“Algo está podrido en Latinoamérica”, habría escrito William Shakespeare al oír a los mayores represores de la prensa libre en sus países celebrando la liberación de Julian Assange, un controvertido personaje considerado héroe por la izquierda lantinorteamericana, y gatillero a sueldo de Putin para otros.
“En nombre del pueblo de Venezuela abrazamos y felicitamos a Julian Assange por su liberación. Es el triunfo de la libertad y de la lucha de la humanidad por el respeto de los derechos humanos. Assange es un ejemplo de coraje y valentía en la batalla por la verdad. ¡La justicia siempre prevalecerá!”, escribió Nicolás Maduro con su habitual cinismo en las redes sociales.
¡Inaudito, nadie, ni en su sueños más extravagantes, imaginó jamás oír al tirano venezolano defendiendo los derechos humanos y la verdad!
“El largo y cruel castigo que le impusieron por sus denuncias de los crímenes imperiales quedará en la memoria de los pueblos como prueba de cuán poco creen sus carceleros en la libertad de prensa”, escribió en X, antes Twitter, el gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, en otro despliegue inconcebible de cinismo del heredero de los hermanos Castro en Cuba. Un personaje que carece de toda autoridad moral para dar lecciones sobre el respeto a la libertad de prensa.
El brasileño Luis Inácio Lula da Silva tampoco desaprovechó la oportunidad para criticar a Estados Unidos. “Assange necesita ser defendido por todos los que amamos la democracia, que amamos la libertad de prensa, la libertad de sindicatos, que amamos la libertad de organización”.
Si Lula tanto ama la democracia y la libertad de prensa, ¿por qué nunca ha denunciado la brutal represión del régimen comunista al pueblo cubano?
Otro caso de cinismo espectacular es el del mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien en sus cinco años de gobierno ha atacado a la prensa cerca de 3.000 veces en sus mañaneras. Ataques verbales que han generado agresiones contra la prensa por el clima de impunidad que hace germinar. De 272 agresiones contra periodistas en la primera mitad de 2023, más de la mitad (142) fueron cometidas por autoridades, por lo que el Estado es el principal agresor contra la prensa.
Del principio de su gobierno al primer semestre de 2023 se han registrado 2.941 casos de agresiones contra la prensa.
Del principio de su gobierno al primer semestre de 2023 se han registrado 2.941 casos de agresiones contra la prensa, es decir, cada 16 horas sucede una agresión, amenaza, intimidación u hostigamiento contra periodistas y medios de comunicación. Lo que es peor, en ese lapso, 47 periodistas mexicanos han sido asesinados, y si a los periodistas asesinados se suman los homicidios de defensores de los derechos humanos, la cifra se eleva a 151. El suyo es el sexenio más sangriento en la historia reciente de México.
Con estos antecedentes, ¿cree usted que López defendería con la misma vehemencia al periodista de su país que publicara una filtración de las acciones del ejército mexicano en el caso de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, cuyo asesinato en 2014 sigue sin ser aclarado?
El tema aquí no es la ética de las filtraciones, lo que me ocupa y preocupa es la hipocresía de los líderes latinoamericanos que ven la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el propio. Como ciudadano y como periodista, aplaudo la revelación de abusos de autoridad, y agradezco a filtradores como Edward Snowden que haya delatado el espionaje masivo de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense en medios profesionales como ‘The New York Times’.
Assange me parece un individuo extraño cuyo ‘modus operandi’ viola principios básicos del periodismo porque en sus publicaciones no hay comprobación de los datos ni mención de la procedencia de las informaciones que publica. No hay en el mundo un solo periódico serio que utilice WikiLeaks, su creación, como fuente. Por algo será.
SERGIO MUÑOZ BATA