Vivimos tiempos de turbulencia política y geopolítica con grandes incertidumbres sobre los temas y actores estratégicos que habrán de determinar el futuro de Colombia.
La clave no está en especular para predecir el futuro, sino en prepararnos estratégicamente para actuar como sociedad minimizando riesgos y buscando adaptarnos rápidamente al entorno cambiante en que vivimos.
Tenemos un jefe de Estado que confunde las facultades constitucionales de dirigir la política exterior y el manejo de las relaciones internacionales, así como la de dirigir a la Fuerza Pública y disponer de ella como comandante supremo de las Fuerzas Armadas de Colombia, con la posibilidad de actuar caprichosa y unilateralmente sobre tan delicadas materias, desconociendo la tradición, nuestras instituciones y, sobre todo, pasando por alto los intereses nacionales.
Ante la incertidumbre por la actitud errática del Gobierno, requerimos una planeación permanente y estratégica de distintos sectores de la sociedad civil y particularmente del sector empresarial, la comunidad académica, los tanques de pensamiento y medios de comunicación, teniendo en cuenta mapas de riesgo geopolíticos y económicos, para definir estrategias y acciones de prevención, respuesta y mitigación de los riesgos que vive nuestra relación bilateral.
Como propusimos en la carta suscrita por más de 20 exministros de Relaciones Exteriores y de Comercio Exterior, el famoso ‘domingo negro’, ‘ad portas’ de la más grave crisis en la relación bilateral con Estados Unidos, se requiere en los próximos 18 meses una acción de diplomacia proactiva desde la sociedad civil para fortalecer alianzas ya existentes, construir algunas nuevas, enviar mensajes claros y consistentes que mantengan la confianza en Colombia de parte de inversionistas y tomadores de decisiones en Estados Unidos, tanto en la comunidad empresarial como en el Congreso y el Gobierno de ese país.
Tenemos un presidente empeñado en desafiar a la nueva istración de Estados Unidos, sin importarle las consecuencias que sufrirá Colombia mucho después de que él haya dejado el poder. La política exterior de un país jamás debe depender de posturas personales ni caprichosas del gobernante de turno, pero lamentablemente en Colombia estamos viendo lo contrario, tanto en la relación frente a Estados Unidos como con Israel, El Salvador, Marruecos, Argentina y otros países que tradicionalmente han sido nuestros amigos y aliados.
Independientemente de la retórica presidencial, Colombia necesita una visión de largo plazo que le permita fortalecer sus relaciones con diferentes regiones y países
Independientemente de la retórica presidencial, Colombia necesita una visión de largo plazo que le permita fortalecer sus relaciones con diferentes regiones y países, diversificar sus mercados de exportaciones, las fuentes de inversión y la cooperación internacional en la lucha contra el narcotráfico, sin perjuicio de priorizar la siempre estratégica relación con Estados Unidos, la fuente de cooperación más importante para nuestro país.
No podemos darnos el lujo de que las diferencias ideológicas entre el presidente de Colombia, que no representan de ninguna manera una posición ideológica de la mayoría de colombianos frente a Estados Unidos, terminen afectando espacios fundamentales de nuestra relación bilateral, como la seguridad, la defensa, exterior, la defensa de la democracia, el Estado de derecho, el desarrollo empresarial a partir de la iniciativa privada y la generación de empleos y exportaciones hacia el país del norte.
Por todo ello, resulta tan importante el trabajo que desde AmCham viene desarrollando la exministra M.ª Claudia Lacouture para adelantar, tal como propusimos en la carta mencionada, un trabajo estratégico con representantes de distintos sectores para mostrar en Estados Unidos la importancia mutua de la relación con Colombia, los principios y valores que nos identifican y los intereses económicos y comerciales de ambos países.
MARTA LUCÍA RAMÍREZ