Hay un placer definitivo en el hombre silencioso. Ese que escucha y observa. Piensa. Propone. También en observar al elocuente. Poseedor de carisma. Cuyo atractivo radica en el fondo de sus argumentos, de su lógica y su honestidad frente a los hechos. Que proyecta en la imaginación las rutas de salida, y aquí la clave, después de permitirse la serenidad de pensar.
Hoy son seres escasos. La ola, el tsunami quizás sea más apropiado, de olvidarse de la seriedad y disciplina detrás del líder y remplazarla por la seducción de ser "influenciador", no sin dedicación, pues anula horas de estudio y reflexión para trabajar, no poco tiempo, en la construcción de la "marca personal". Algunos con resultados excepcionales. Y otros más parecidos al rey del cuento de Hans Christian Andersen: El nuevo traje del emperador.
La selva es interesante. Pero todo tiene su lugar. La dimensión de la seriedad y dignidad de ciertas responsabilidades parece diluirse.
Esta semana el escándalo fue en Estados Unidos, cuando crean un chat en una plataforma pública, de verdad inaudito, para una conversación de estrategia militar de ese país frente a Yemen. Y no se dan cuenta de que han incluido al editor en jefe del medio The Atlantic. ¡Cuánta ligereza e irresponsabilidad! ¿Estamos perdiendo la dimensión del rol? "La insistencia del Sr. Hegseth en que no hizo nada malo al revelar los planes secretos trastoca décadas de doctrina militar sobre seguridad operacional, dijeron una docena de pilotos de combate de la Fuerza Aérea y la Marina". Fueron palabras de algunos soldados según un artículo de Helene Cooper y Eric Schmitt en el periódico The New York Times.
En Colombia, hace unas semanas fue el presidente Gustavo Petro quien originó una crisis a las 3 a. m. devolviendo en un trino a los deportados colombianos desde Estados Unidos.
Los influenciadores son de corto plazo. Priorizan los momentos virales sobre la sostenibilidad.
Estamos remplazando estadistas por "influenciadores". Regidos por las normas de las marcas y asesorados por expertos en mercadeo. ¿Que es un elemento contemporáneo e interesante? Lo acepto. Pero no puede remplazar el espíritu, la dignidad y dimensión del cargo. Una cosa es la oportunidad y penetración de los canales de o con la población, y otra, desdibujar el alma del deber.
Los líderes políticos tienen visión, estrategias de largo plazo. Son íntegros y asumen las consecuencias de sus actos. Son eruditos y estudiosos. Tienen el talento de la palabra y manejan con persuasión el debate. Conocen la diplomacia. El interés nacional prima, no son oportunistas, se sacrifican por la sociedad. Hablan con cuidado cada palabra. Dejan legado en la historia.
Los influenciadores son de corto plazo. Priorizan los momentos virales sobre la sostenibilidad. Están pendientes de imagen y vanidad medida en sus cifras, y la de su competencia, de seguidores, me gusta y enganches. La clave es no perder su popularidad. El escándalo y la división son sus herramientas, por eso es fácil verles imprudentes e impulsivos. Son buenos para enfrentarse en el mundo análogo, no así en el virtual. Su impacto termina con el algoritmo.
Existen grandes influenciadores que tienen mi iración. Hacen un uso impecable de las herramientas, sin desdibujarse y carecer de fondo. Impecables. Pero la inundación se extiende a otras áreas... y no todos esa identidad, creatividad y fuerza. ¿No es patético ver amigos, colegas y conocidos someterse a todo tipo de ligerezas, incluso cursilerías, por estar en la onda? Además, con bajísimos niveles de fondo y originalidad.
Este periódico, EL TIEMPO, publicó este domingo una entrevista que Laura Ventura, del periódico La Nación de Argentina, le hizo al gran escritor mexicano Juan Villoro sobre su nuevo libro. Extractó estas palabras para el título del artículo: "Gracias a los algoritmos, el del celular es un rehén dichoso". Y cuánto hemos perdido en ese camino.