Recuerdo que en el colegio llamábamos “cascareros” a los profesores que hacían exámenes con preguntas tramposas. Lo mismo de los autores de la consulta popular, cuyas cuestiones son engañosas, en su gran mayoría, o formuladas de manera antitécnica o ligera. Veamos:
– La primera pregunta indaga si se está de acuerdo con que la jornada de trabajo dure máximo 8 horas, de 6 a. m. a 6 p. m. No plantea si se causará recargo nocturno después de las 6 p. m., como lo proponían claramente las centrales obreras. Su falta de técnica puede poner en riesgo la reducción de la jornada laboral, que a partir del próximo mes de julio será de 42 horas. Además, para alcanzar las 42 horas habrá que trabajar 2 horas los sábados, por el límite imperativo de las 8 horas diarias.
- Luego se consulta si se está de acuerdo con que se pague con un recargo del 100 % el trabajo en día de descanso dominical o festivo. No solo se aumentan los costos laborales, al pasar del 75 % al 100 %, sino que se deja en vilo la posibilidad, que hoy existe, de que el trabajador obtenga día de descanso remunerado cuando labora un festivo, sin perjuicio de la retribución en dinero.
– Reconociendo el pecado mortal de los costos de la reforma para las pymes, preguntan sobre tasas preferenciales para financiar sus proyectos productivos. La obviedad de la respuesta sería suficiente para eliminarla, con el agravante de que no indica a cargo de quién es el subsidio, lo que hace del asunto un saludo a la bandera.
– Otra pregunta se refiere a los permisos médicos y licencias por períodos menstruales incapacitantes, como si no fuera cierto que en la actualidad así ocurre al amparo del régimen de incapacidades comunes, y termina siendo una propuesta regresiva frente a otras regulaciones, como la de la Función Pública en Bogotá, que concede 3 días de trabajo virtual en estos casos. Este tipo de normas, por lo demás, tienden a afectar la empleabilidad de la mujer.
– La cuestión relativa al 2 % de las nóminas para personas con discapacidad ignora la ley Clopatofsky y termina siendo excluyente frente a otras poblaciones que gozan de especial protección constitucional, como los indígenas o los afros.
– La camisa de fuerza de que los estudiantes del Sena tengan un contrato laboral lo único que torpemente asegura es que las empresas se abstengan de abrirles las puertas para su aprendizaje.
– Es insólito que en una consulta popular se pregunte si a los trabajadores de las plataformas de reparto, madres comunitarias, empleadas domésticas, periodistas, deportistas, artistas y conductores se les debe garantizar el a la seguridad social. ¿Si no prosperan estas preguntas, el Estado queda liberado de hacer cumplir disposiciones de orden público? ¿Para qué sirve el Ministerio del Trabajo?
– La pregunta de eliminar la tercerización e intermediación laboral mediante contratos sindicales que violan los derechos laborales es completamente absurda. ¿Acaso la ley autoriza que los contratos sindicales violen la ley y la autoridad se hace la ciega?
La gente no es tonta. Sabe que se la menciona en las preguntas bajo distintos rótulos, solo para movilizarla a favor de la consulta
– La mera promoción del contrato a término indefinido es un asunto trivial, por ser la regla. Y de paso un conejo a las centrales obreras, que limitaban el contrato temporal a 2 años, convirtiéndolo en definitivo en caso de continuidad del servicio.
– Por último, para conseguirle voticos a la consulta, que los tiene escasos, se propone un fondo especial destinado al reconocimiento de un bono pensional para los campesinos y campesinas, sin asignarle recursos específicos. Esto es pura paja; lo mismo pasó con el bono pensional ofrecido en la campaña del Pacto Histórico a los tres millones de adultos mayores.
La gente no es tonta. Sabe que se la menciona en las preguntas bajo distintos rótulos (campesinos, trabajadoras domésticas, madres comunitarias, artistas, periodistas, etc), solo para movilizarla a favor de la consulta. Hay que ayudar a que la entiendan y se abstengan de votarla.
Taponazo. La Mafe Carrascal promueve la consulta con la misma vehemencia con que logró el fracaso de la reforma laboral.
NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ NEIRA