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Las dudas alrededor de la propuesta de dolarización para Argentina
Milei considera que esta medida es la única que salvaría la economía del país.
Milei no ha sido el único que ha propuesto la dolarización, también lo hizo en su momento el presidente Carlos Menem (1989-1999). Foto: Bloomberg
La idea central de Javier Milei, la que lo ha convertido en el aparente favorito para ser elegido presidente de Argentina, es dolarizar la economía del país. Eso requiere un plan para disolver el banco central, eliminar el peso y adoptar el dólar estadounidense como moneda de curso legal, para así suprimir, aparentemente, la inflación descontrolada que ha mantenido a la economía argentina prisionera durante años.
Un intento pasado por la misma vía fracasó hace 24 años cuando el plan de dolarización del presidente Menem no avanzó debido a una crisis económica
Analistas independientes, economistas y figuras de la oposición consultados por Americas Quarterly expresaron dudas, señalando que el banco central prácticamente no tiene dólares en sus arcas en la actualidad. Un intento pasado por la misma vía fracasó hace 24 años cuando el plan de dolarización del presidente Carlos Menem no avanzó debido a una crisis económica y una corrida contra el peso que provocó el colapso de un régimen de tipo de cambio fijo.
La realidad actual complejiza el asunto. Argentina ya tiene problemas para pagar un préstamo de USD $57 mil millones al Fondo Monetario Internacional (FMI) acordado en 2018 y renegociado en 2022. Esto hace muy improbable un nuevo paquete de ayuda para respaldar la dolarización. Y, en última instancia, advierten que la dolarización por sí sola no resolverá los desequilibrios fiscales fundamentales que han llevado al país a declararse en default en nueve ocasiones, incluyendo tres en las últimas dos décadas.
“Creo que (la dolarización) no es factible a corto plazo”, dijo Alejandro Werner, exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, a Americas Quarterly. “Argentina no tiene los dólares necesarios para dolarizar su economía y no tiene al mercado financiero para obtener dólares. Lo único que haría esto es inyectar más títulos argentinos en manos del sector privado internacional, directa o indirectamente, lo que disminuiría aún más el valor de estos mismo”.
Milei y sus principales asesores insisten firmemente en lo contrario. Emilio Ocampo, economista a cargo del plan de dolarización, sostiene que no se necesitarían reservas en el banco central ni un préstamo internacional de miles de millones para impulsar el nuevo sistema. En una entrevista de radio a mediados de agosto dijo que los argentinos tienen más de USD $200 mil millones en ahorros y otros depósitos en el extranjero y en otros lugares. “Cuando ese dinero entre en circulación para pagar impuestos, el Tesoro tendrá automáticamente moneda disponible para avanzar con el proceso”, dijo Ocampo.
Según los cálculos de Ocampo, el intercambio de todos los pesos en circulación y el dinero en los bancos al tipo de cambio actual requeriría alrededor de USD $60 mil millones, y algo de tiempo para su implementación. Como conocedor de los mercados gracias a una carrera de 20 años en Wall Street, Ocampo destaca dos etapas para este proceso: en la primera, solo se intercambiarían USD $30 mil millones en manos del público. La otra mitad, actualmente invertida en Leliqs, los bonos a corto plazo del banco central, pasaría a una segunda etapa, que llevaría unos cuatro años.
“Calculamos que en 16 meses, todos los pesos se cambiarán por dólares. Será un proceso gradual, como sucedió en Ecuador, que tomó nueve meses”, agregó. Los depósitos bancarios y los préstamos también se convertirían a moneda extranjera al mismo tiempo.
Sergio Massa, nuevo ministro de Economía de Argentina. Foto:EFE
La semana pasada, Milei dijo que la conversión de pesos a dólares se hará al tipo de cambio determinado por el mercado. La predicción generó amplias dudas. Sergio Massa, ministro de Economía y candidato presidencial de Unión por la Patria, dijo al día siguiente que la dolarización implicaría una devaluación del peso del 100 %.
Hablando en un programa de televisión, Massa advirtió que el plan de dolarización de Milei significaría que “las universidades públicas ya no serían gratuitas; los pasajes de tren costarían 1.100 pesos y el boleto de autobús sería de 650 pesos”. Estos precios son significativamente más altos que lo que los argentinos pagan actualmente. Según el Buenos Aires Herald, la tarifa mínima en Argentina es de 25 pesos para los trenes y 52 pesos para los autobuses en el área metropolitana de Buenos Aires.
Marina Dal Poggetto, directora de Eco Go Consultores con sede en Buenos Aires, reconoce que la dolarización podría ayudar a estabilizar la economía debido a su naturaleza rígida. Pero durante una crisis global, la dolarización podría hacer que sea excepcionalmente difícil absorber los golpes. “El ancla rígida no te permite adaptarte a las monedas flexibles cuando ocurren paradas súbitas y hay cambios en las políticas monetarias en los Estados Unidos, por ejemplo. Argentina sufrió durante la crisis de Brasil en 1999”, dijo Dal Poggetto a Americas Quarterly. Le preocupa que los costos iniciales de la dolarización conduzcan a un endeudamiento masivo para intercambiar el stock de bonos del banco central en manos de los bancos comerciales del país.
