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Análisis
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¿Por qué el discurso pesimista de Donald Trump puede jugar a favor de Kamala Harris para las elecciones presidenciales de Estados Unidos?
Exfuncionarios que trabajaron con Trump durante sus años en la Casa Blanca coinciden en que está “frustrado” y “asustado” y que actúa a la defensiva de manera desesperada. Encuestas se mantienten justas, pero Harris podría crecer.
Quizá entre tanto “ruido” que hubo durante la semana -los dos años de gestión del presidente Gustavo Petro, la crisis en Venezuela o el breve colapso de la bolsa de valores, por nombrar algunos- la noticia de la nominación oficial de Kamala Harris como candidata del partido demócrata para las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos pasó un poco desapercibida y no debería serlo puesto que marcó un hito en la historia de ese país.
De 59 años, Harris se convirtió el pasado miércoles -en medio de una apurada elección virtual- en la segunda mujer con opciones reales de llegar a la Casa Blanca, y, dicho sea de paso, en la primera de origen afro y con fuertes raíces inmigrantes: nació en California de padre jamaiquino y madre de la India.
Aún más relevante, al menos para el contexto actual, es el impacto que está teniendo su meteórico ascenso en la carrera contra Donald Trump, el candidato designado por los republicanos para las elecciones de noviembre próximo.
Miles de simpatizantes sostenían carteles oficiales con los apellidos Harris y Walz. Foto:Getty Images via AFP
De ser un partido resignado, y hasta moribundo, los demócratas se reinventaron en un abrir y cerrar de ojos. Pasaron de una crisis que derivó en la renuncia a la candidatura del presidente Joe Biden hace tan solo tres semanas a puntear en la mayoría de las encuestas con Harris como salvavidas.
Todo un tsunami de energía y viento fresco que muchos equiparan a la oleada que se sintió en el 2008 cuando el desconocido Barack Obama emergió del proceso de nominación como alternativa para los comicios de ese año.
Si bien la contienda electoral tiene aún tres meses por delante y podría tratarse tan solo de una luna de miel transitoria entre un sector de los estadounidenses con Harris, las encuestas de los últimos días ya han comenzado a darle asidero al fenómeno.
En los últimos 15 sondeos a nivel nacional, entre ellos los de Marista College, Yougov, The Economist SurveyUSA y Morning Consult, Harris aparece a la cabeza de la contienda por ventajas que van entre un punto y más de tres.
Igualmente, en los promedios de encuestas que publican portales como 538 y Race to the White House, donde se consideran todos los sondeos -confiables y menos confiables- la diferencia a favor de Harris es de 2,1 y 1,8 puntos porcentuales, respectivamente.
La ventaja, por supuesto, no es grande y está dentro del margen de error. Pero, si se tiene en cuenta que el punto de partida es el retiro de Biden, el salto es de casi seis puntos porcentuales. Adicionalmente, está la consistencia de la trayectoria, que en la mayoría es similar.
En el sondeo que publica The Economist correspondiente al pasado 7 de agosto, por ejemplo, Harris obtiene el 47,6 por ciento de las preferencias frente al 45,4 de Trump. Según la revista británica, es la primera vez desde octubre del año pasado que la opción demócrata supera a la alternativa de los republicanos.
La carrera contra Joe Biden, tras su pobre desempeño en el debate de junio, era un poco irreal. Harris simplemente ha regresado la contienda a donde estábamos antes. La de un país dividido por la mitad.
Sin embargo, los estrategas cercanos al partido del elefante reconocen el cambio en la dinámica, pero no ven en ella razones para entrar en pánico.
“La carrera contra Joe Biden, tras su pobre desempeño en el debate de junio, era un poco irreal. Harris simplemente ha regresado la contienda a donde estábamos antes. La de un país dividido por la mitad”, afirma una fuente cercana a la campaña de Trump.
Algo con lo que coincide parcialmente Larry Sábato, director del proyecto electoral de la Universidad de Virginia.
“Harris -dice Sábato- como mínimo ha detenido el desangre de los demócratas y recuperado el terreno perdido. ¿Qué tanto más pueda crecer?, es lo que no sabemos”.
Ese es un balance que también emerge de los sondeos en los llamados estados “indecisos”, que definirán la carrera por la Casa Blanca.
