En una magnífica conversación entre la filósofa María del Rosario Acosta y la antropóloga e historiadora María Victoria Uribe intitulada ‘La rehumanización debe ser tarea de la memoria’, María Victoria decía que una de las tareas de la Comisión de la Verdad había sido la de rehumanizar a las víctimas y a los perpetradores del conflicto. En ese texto, ambas conversan sobre la importancia de la escucha y la necesidad de suspender los propios prejuicios a la hora de escuchar a alguien que nos cuenta su propia historia.
Fue precisamente ese tipo de escucha la que emprendió el antropólogo Sebastián Giraldo Aguirre en su doctorado. Sebastián hizo algo que a primera vista podría parecer imposible: escuchar a cinco excombatientes de las Farc-Ep relatar sus encuentros homoeróticos durante la clandestinidad y después de la firma del Acuerdo de Paz.
Escuchó y rehumanizó a los excombatientes que vivieron una “triple clandestinidad”: la primera, la del grupo guerrillero; la segunda, la de sus experiencias homoeróticas, y la tercera, la de sus identidades durante la investigación y en el libro fruto de esta.
Sebastián quiso que este ejercicio colectivo no se quedara en los estantes de la biblioteca de una universidad, así que reescribió y afinó los relatos etnográficos de sus cinco fuentes con la ayuda del escritor Juan Álvarez, y de esta colaboración estética resultó el libro: ¿Qué ruido hace un beso? Experiencias homoeróticas en excombatientes de las antiguas Farc-EP.
Quienes hemos conocido la guerra, ya sea porque la hemos estudiado en profundidad o porque la hemos vivido en carne propia, sabemos que la existencia de excombatientes homosexuales era un tabú en la guerrilla. De eso no se hablaba. De hecho, hay que recordar que la homosexualidad en los movimientos de izquierda fue por mucho tiempo considerada un asunto burgués, una “aberración contrarrevolucionaria”; sin embargo, la seducción homoerótica ha sido un mecanismo usado históricamente, como bien lo recuerda Sebastián refiriéndose a novelas como El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, o Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas.
De igual forma, ¿cuáles fueron las imágenes de la guerra que, por décadas, nos “bombardearon” los medios hegemónicos? Las de los combates, las bombas y las tomas guerrilleras. Una constante deshumanización del enemigo. Los guerrilleros siempre fueron retratados como unas máquinas de guerra; unos seres monstruosos. Creo que es justamente en este proceso de deshumanización donde radican las dificultades del proceso de reincorporación: ¿a quién le puede doler la muerte de un excombatiente si nos enseñaron a odiarlos?
Guerra y vida cotidiana pueden parecer antónimos, pero existía una cotidianidad en la guerrilla. Y en esta cotidianidad también había espacio para el amor. ¿Cómo surgían las relaciones sentimentales en medio de la guerra? ¿Qué lugar ocupaban el amor y el erotismo en la guerrilla?
En estos relatos, Sebastián Giraldo desentierra esos silencios que habían quedado en la selva
Los estudios sobre sexualidad en la guerra, nos recuerda Sebastián, suelen concentrarse en la victimización; en el imaginario colectivo, los guerrilleros no aman, violan: “Al guerrillero se le mata, jamás se le ama”.
Por esto, estos ejercicios de escucha y de escritura son tan urgentes y necesarios: en estos relatos o “textos transicionales”, Sebastián desentierra esos silencios que habían quedado olvidados en la selva, no para herir a nadie, ni para perpetuar el dolor, sino para rescatar la condición humana de los excombatientes.
El próximo viernes 9 de mayo a las 7 p. m., en el Gran Salón F de la Filbo, tendremos la oportunidad de conocer el excelente trabajo de Sebastián Giraldo y de oír otro relato sobre la guerra y sus protagonistas, uno que hasta ahora se atreve a salir del clóset.