El dilema de la inflación
Los expertos coinciden en que la propuesta de dolarización de Milei ha ganado terreno en Argentina debido a la abrumadora demanda de estabilidad macroeconómica después de más de una década de inflación de dos dígitos y heridas autoinfligidas por políticas económicas.
La inflación anual de Argentina se redujo al 113,4 % en julio frente al 115 % en junio. Ese fue el nivel más alto desde 1991. Según algunas proyecciones, la tasa de cambio está programada para caer otro 70 % en los próximos meses. Las elecciones presidenciales de Argentina se celebrarán el 22 de octubre y es muy posible que haya una segunda vuelta, que sería el 19 de noviembre.
Incluso si dolarizar la economía de USD $632 mil millones (PIB 2022) podría ayudar rápidamente a reducir su inflación, es un proceso muy costoso, dijo Martín Castellano, jefe de investigación para América Latina en el Instituto Internacional de Finanzas en Washington.
Una economía dolarizada carecerá de la flexibilidad para adaptarse a los golpes, especialmente en una economía mundial más interconectada que presenta amplias tasas de cambio flotantes bajo regímenes de control de la inflación. Además, la asimetría con el ciclo económico de Estados Unidos podría llevar a una política de prociclicidad, según Castellano. En contraste, los desequilibrios macroeconómicos y de política que crea permanecen, dado que existe la opción de evitar la disciplina fiscal agotando todas las fuentes de financiamiento posibles, incluyendo la venta de activos y fondos de pensiones.
“El argumento de que el régimen obligaría a los responsables de la política a hacer que la economía sea más flexible mediante reformas en el mercado laboral y otras reformas mientras se vuelve fiscalmente austero simplemente no ha sido corroborado”, argumenta Castellano. Agregó que la dolarización ha vuelto a los países vulnerables a los choques externos y los pone en un camino de bajo crecimiento en medio de una sobrevaloración sostenida de la tasa de cambio real.
Desafiando las expectativas, Milei cree que el proceso no será complicado. “Porque la inflación, en todas partes y siempre, es un fenómeno monetario generado por una cantidad excesiva de dinero en circulación. Queremos dolarizar con el esquema básico, y podemos hacerlo. ¿Y es fácil? Súper fácil”, dijo a El País de España en julio.
Inspiración regional
La tasa de inflación de Argentina promedió el 189,99 % desde 1944 hasta este año, alcanzando un máximo histórico del 20.262 % en marzo de 1990.
Argentina encuentra inspiración en Ecuador, Panamá y El Salvador, tres naciones que han adoptado la dolarización con resultados mixtos y que dejaron atrás un pasado de alta inflación por un sistema monetario más estable. Esos países han tenido los niveles más bajos de inflación de la región durante los últimos 20 años. En contraste, según datos compilados por Trading Economics, la tasa de inflación de Argentina promedió el 189,99 % desde 1944 hasta este año, alcanzando un máximo histórico del 20.262 % en marzo de 1990.
Alejandro Werner señala que la inestabilidad de Argentina proviene de desequilibrios fiscales y que la dolarización no resolverá esos problemas. “En Argentina es una falacia. Ecuador está dolarizado y tiene problemas fiscales muy graves, por eso no tiene a los mercados financieros y los bonos de Ecuador se negocian de manera similar a los de Argentina, como una economía en crisis. Por lo tanto, pensar que al ponerte este corsé la sociedad entiende que debes hacer el resto, creo que es una falacia”, argumenta. “Desde el punto de vista económico, en términos de tamaño, diversificación y sofisticación de Argentina, la dolarización claramente no es un régimen de tipo de cambio óptimo”, agregó Werner.
Haciendo eco de un escepticismo similar, Mark Sobel, presidente estadounidense del Foro Oficial Monetario y Financiero (OMFIF), escribió en un artículo publicado en agosto en el Foro que la política no convencional “no es la respuesta” para Argentina. Dolarizar la economía es “una estrategia potencialmente peligrosa y sin salida. Podría sembrar las semillas de una gran contracción y un colapso mientras desvía la atención del arduo trabajo de arreglar la economía”, dijo en nombre del think tank con sede en Londres centrado en políticas globales e inversiones.
Independientemente de quién ocupe la Casa Rosada presidencial a continuación, no hay duda de cuál es el problema más apremiante para resolver. “No sabemos si es la convertibilidad, si es la dolarización, si es la adopción de otra moneda”, dijo Gonzalo Tanoira, presidente de San Miguel, una empresa de frutas y verduras, en una reciente conversación de WhatsApp en la que discutían las ideas de Milei. “Hay muchas alternativas; el problema es poder debatir cuál es la más viable seriamente”, agregó.