta el final de su vida, en 2007, contribuyó con una columna semanal en EL TIEMPO. En el quincuagésimo aniversario de su toma de posesión como presidente vale la pena recordar la vida y las contribuciones de un individuo que dio tanto a su nación.
* Stephen J. Randall recibió el premio Beca de la Royal Society of Canada (FRSC), la orden de Canadá (C.M.) y es profesor emérito.