Previo al retiro de Biden, el exmandatario republicano lideraba los sondeos en los siete estados que se consideran verdaderamente competitivos: Arizona, Nevada, Georgia, Míchigan, Wisconsin, Pensilvania y Carolina del Norte. Todos, salvo Carolina del Norte, con el antecedente de que Biden los ganó en las elecciones del 2020.
Sin embargo, desde su renuncia a la candidatura, los números se han apretado. Si bien Trump aún lidera en Arizona, Georgia y Carolina del Norte, Harris lo aventaja en Míchigan, Wisconsin, Nevada y Pensilvania.
El presidente estadounidense, Joe Biden, y su vicepresidenta, Kamala Harris. Foto:AFP
Es decir, a estas alturas, la contienda por la presidencia de Estados Unidos luce como un empate técnico en el que cualquiera podría ganar. Eso sí, con la diferencia que para los demócratas es Harris la que ahora está en ascenso y quizá todavía no ha llegado a su techo.
Tim Walz, actual gobernador de Minnesota, fue designado esta semana como la fórmula vicepresidencial de Harris. Si bien es un cargo que no suma mucho en la carrera, Walz, con su historia de profesor de escuela pública, ex veterano de la Guardia Nacional y curtido político de punzante oratoria, cayó bien entre la mayoría del electorado. Especialmente, por su atractivo para los votantes en los estados del centro oeste, de donde es oriundo, y que podrían inclinar la balanza.
Tim Walz. Foto:Getty Images via AFP
La reacción de Trump, que llevaba un par de semanas ausente del ciclo noticioso, también dejó en evidencia que está sintiendo la presión por la escalada demócrata.
En una acalorada rueda de prensa esta semana desde Florida, y a través de redes sociales, el expresidente pasó al ataque acusando a la dupla de ser “liberales de extrema” que pretenden destruir al país y terminó, no solo aceptando el debate propuesto por Harris para este 10 de septiembre, sino pidiendo que se realicen dos más.
“Conozco a Trump bien, y este es un Donald Trump frustrado y asustado por lo que ve. Cuando empieza a decir que va ganado, que no les crean a las encuestas, que todo es injusto, y recurre al discurso de que el país se está incendiando, que el crimen está fuera de control, que estamos siendo invadidos por terroristas, ese es un Trump a la defensiva e intentando desesperadamente cambiar la dinámica”, dice Anthony Scaramucci, uno de sus jefes de comunicación cuando ocupó en la Oficina Oval.
Donald Trump en una rueda de prensa en Florida. Foto:Getty Images via AFP
Stephanie Grisham, otra exfuncionaria que trabajó con Trump durante esos años, coincide con Scaramucci y destaca que, justamente, el principal problema del magnate es su postura defensiva y pesimista, y lo que explica el ascenso de Harris.
“La estrategia de Trump, ahora y antes, es de drama y pesimismo porque motiva a la base. Pero, la gente también está cansada de tanta negatividad, es un mensaje que fatiga, y muchos lo que quieren es esperanza. Eso es lo que está canalizando Kamala Harris”, afirma Grisham.
Aunque la campaña demócrata no ha abandonado del todo la retórica de que el expresidente es un peligro para la democracia -estrategia también basada en el miedo y que se identificaba más con la apuesta electoral de Biden-, sí es notorio el cambio de su discurso hacia uno donde el futuro es prometedor.
“Mi promesa para ustedes es la siguiente: nuestra campaña llegará a todos, desde los estados rojos hasta los estados azules, desde el centro hasta las costas, las comunidades rurales, urbanas, suburbanas y tribales. Nuestra campaña es para todos y gobernaremos para todos”, dijo Harris esta semana tras aceptar la nominación.
Trump, en sus palabras, “es un octogenario malhumorado que nos quiere devolver a un tiempo pasado y peor”.
Las dos narrativas, por supuesto, son irreales. Ni Estados Unidos es el “hueco del tercer mundo” del que habla el expresidente republicano, ni será fácil convertirlo en la pradera verde que ahora parece prometer Harris ante los grandes desafíos que enfrenta el país en materia económica y de política exterior. Pero, de momento, Estados Unidos parece haber cambiado la radiografía de una contienda electoral que se reinició hace tres semanas y cuyo desenlace sigue en el aire.