Fue una revuelta del alma. El violento despertar de la conciencia de todo un pueblo. La Federación Española contraatacó y amenazó a Jennifer Hermoso, zurda prodigiosa de la Selección de España a la que tildó de mentirosa y rebajó de heroína a bruja en unos pocos párrafos. Bumerán que se le devolvió con vehemencia y que obligó a la Federación a tener que borrar de su página el comunicado, asustada por el efecto subversivo del beso de su presidente a la jugadora de 33 años.
Fallido contragolpe por borrar la agresión de Luis Rubiales, presidente de la Federación Española, que en plena celebración del campeonato mundial de fútbol femenino le plantó un beso en la boca a la centrocampista Jennifer Hermoso. Misteriosa complejidad del destino: una mujer paralizada, inmovilizada por dos manos sobre su cara, besada por su jefe a la brava, humillada ante millones de almas y acusada de mentirosa por los grandes amos de la pelota en España.
Hombres que son dueños del balón desde la prehistoria contra un grupo de insignificantes mujeres que no son más que unas simples aparecidas en toda esta historia. Una imagen vale más que mil palabras y ese beso a la fuerza lo dijo todo ante las cámaras: yo soy tu jefe, yo soy tu dueño, yo te poseo, yo hago contigo lo que quiero; tú estás ahí por mí, tú te debes a mí, tú ganaste por mí. Testimonio psicológico que vuelve a poner de manifiesto el machismo en el fútbol, así como también que el orden del mundo es injusto, inmoral y, por lo tanto, insostenible.
Millones de miradas se vuelven hoy hacia la soberbia Federación Española de Fútbol, consentida por años de la Fifa, la misma que en un acto de simbólica humildad religiosa suspendió provisionalmente a Luis Rubiales. Gesto casi creíble, de no ser porque viene de la punta del témpano de esta sociedad patriarcal a nivel mundial, de la masonería más fina, de esa logia que acaba de realizar su última copa masculina en Catar, meca del machismo a nivel global.
Pero quien siembra vientos recoge tempestades. Afloran testimonios de exempleadas de Luis Rubiales que lo acusan de misógino, machista, sexista y hasta de pervertido, como lo tacha en televisión española Támara Ramos, gerente de uno de los sindicatos de fútbol en España y quien lo demandó por acoso cuando trabajaban juntos. Frases gravísimas como “cállate la puta boca”, “no le hagáis caso a esta preñada”, “las neuronas se le han ido” o “aquí se hace lo que me sale a mí de la punta de la polla” eran algunas de las cosas que le gritaba Rubiales en presencia de otras personas.
Y cuanto más osados son los ataques de exempleadas contra Rubiales, más exaltados se abren corazones masculinos a favor del presidente de la Federación Española de Fútbol, ahora todo un baluarte del ‘statu quo’ para millones de machos en todo el mundo. Queda el registro histórico de la renuncia de once del cuerpo técnico de la selección española femenina (7 varones y 4 mujeres); importante condena moral ante la conducta mostrada por Luis Rubiales frente a Jennifer Hermoso.
Zafarrancho que agravó el propio Rubiales al decir todo tipo de bestialidades, como que fue un pico consentido, que ella le había subido los brazos, que ella le había acercado su cuerpo, que ella había buscado ese polémico beso. De los mismos productores de “ella se lo buscó porque no gritó”, o de “ella quería que la violaran porque escogió ese vestido”.
Enorme carrusel de truhanes que se burlan de las mujeres y que hoy se rasgan las vestiduras porque no logran comprender la gravedad de lo que aquí sucedió, en plena celebración de la final del Mundial de Fútbol Femenino.
PAOLA OCHOA
En X: @PaolaOchoaAmaya