Voces muy importantes salieron a decir esta semana que la decisión tomada por el CNE de abrir formalmente la investigación por violación de topes de la campaña presidencial de Gustavo Petro es un error. Básicamente sustentan su afirmación en que terminaron dándole a Petro el argumento que necesitaba para radicalizar a sus bases e incendiar al país. Es una afirmación tan complicada que terminan por achacarle al CNE la culpa de las intenciones incendiarias de Gustavo Petro.
De dicha afirmación deben surgir como mínimo dos preguntas que debemos responder con la mayor honestidad: ¿las intenciones incendiarias de Gustavo Petro tienen origen en la apertura de la investigación por los topes o han estado presentes en él desde siempre? Y ¿Hubiera estado bien que el CNE desconociera las pruebas contundentes que hay de violación de topes renunciando al cumplimiento de sus deberes a cambio de que el Presidente no entrara en cólera y decidiera convocar al incendio del país?
Es que la cosa es más complicada de lo que pareciera a primera vista porque, en últimas, quienes piden que no se adelante el proceso por la violación de topes lo que terminan pidiendo es que se suspenda el Estado de derecho, es decir lo que dicen las leyes, a cambio de que el Presidente de la República no tenga argumentos para profundizar la política de caos que siempre ha tenido en mente.
Pobre nuestro Estado de derecho. Mientras por un lado el Presidente lo detesta, por el otro, los que supuestamente lo defienden piden que lo desconozcamos por raticos a cambio de que Petro no termine de destruirlo.
¿Las intenciones incendiarias de Gustavo Petro tienen origen en la apertura de la investigación por los topes o han estado presentes en él desde siempre?
Es como si hubiéramos venido construyendo la fatal anticultura de creer que se salva la democracia sacrificando el Estado de derecho por consideraciones políticas transitorias. Cada vez que un presidente se inventa un proceso de paz hay que sacrificar el Estado de derecho, cada vez que un presidente tiene problemas para sacar adelante un proyecto de ley entonces aceptamos que se usen instrumentos por fuera de la ley para lograr la gobernabilidad, cada vez que una campaña presidencial llega comprando votos o recibiendo dineros ilegales o violando los topes, debemos hacernos los de la vista gorda porque “como eso ha ocurrido siempre, no pasa nada”.
Por decir lo menos, esta argumentación que culpa al CNE de los delirios antidemocráticos de Gustavo Petro, más que injusta, es ingenua e impertinente. Por la sencilla razón de que la estrategia del caos de Petro no necesitaba de la investigación del CNE, cualquier disculpa la iba a encontrar y le caería como anillo al dedo en el momento en que la necesitara. ¿O es que cuando incendiaron y bloquearon al país en 2021 había investigación del CNE? ¿O es que cuando trajo a la plaza de Bolívar a las guardias indígenas para amedrentar al Congreso mientras se discutía el Plan Nacional de Desarrollo había investigación? O es que no se han dado cuenta de que cada vez que se abre una investigación contra Petro alcalde o Petro presidente siempre acude a la carreta del golpe de Estado, al refugio mamerto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a la estrategia del pueblo milicianizado en las calles. No falta sino que le acepte la brillante propuesta de Nicolás Maduro de venir a ejercer la rectoría moral sobre el sistema electoral colombiano.
Se equivocan quienes consideran que lo prudente es frenar las investigaciones contra la campaña de Gustavo Petro. Todo lo contrario. Si la prudencia que buscamos es para defender la democracia, lo único prudente es agarrarnos con todo a la defensa del Estado de derecho y al cumplimiento de la Constitución. Todo lo demás es decir que se está actuando con prudencia cuando en realidad se está actuando con miedo. Por el camino del miedo estamos volviendo trizas la base de mínimos éticos sobre la cual debe vivir toda democracia.
VIVIANE MORALES HOYOS