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Quedan tres días para que termine la edición número 39 del Festival de Teatro de Manizales. Y hoy jueves, en la mitad del evento, ya es claro que sigue conservando el espíritu que lo ha hecho uno de los más importantes en su género.
Obras de México, de España, de Francia, de Colombia, de Chile han probado que el arte del teatro está más vivo que nunca. Y, en especial, que en el país hay un importante grupo de dramaturgos e intérpretes que están dándoles vida a nuevos públicos: ver a los grupos nacionales, del joven Teatro Trueque al veterano Teatro Petra, ha sido una de las experiencias más satisfactorias del evento.
El Festival de Teatro de Manizales, el más antiguo del continente, fue fundado –como una respuesta a la sociedad agitada de su tiempo– entre los gritos de las revoluciones juveniles de 1968. Se buscaba, según se dijo, “promover el desarrollo de la actividad teatral como medio de expresión estética de la juventud del continente y como instrumento de integración cultural latinoamericana”. Y pronto reunió a algunos de los más sonados intelectuales de su momento: de Neruda a Grotowski.
El éxito del Festival de Teatro de 2017 es la prueba innegable de que en la ciudad hay una familia de espectadores exigentes
Cumplirá cincuenta años cuando llegue a su edición número 40, pues dejó de realizarse por más de una década, pero los cumplirá fiel a un espíritu que en los últimos treinta años ha tenido a bien privilegiar la experimentación.
Ha sido fascinante la programación de este año tanto en las salas como en las calles –y ha resultado una idea magnífica, para este momento de la Historia de Colombia, haber elegido el amplio tema de la reconciliación como eje temático del evento–, pero también ha sido fuerte, enriquecedora, la parte académica.
Por culpa de la costumbre, suele pasarse de largo que Manizales, que acaba de vivir una estupenda feria del libro, ha sido un escenario ideal para los encuentros culturales. El éxito del Festival de Teatro de 2017 es la prueba innegable de que en la ciudad hay una familia de espectadores exigentes que están preparados para seguir recibiendo las puestas en escena más arriesgadas.
La danza urbana, el ritmo y hip-hop y algo de humor, reflejan el mundo marino como un espacio para intercambiar culturas y música Foto:John Jairo Bonilla