La Semana Santa no son solo días de pasión y recogimiento, de procesiones y ceremonias. Con el devenir de los tiempos, estos días también se han convertido en sinónimo de vacaciones, paseos y viajes. Que no está mal para quienes deciden celebrar así una de las principales conmemoraciones religiosas de la humanidad.
Lo que no resulta conveniente es que este período, bien sea de reflexión o de descanso, se convierta en tragedia. Al menos eso es lo que muestran las estadísticas: la llamada Semana Mayor suele estar acompañada de siniestros viales, con muertos y heridos; de riñas y hurtos que nunca faltan.
Recientes informes de este diario han dado cuenta de corredores viales con mayores incidentes de tránsito. Entre ellos, Antioquia-Bolívar, Cesar-Guajira y Rumichaca-Pasto; Neiva-Balsillas, Medellín-Hatillo-Don Matías y Buga-Andalucía. Pero también aparecen Bogotá (puente el Cortijo)-Siberia-La Punta-El Vino-La Vega-Villeta. En lo que va corrido de este año, la imprudencia ya deja 639 víctimas fatales en siniestros viales, el 57,1 por ciento corresponde a motociclistas.
Es por eso que hay que insistir en un llamado de atención para los viajeros. Revisar el vehículo, portar elementos de primeros auxilios, evitar conducir en trayectos largos sin descanso; exceder la velocidad, violar normas de tránsito, ingerir bebidas alcohólicas, consumir alucinógenos o cosas tan simples como no usar el cinturón de seguridad pueden terminar en un insuceso lamentable.
No está de más tener cuidado con los alquileres que se hacen de fincas de recreo o la compra de tiquetes, donde pululan las estafas. Hay que dejar la casa o el apartamento recomendados para evitar robos, otra modalidad por esta época. Aplicar un poco de sentido común, atender a las autoridades y ser riguroso con medidas de seguridad personal y familiar son la mejor garantía para vivir una Semana Santa en paz con Dios y con los demás.