Quienes se aferran a la belleza, la riqueza, la juventud o al poder no aceptan fácilmente la velocidad del tiempo. En política, en los sucesos del Estado y de las naciones, esta velocidad es mayor: los jóvenes políticos no la aceptan porque creen que su lozanía es eterna; los viejos, porque creen, errados, que son perennes; los adictos al poder la niegan porque les erosiona el deleite de creer que mandarán por siempre.
Cómo pasan los días: la JEP está celebrando ufana sus primeros dos años de funcionamiento. Ese eje fundamental actual y futuro de la paz en Colombia, que arrancó contra vientos extremos y mareas electoreras, ya ha recorrido su primera etapa. Y a fe que tiene excelentes resultados para mostrar en su corta pero definitoria existencia; son parte de las bondades de los acuerdos de paz.
Más de 12.00 personas están sometidas a la Jurisdicción Especial para la Paz, de las cuales 9.721 son de la guerrilla y representan el 75 por ciento de los desmovilizados en proceso de reincorporación; ojalá algún día llegáramos en la jurisdicción penal ordinaria a una cobertura parecida. Son 2.500 los agentes del Estado que han suscrito acta de compromiso con la JEP, y de ellos, el total de de las Fuerzas Armadas que juzgará (95 por ciento de las Fuerzas Militares) es de 2.429; algo que en medio de las negociaciones se pensó imposible, y menos aún que tuviera el apoyo de los mandos, ha sucedido: sin obviar la verdad ni omitir castigo debido, miles de nuestros soldados y policías, oficiales y suboficiales, que violaron la ley en medio del conflicto y son culpables o que son inocentes y han sido condenados injustamente, encontraron una manera de ser juzgados prioritariamente, en el contexto del conflicto armado, con una visión de justicia restaurativa que sirva para reconciliar y no para ahondar en los odios y las heridas.
¡De ellos, 1.187 militares y policías cuentan ya con libertad transitoria, condicionada o anticipada dentro de su procedimiento exclusivo! Por el otro lado, se han otorgado 180 libertades condicionadas a de la guerrilla; todos están siendo juzgados en ese mismo contexto del conflicto, y hemos podido averiguar hechos, actos, órdenes, fechas, abusos, que contribuirán, sin duda, al perdón y a que bajen el rencor y la inquina. Quienes padecimos el secuestro de las Farc tendremos el alma más tranquila al saber detalles y conocer culpables; seremos más propensos a perdonar, sin olvidar para que no se repita. Todas las salas de la JEP han tenido audiencias, sea para definir situaciones jurídicas, reconocer responsabilidad o negarla; 634 personas han intervenido dando versiones formales, y se han adoptado más de 16.600 decisiones.
Me parece que desde lo judicial, la JEP ya tiene mucho que mostrar. Ha sido celosa de su competencia, como lo prueban las decisiones recientes para no aceptar a dos condenados en la ordinaria por el asesinato de Luis Carlos Galán. Desde lo institucional, su éxito y el de su presidenta prueban una vez más que no se equivocaron el gobierno Santos ni el Congreso ni las Cortes al darle prioridad a esta jurisdicción en la implementación de los acuerdos, pues era la demostración ante el mundo de la buena fe del Estado colombiano; y debería trascender gobiernos e ideologías, pasajeros ambos.
No es tarde para un nuevo impulso al resto de la implementación, especialmente el punto uno, sobre desarrollo rural, y los de protección a los desmovilizados y a los líderes en las regiones, que, además de mejorar el clima de seguridad, solucionan la mitad del pliego de las protestas. ‘Tempus fugit’. Pero nunca es tarde para reforzar la paz, y el Presidente lo ha entendido.
LUIS CARLOS VILLEGAS