El lenguaje humano aparece hace alrededor de cien mil años; antes existían sonidos y onomatopeyas, y este hecho coincide con la fabricación de herramientas más perfeccionadas de piedra y hueso. Pero si queremos pensar en la lengua, tal cual hoy hablamos, se cuentan apenas 10.000 años, somos seres recién hablados, si nos comparáramos con los millones del inicio del planeta tierra. Recuerdo un símil que hizo C. Sagan: en una escala de 24 horas, el humano aparece en los últimos 15 segundos, y el lenguaje, en tres.
Hablar proporcionó la mayor evolución de la especie. Esa experiencia magnífica y primordial en la era cuaternaria, pasar de sonidos a palabras y de cuerpos cuadrúpedos a bípedos, sostenerse en dos extremidades, la repite cada bebé en su propia prehistoria en sus primeros meses. Cuando el niño se levanta del gateo, ahora enderezado su cuerpo, también habla. Somos humanos porque hablamos.
El cuerpo está hecho de palabras, nuestra carne evolucionó para hablar y este acontecer se hace inseparable de sus pensamientos. Esos 10.000 años de prehistoria nos han dejado ver cómo antes del verbo se dibujaba en muros y otros soportes materiales, eran figuras en las que se recreaban dioses, animales, conflictos, esperanzas. Hasta llegar a poder escribir con palabras articuladas. La invención de la escritura marcará otro impresionante acontecer; quien escribe y luego quien lee no están al mismo tiempo, quien escribe lo que tiene al frente es un espacio en blanco. Esta propiedad marcó una analogía poderosa: si se le escribe al ausente porque no está cuando yo escribo, entonces su símil más profundo es la muerte, que no está, pero llegará. Así sobreviene otro aguijonazo: la escritura sobrevive al escribiente: el fantasma de la eternidad ronda.
Con el aparecer de la literatura y la ficción, los humanos vamos a descubrir algo, al contrario: que la escritura se puede usar como un conjuro contra la muerte, se escribe para no morir. Imaginar otros mundos escribiéndolos es lo que hace la literatura y lo que destacaron dos bellas presentaciones en la Filbo (dedicada a cuerpo y lenguaje) el día de la inauguración: Piedad Bonnett y Javier Cercas dijeron que la lengua española es el cuerpo común de los hispanoparlantes, lo que relaciono con la presentación de José M.ª Paz Gago sobre el vestido: vestir el cuerpo no es moda, sino la memoria humana de cubrir la desnudez. Cuerpo, lengua y escritura, tres momentos que nos hicieron humanos.
ARMANDO SILVA