TAIPEI, Taiwán — En las últimas semanas, una ola de acusaciones #MeToo ha forzado un nuevo ajuste de cuentas en materia del estado de los derechos de las mujeres en esta isla democrática que durante mucho tiempo se ha enorgullecido de figurar entre los lugares más progresistas de Asia.
Casi todos los días surgen nuevas denuncias, con activistas haciendo un llamado a mayores protecciones para las víctimas.
En muchos sentidos, Taiwán destaca por los importantes avances que han logrado las mujeres que ayudaron a elegir a la primera Presidenta de la isla y reforzaron las leyes contra la violación y la agresión sexual. Pero la avalancha de nuevas acusaciones apunta a lo que activistas y expertos dicen que es un sexismo arraigado que deja a las mujeres vulnerables y una cultura que rápidamente culpa a las víctimas y encubre a los hombres poderosos.
La avalancha de quejas fue detonada por un popular drama en Netflix sobre la política taiwanesa titulado “Wave Makers”, que presentaba una trama secundaria sobre una integrante de un partido político que le decía a su jefe que había sido acosada sexualmente por un miembro de alto rango del partido. Su jefe, en una indicación de la frecuencia con la que se ignoran quejas así, dice: “No dejemos pasar esto por alto esta vez”.
Esa cita del supervisor ficticio inspiró a más de 100 denunciantes, en su mayoría mujeres, a hablar en las redes sociales, compartiendo sus relatos de besos indeseados, manoseos y, en algunos casos, intento de violación.
Hay mucho en juego para el gobernante Partido Democrático Progresista de la Presidenta Tsai Ing-wen. Altos funcionarios del partido y del Gobierno estuvieron entre los primeros acusados de acoso, obligando a Tsai a disculparse dos veces por el mal manejo de las quejas internas por parte de su partido. La crítica va contra el historial del partido como paladín de los valores liberales, que incluye legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en el 2019 y otorgar este año a las parejas homosexuales el derecho a adoptar. Y plantea riesgos para su credibilidad entre los electores más jóvenes antes de las elecciones presidenciales del próximo año.
Entre los acusados de acoso se encuentra Yen Chih-fa, quien negó la acusación, pero renunció a su cargo como asesor de la Presidenta Tsai. Tsai Mu-lin, un funcionario de alto nivel del partido, ha sido acusado de intimidar a una miembro del personal del partido para que guardara silencio cuando reportó que un colega había intentado entrar en su habitación de hotel. Tsai, que no es familiar de la Presidenta, ya renunció.
“Este movimiento me ha enseñado que no se debe tragar ninguna injusticia”, dijo Chen Wen-hsuan, la mujer que lo acusó. “Después de todo, no podemos pasar esto por alto”.
Por: AMY CHANG CHIEN
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