Chile vive hoy la incertidumbre de un referéndum para una nueva Constitución, que tiene polarizado al país regido por el presidente más joven de Latinoamérica, Gabriel Boric, quien ha puesto todo su prestigio en el triunfo del nuevo texto constitucional, dudoso según las encuestas, y que saldría muy deteriorado por la anunciada derrota en medio de un país convulso, sumido en graves problemas de orden público y que no ha logrado estabilizarse totalmente desde la salida de la dictadura de Pinochet.
Mientras tanto, Italia vive una situación de vértigo ante las próximas elecciones, dentro de 21 días, que pueden significar la segunda crisis de la Unión Europea, después del ‘brexit’ (la salida del Reino Unido), cuando se prevé la victoria del partido posfascista Hermanos de Italia, antieuropeo y con aliados simpatizantes del presidente ruso, Vladimir Putin, en un momento crítico para la Unión por su postura ante la invasión de Ucrania y ya deteriorada por la defección de la Hungría de Viktor Orban.
Chile entró hace un año en un peculiar proceso constituyente, para sustituir la carta magna de la época de la dictadura, impulsado por la explosión social de 2019. Se eligió una convención de 155 , la primera constituyente paritaria en la historia, con marcado sesgo feminista y ecologista, sin influencia de los partidos tradicionales. Sin embargo, pronto empezó a perder popularidad por sus enfrentamientos y denuncias sectarias internas. Al final, lo que se propone hoy a votación obligatoria de los chilenos es un texto que plantea un profundo cambio institucional, con declaración de un Estado social de derecho y plurinacional, con amplio reconocimiento de nuevos derechos sociales y con la supresión del Senado.
La inmensa mayoría de la prensa, encabezada por ‘El Mercurio’, que fue cómplice del golpe de Estado contra Allende, ha batallado por el rechazo a la propuesta, en una campaña en la que han intervenido las ‘fake news’, que han anunciado, por ejemplo, la anexión de territorios ancestrales de los pueblos originarios por parte de los partidarios de Evo Morales si la nueva Constitución sale adelante.
Mientras tanto, Boric y su gobierno han ido perdiendo popularidad, en un ambiente de descontento difuso, acelerado en los últimos dos meses por la impaciencia sobre anunciados cambios que no han culminado y por la sensación de que se trata de jóvenes que no estaban preparados para la gestión del país, unida al recrudecimiento de viejos problemas como el de la Araucanía, donde las demandas indígenas mapuches se mezclan a su pesar con la gran delincuencia y el narcotráfico en el desgaste del gobierno Boric.
Este domingo, Chile vive un día de nerviosismo, crispación y expectativas inciertas. Si gana el ‘Apruebo’, improbable, los aliados de la izquierda comunista de Boric le van a reclamar ir más deprisa en sus reformas en una sociedad polarizada, aunque el presidente se ha mostrado favorable a negociar algunos aspectos polémicos que cuestionan sectores académicos y de centroizquierda en el nuevo texto constitucional. Si gana el ‘Rechazo’, Boric, que unió su suerte al cambio constitucional desde su campaña electoral, queda seriamente debilitado con una difícil supervivencia política, mientras que la derecha y el ‘pinochetismo sociológico’ se refuerzan en un país inevitablemente polarizado. Quedan pocas horas para conocer el final de la historia.
Italia. La tercera economía europea (más potente que la de Rusia), decisiva en la unidad continental en el apoyo a Ucrania, vive momentos de vértigo ante las elecciones legislativas dentro de pocos días, tras la dimisión del gobierno centrista de Draghi.
El partido Hermanos de Italia, heredero del profascista Movimiento Social Italiano que montaron los herederos de Mussolini, encabezado por Giorgia Meloni, aparece como favorito en todas las encuestas para presidir el próximo gobierno. Meloni se ha declarado “euroescéptica”, nacionalpopulista, xenófoba, partidaria de “controlar” el Mediterráneo para que no lleguen más inmigrantes ilegales a Europa y restringir la inmigración legal. Su gobierno formaría alianza con el veterano Silvio Berlusconi de Forza Italia y la Liga de Matteo Salvini, declaradamente pro-Putin, de cuyos banqueros ha recibido financiación.
Enfrente, Meloni tiene a un centroizquierda que acudirá a las elecciones dividido y descompuesto y del que el único liderazgo claro es el del Partido Democrático, que encabeza el exministro Enrico Letta.
Europa contiene la respiración ante el enfrentamiento Meloni-Letta del próximo día 21. Está en juego el futuro de la Unión.
ANTONIO ALBIÑANA