La segunda venida

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El día de la llegada del hombre a la Luna coincidí en una emisora con quien sería la Maga Atlanta, quien me ofreció como refugio su casa deshabitada en el barrio San Nicolás. Tenía una hija de 3 años quien me deslumbraba con sus apuntes, a quien bauticé María de las Estrellas y mediante mi inspirada instrucción literaria se fue convirtiendo en un genio infantil. Su padre consanguíneo, exitoso marchante plástico por las Europas, se asombró de verla en los periódicos y revistas considerada una niña genio y vino a conocerla y a llevarla para presentársela a Salvador Dalí y a Fernando Botero, quien le hizo un retrato para la portada de su novela premiada La casa del ladrón desnudo. En uno de sus viajes adquirió la Custodia de las monjas clarisas del convento tunjano. Envió a la niña desde Bogotá con su joven amigo a llevarles una donación y en el camino se estrellaron y se mató. Fue un golpe semimortal en el corazón de la Maga, en el mío, y en el del padre quien perdía a su niña precoz, la custodia que terminaron decomisando, lo que había pagado por ella y los miles de millones que ganaría en la simonía.

En la reciente Feria del Libro de Bogotá Planeta lanzó el libro de Marco T. Robayo El misterio de la clarisa, donde se narra la historia del monasterio y el origen de la custodia, impulsado por la madre Francisca Josefa del Castillo, hasta el momento en que es adquirida, a través de intermediario, por el padre de la niña poeta. Un libro prodigioso, como llevado de la mano de un ser supremo. Las tantas y duras aventuras por las que pasó el divino ornamento, en un momento maldecido por algún personaje del ritual indígena y todas las desgracias que conllevó.

Después de 43 años de separación la Maga me llama casi todos los días para reportarme los mensajes que desde la eternidad me manda María, como el angélico regocijo con que fue recibido por los nadaístas desfallecidos el poeta Eduardo Escobar. Pero me anuncia también que se acerca el momento de la segunda venida del Señor, a juzgar y reinar en este mundo pacificado.

Me llama también con frecuencia desde Cali mi hermano el poeta Jan Arb, para recalcarme que se acerca ese momento no predicho por nadie en que llega a ejercer su reinado por este mundo su tocayo Cristo Jesús. Terminando los años 60 apostató del nadaísmo y no solo se convirtió al cristianismo sino que obedeciendo a un mensaje se convirtió en un nuevo Cristo y como tal se rodeó de discípulos y se impuso la prédica de la castidad. Le escribía a Gonzalo Arango anunciándole que en ese nuevo proceso bíblico: “Tú serás mi edecán”. Abdicó de la presunción crística pero siguió entregado a la prédica.

En mis comunicaciones con los maestros se me señaló como la reencarnación del peor criminal contra los cristianos, el emperador Nerón, y que me tocaría purgar sus faltas. Posteriormente me di cuenta de que el Anticristo que estaría listo para sabotear la segunda venida sería Nerón. Y el motivo del llamado de los maestros era el que yo, Nerón redivivo, me convirtiera al Cristo y a su llegada, en vez de contrarrestarlo, le diera el beso en la mejilla de bienvenida. Y eso haré. Por eso he vencido dos muertes. No me puedo ir antes de que Él llegue. Yo seré su edecán.

Nota bene: Cristo y Anticristo en una misma familia. ¿Qué dirá el papa J. Mario Bergoglio? ¿Creerá, como tantos de mis lectores, que hago ficción con la cruz? La madre que lo que estoy contando es real.

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