La Alemania pos-Merkel será dirigida por una inédita coalición tripartita

Olaf Scholz fue este miércoles un hombre feliz. El socialdemócrata, y todavía ministro de Finanzas del gobierno de la canciller alemana, Angela Merkel, será el hombre que se ponga al mando de la primera potencia europea, presumiblemente, el próximo 6 de diciembre tras la preceptiva investidura en el Bundestag (Parlamento alemán).

Ese día apareció ante las cámaras secundado por la ecologista Annalena Baerbock y por el liberal Christian Lindner. Ellos, junto al también ecologista Robert Habeck, son los líderes del acuerdo de coalición que dará paso a un tripartito inédito desde los años 50 y le abre camino a la izquierda con relación a los últimos 16 años bajo el gobierno de Merkel.

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El nuevo Gobierno llega con una larga de lista de reformas e inversiones bajo el brazo para ser ejecutadas durante los próximos cuatro años y con un programa de importante contenido ecologista, basado en la descarbonización de la economía, así como la digitalización y modernización del país y la protección social. Detalles que quedaron plasmados en un documento de 177 páginas.

Scholz, un hombre discreto como ministro de Finanzas, responsable de que Alemania diera una respuesta a la crisis de la pandemia de covid-19 muy diferente de la que dio en el periodo entre 2008 y 2012 –cuando apostó todo a los ajustes–, será la nueva cara al mundo desde Berlín. El nuevo canciller se estrenará con una visita oficial a París y en la cumbre europea, dentro de tres semanas.

El reparto de los ministerios puede dar una idea de por dónde irán los tiros en Alemania tras 16 años de hegemonía conservadora. Los socialdemócratas tendrán la jefatura del Gobierno, Interior, Defensa, Vivienda, Pensiones, Trabajo, gran parte de la política social y la papa caliente que nadie quería en estos tiempos, Sanidad, justo cuando Alemania está rompiendo sus récords en número de contagios y hospitalizaciones por covid.

Los liberales conseguirán su ansiado trofeo, Finanzas, para su líder Christian Lindner, un halcón económico que querría endurecer la política económica y fiscal europea, pero que en los últimos años fue tomando posiciones más flexibles.

Lindner tendrá un contrapeso de cuidado en la figura del ecologista Robert Habeck, que asumirá el macroministerio de Clima y Economía y será el segundo del Gobierno. Habeck es contrario a la ortodoxia fiscal que defiende Lindner y aboga por una política económica más expansiva, tanto en Alemania como en Europa.

Entre Lindner y Habeck estará uno de los grandes pulsos de la coalición. El Gobierno debe invertir masivamente en transición digital (solo Rumania y Bulgaria van por detrás en Europa, según datos de la Comisión Europea) y energética. Habeck será responsable de la mayor parte de ese gasto. Lindner, que controlará la caja, pretende que ese monto extra no se financie ni con más deuda ni con más impuestos.

El programa deja abiertas las opciones para que la Unión Europea reforme, como pretenden los países del sur del bloque, sus normas fiscales, que son las que fijan el máximo del déficit público en el 3 por ciento del PIB y el máximo de la deuda pública en el 60 por ciento. Normas fiscales que ahora mismo nadie cumple y todos iten que deben ampliarse –se habla de llevar el techo de la deuda al 100 por ciento del PIB– y sobre todo simplificarse.

Christian Odendahl, analista del Center for European Reform, que preparó un informe sobre las políticas económicas del nuevo Gobierno, le explicó a EL TIEMPO que “el acuerdo de la coalición está abierto a la reforma de las normas europeas y de hecho subraya los principios de tal reforma: asegurar el crecimiento, preservar la sostenibilidad de la deuda, generar inversiones sostenibles y respetuosas con el medioambiente y hacer que las reglas (fiscales europeas) sean más simples y transparentes”.

Pero, para Odendahl, lo importante es que el acuerdo “no descarte nada” en cuanto a esa reforma de las normas fiscales europeas, así como con la reedición de los actuales fondos pospandemia. Berlín, considera este analista, “quiere primero que este fondo actual sea un éxito, pero podría permitir su continuación”.

Lucas Guttenberg, vicedirector del Instituto Delors de Berlín, le dijo a este diario que el acuerdo “es bastante bueno para varios asuntos de la eurozona”.

Guttenberg considera, al igual que Odendahl y la mayoría de economistas alemanes, que es “muy importante que no haya líneas rojas, sino una posición abierta y constructiva para negociaciones que pueden incluir un cambio en las reglas (fiscales europeas)”.

Este analista también destaca que aunque el acuerdo no acepta que los nuevos fondos se conviertan en un instrumento permanente, sí se abre a que haya instrumentos similares que los sucedan.

En el Gobierno también tendrá un papel esencial la candidata electoral ecologista Annalena Baerbock, quien se hará cargo de la política exterior y se estrenará en un encuentro del G7 el próximo 10 de diciembre. Los verdes recuperan así el ministerio de Exteriores, que ya tuvieron en los años 90 en la figura del carismático Joschka Fisher.

Baerbock llevará una política exterior antinuclear. Alemania se sumará por primera vez a los países que apoyan el Tratado de Naciones Unidas de Prohibición de Armas Nucleares, una postura que respalda el 83 por ciento de los alemanes y no sentará bien en los países europeos con armamento nuclear: Francia y el Reino Unido.

Siete ministerios serán para los socialdemócratas; seis, para los ecologistas, y cinco, para los liberales, que a Finanzas sumarán Justicia, Educación y Transporte, una cartera que debe invertir masivamente en infraestructuras en los próximos años. El nombre de los ministros no se conoce todavía oficialmente porque cada partido deberá nombrar a los suyos.

El acuerdo tiene una deriva en Bruselas. Los partidos pactaron que en 2024, tras las próximas elecciones europeas, serán los ecologistas quienes tengan derecho a proponer al próximo comisario europeo de nacionalidad alemana.

En la práctica, eso significa la casi segura salida de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea desde 2019 y miembro de la CDU de Angela Merkel. De ser así, será una de las pocas presidentas de la Comisión Europea que tenga solo un mandato.

Las negociaciones en Alemania, que arrancaron el 28 de septiembre y se temían arduas y largas, fueron mucho más rápido de lo previsto. Para la posteridad quedará la selfi que se hicieron los ecologistas Baerbock y Habeck con los liberales Lindner y Wissing en esa primera reunión que abrió la vía a los acuerdos.

Esa noche de septiembre las dos formaciones menores acordaron buscar un pacto con los socialdemócratas y no con los conservadores, que tras Angela Merkel habían presentado como candidato a Armin Laschet.

Los liberales, que habían aprendido del error de 2017 cuando tras semanas de negociaciones se levantaron de la mesa pensando que los conservadores cederían y terminaron dejándolos por fuera y pactando con los socialdemócratas, se aprestan a ser parte de un inédito pacto que no solo incluye el reparto de carteras ministeriales, sino que detalla las políticas que seguirá Alemania, cómo las financiará y todo el reparto de responsabilidades en los segundos y terceros escalones del Ejecutivo.

IDAFE MARTÍN PÉREZ

Para EL TIEMPO

Bruselas