En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
'Nunca he salido a la calle': la historia de horror y tortura de 13 hijos
Sus padres los amarraron con cadenas, les impidieron bañarse y les negaron comida sana por 29 años.
David y Louise Turpin, sus papás, fueron condenados a cadena perpetua por el abuso al que los sometieron. Foto: Facebook: David-Louise Turpin
Una llamada de escasos segundos fue suficiente para terminar con la barbarie de tres décadas continuas:
- Bienvenido a la línea de emergencia.
- Acabé de escapar de mi casa porque vivo con una familia de 13 hermanos y nuestros padres abusan de nosotros(…) dos de mis hermanos están encadenados.
- ¿A dónde están amarrados?
- A la cama(...)
- ¿Qué van a hacer tus padres cuando se den cuenta de que te escapaste?
Y todo a raíz de unos padres que creían que encerrar a sus hijos, impedirles bañarse, amarrarlos con cadenas, negarles la comida y abandonarlos era ‘lo mejor para ellos’.
A pesar de no saber la dirección de su casa porque nunca había "salido a la calle", el “ya vamos para allá” de la Policía de Perris, una pequeña ciudad de California, en Estados Unidos, significó para los 13 hermanos el fin de una tragedia y el comienzo de una ‘nueva vida’.
David Allen Turpin y Louise Anna Turpin huyeron de sus familias y se casaron en 1985 cuando apenas eran un par de veinteañeros.
Luego, porque “Dios les pidió hacerlo”, decidieron tener 13 hijos en un plazo de tres décadas.
Lo que no fue para nada benigno fue el trato que decidieron darle a sus retoños.
Según se pudo comprobar, los Turpin impidieron que sus hijos fueran a un colegio, tuvieran amigos, visitaran un médico, se bañaran más de una vez al año y, prácticamente, ‘vivieran’.
En el momento de la visita de los policías a su domicilio, una casa que estaba registrada de forma legal como un colegio, se toparon con que el escabroso relato de Jordan, una de los menores afectados, era cierto.
El hogar estaba inundado por el hedor. Tres de los niños estaban atados con cadenas a sus camas. Todos lucían desnutridos y sus padres no tenían mayor explicación.
Por lo que descubrieron las autoridades, los Turpin tenían cierta fascinación por ir a Disney y celebrar los aniversarios de su matrimonio.
Aquellas eran las únicas salidas de los trece hermanos.
No quedaban dudas: la casa familiar era el infierno para sus habitantes más jóvenes.
La pareja fue capturada el mismo día en que una de sus hijas diera el aviso a las autoridades. Foto:Riverside County Sheriff's department
Después de la intervención policial, los hermanos fueron trasladados de urgencia a un centro médico para ser atendidos.
Al parecer, el único que estaba medianamente sano era el menor de todos: un bebé de tan solo 2 años.
Los padres fueron arrestados ese mismo día y acusados de más de una decena de cargos relacionados con tortura y abuso infantil.
En junio de 2018, por los delitos de ‘tortura’, ‘maltrato infantil’ y ‘privación ilegítima de la libertad’, fueron condenados a cadena perpetua con un mínimo de 25 años bajo prisión intramural.
Después de que los vejámenes se hiciesen públicos, varios medios norteamericanos siguieron de cerca el desarrollo del caso. Foto:EFE
“Hay casos que te atormentan. Algunos son depravación humana, y eso es lo que estamos viendo aquí”, dijo el fiscal del caso.
"Mi educación y disciplina en el hogar tenían buenas intenciones. Nunca tuve la intención de hacer daño a mis hijos. Amo a mis hijos y creo que mis hijos me aman", comentó David Turpin por intermedio de su abogado en el juicio.
"No puedo describir con palabras lo que vivimos al crecer allí", concluyó uno de los 13 hermanos ultrajados.
El reto de ‘empezar de cero’
Tras tres años de quietud y discreción, en los próximos días la cadena norteamericana ‘ABC’ emitirá una entrevista que le hicieron hace pocas semanas a dos de las hijas afectadas.
Las declaraciones del video promocional son desgarradoras: “Estuvimos cerca de morir muchas veces”, “Mis padres se apoderaron de toda mi vida, pero ahora la estoy tomando de regreso”.
Dos de las hermanas contaron detalles de la historia en 'ABC'. Sus testimonios serán públicos el 19 de noviembre. Foto:Captura de pantalla Good Morning America, 'ABC'.
El controversial caso levantó en su momento una oleada de indignación. A pesar de la condena de sus padres, algunos de los afectados quisieron ‘perdonarlos’; otros han buscado pasar la página y reiniciar su vida sin las cadenas que los ataban por supuesto amor.
Lo cierto es que la herida, tan profunda por el daño y el tiempo, parece que no cerrará tan fácil.