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Visita inoportuna

La escala de Nancy Pelosi en Taipéi pone las relaciones entre EE. UU. y China en gran tensión.

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La visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán ha puesto las relaciones de este país con China en un nivel de tensión no visto en décadas, un grave desencuentro en las ya deterioradas relaciones entre las dos grandes superpotencias.
Pelosi, que se ha caracterizado a lo largo de su carrera por una dura posición contra el régimen comunista chino, no atendió las advertencias de Pekín ni mucho menos las recomendaciones de su propio gobierno y se lanzó a una inoportuna escala en Taipéi. Y así lo calificamos porque en medio del fracaso que ha resultado para la paz la guerra en Ucrania, lo menos que necesita el mundo es otro frente abierto de confrontación, esta vez en la región Asia-Pacifico, tan llena de conflictos latentes y tensiones.
La funcionaria estadounidense, que se convierte así en la de más alto rango en visitar la isla desde la de Newt Gingrich en 1997, justificó su parada en la necesidad de expresar solidaridad a 23 millones de taiwaneses en momentos en que “el mundo se divide entre autocracia y democracia”, una extensión de las críticas antes vertidas contra China por el Tíbet, la represión en Hong Kong y lo que llamó el “genocidio uigur”.
Como era de esperarse, el episodio, considerado una provocación por Pekín, ha desatado anuncios de maniobras militares, y por el lado de la isla rebelde ha aumentado su nivel de alerta de combate, mientras se anunciaban al menos 20 incursiones de aeronaves chinas sobre territorio taiwanés, en medio de cruces de comunicados cada vez más altisonantes.
Es de esperar que la sensatez y la comprensión de los duros tiempos que corren calmen los ánimos y disipen las tensiones.
El incidente no debió ser, tampoco, del gusto de la istración de Joe Biden, pues distrajo los reflectores de lo que puede ser uno de los grandes logros de su gobierno: haber dado de baja en Kabul, en una limpia operación, al egipcio Ayman al Zawahiri, el buscado líder de Al Qaeda. Sin embargo, la actitud de Pelosi debe entenderse en el sentido de que ella, por ser la líder de una rama separada e independiente del poder en EE. UU., puede ir a donde quiera, así sea en aparente contravía de los intereses de la Casa Blanca. Además, a ojos de algunos sectores estadounidenses, ceder ante el veto planteado por China podría acarrear complejos precedentes internos y externos.
Con el paso de los años, Taiwán se ha convertido en el tema más sensible de la relación entre Pekín y Washington. La invasión rusa contra Ucrania acrecentó los temores de una incursión militar china en la isla, que el régimen comunista reclama como parte de su territorio, en la política, reconocida incluso por EE. UU., de una sola China. También por el hecho de que el gobierno de Xi Jinping, que aspira en los próximos meses a un nuevo mandato, tiene como principal objetivo la reunificación. Sin embargo, hay un compromiso estadounidense de defender la isla en caso de agresión territorial, así se oponga a su independencia.
La amenaza china de respuestas contundentes a lo que consideran una violación de su soberanía, sumada a la reacción estadounidense de expresar que está preparada para lo que sea, no ayuda a apaciguar una crisis que llega, si cabe, en el peor de los momentos. Que la sensatez y la comprensión de los duros tiempos que corren calmen los ánimos y disipen las tensiones. Un conflicto en la región sería el peor de los escenarios.
EDITORIAL

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