No es uno, tampoco dos, son mínimo tres. Tres presidentes del continente que pagan los platos rotos de palabras precipitadas que lanzaron en las últimas semanas y que, como búmeranes, se les devuelven con precisión giroscópica y les dejan graves heridas en su credibilidad, reputación y fama.
1. El descalabro de Javier Milei tras promocionar una criptomoneda que subió como palma y cayó como coco: $ Libra, un supuesto emprendimiento privado que incentivaría el crecimiento económico en la Argentina. Ganó millones de dólares en pocos minutos tras un eufórico -y casi psicótico- mensaje en redes sociales del presidente argentino a sus 3.8 millones de seguidores en X, a quienes invitó a poner sus ahorros en la página promocionada. Cinco minutos de gloria para luego derrumbarse como palma, dejando una estela de pérdidas entre millones de incautos, docenas de acusaciones de estafa, mensajes borrados desde la Casa Rosada, arrepentimientos de último minuto y cero excusas públicas a los afectados por semejante asonada.
Tres presidentes que pagan los platos rotos de palabras precipitadas que lanzaron y que, como búmeranes, se les devuelven con precisión giroscópica y les dejan graves heridas en su credibilidad, reputación y fama
2. La arremetida verbal de Donald Trump contra media humanidad: contra Europa por el tema de Ucrania, contra Palestina por sus planes para la franja de Gaza, contra docenas de países por la guerra arancelaria, contra sus vecinos México y Canadá para despedazarles el Nafta, contra Brasil -México-Argentina por los aranceles al aluminio y el acero, contra millones de migrantes ilegales que trabajan en plantaciones y oficios donde nadie más quiere matarse la espalda ni quemarse las pestañas. Medidas que se le devolverán como búmeran cuando empiece a subir la inflación y el desempleo en Estados Unidos; trago amargo con sus propios ciudadanos que le saldrá carísimo al gran bravucón de la Casa Blanca.
3. El disparate de Gustavo Petro de televisar el último consejo de ministros y la tropelera que se armó con todo lo allí dicho: ‘Papá Pitufo’ y los dineros calientes que al parecer entraron a la campaña, el maltrato laboral hacia varios ministros, el desprecio hacia la vicepresidenta, el desdeño hacia el feminismo, la humillación hacia la audiencia, la falta de empatía hacia las mujeres indignadas por la llegada de Benedetti, el enamoramiento estrambótico de Gustavo Bolívar, la relación tóxica con los Ministros de Educación, Salud, Minas y con todos los 'yes-man' que le demostraron adulación y salamería. Palabras y gestos que se le han devuelto como búmeran y que hoy lo tienen sin gabinete, sin gobierno, sin marineros y como principal objeto nacional de preocupación y burla.
PAOLA OCHOA