SEÑOR DIRECTOR:
Resulta sorprendente entrar a la cuenta oficial de Twitter del presidente Gustavo Petro, sin quedar absorto por los aparentes ataques a la prensa y a los medios de comunicación que critica directa o indirectamente en sus publicaciones. Tal es el clima de crispación, que expresidentes de la región –entre ellos dos colombianos– enviaron una misiva manifestando su descontento a los ataques sistemáticos, en especial a la revista Semana.
Ha quedado demostrado por abundantes ejemplos en la historia que la labor del periodismo en cualquier democracia es vital para el fortalecimiento de las instituciones, más allá del gobierno o política de turno, para que el bienestar común prime sobre una ideología en particular.
Es, por demás, responsabilidad de cada ciudadano el elegir un periódico, emisora de radio, etcétera, que cumpla con los principios elementales, entre ellos el fuerte apego a la verdad.
Colombia ha demostrado que no ha sido una patria segura para los periodistas, pues muchos de ellos han salido en exilio por distintas causas y otros han sido sometidos a vejámenes que no concuerdan con un Estado social de derecho (como Jineth Bedoya, quien, a propósito, dio una contundente y veraz intervención en Estados Unidos, cuya reseña publicó este diario).
No importa cuál sea el escritor de turno que esté denunciando un acto en contra de la ley, el locutor que entreviste a un funcionario del Estado, o cualquier ciudadano que haga veeduría a sus gobernantes; lo que realmente se busca es un contexto de paz y seguridad para, ahora sí, declarar sin reparos que “Colombia es un Estado social de derecho (...) democrático, participativo y pluralista, fundado en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que lo integran y en la prevalencia del interés general”.
Mientras eso pase, el lema “libertad y orden” solo quedará en el papel.
Andrés F. Correa Vega
Laxitud en la justicia
SEÑOR DIRECTOR:
Ante los escándalos de personas cercanas al Gobierno y frente a las decisiones tomadas recientemente, queda en el ambiente un tufillo de permisividad que perjudica seriamente la imagen de la dirección del Estado y de las instituciones encargadas de poner orden y justicia.
La demora en la imposición de sanciones y multas conlleva a continuar delinquiendo y arreglando el aplazamiento para terminar con el archivo del proceso y con el tan tristemente vencimiento de términos.
Francisco Javier Cajiao G.
Barreras más seguras
SEÑOR DIRECTOR:
En la vía Tunja-Duitama, por alguna razón que solo el que la construyó entiende, separaron las calzadas con unos montículos de tierra que hacen las veces de jardineras para unas plantas que sobre estos se cultivaron. Aunque la decoración hacen más bello el paisaje, el problema es que al no haber barreras sólidas de estabilización y contención, las probabilidades de volcamiento al entrar en o con estos montículos se incrementa. Pudo haberse tratado de un error de ingeniería o una acción premeditada para abaratar costos, lo cierto es que para una vía de tránsito rápido, esta clase de barreras de protección no parecen ser las indicadas.
Wadid Arana D.