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Facebook: la historia de un escándalo cada vez mayor

La reciente interrupción masiva ocurrió en medio de un escrutinio tras la filtración de documentos.

Zuckerberg perdió 5.900 millones de dólares tras la caída de WhatsApp, Facebook e Instagram

Zuckerberg perdió 5.900 millones de dólares tras la caída de WhatsApp, Facebook e Instagram Foto: Mandel Ngan. AFP

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Esta semana, Facebook y sus populares aplicaciones Instagram y WhatsApp volvieron a ser noticia mundial. El desplome de las redes sociales por más de cinco horas no solo creó un caos en las comunicaciones que terminó costando miles de millones de dólares en pérdidas, sino que demostró la peligrosa interdependencia que ha desarrollado el planeta con la compañía que dirige Mark Zuckerberg. Pero quizá lo más delicado para el futuro de la empresa fue lo que sucedió en un salón del Capitolio de Estados Unidos, donde legisladores de ambos partidos se reunieron para escuchar el testimonio de s Haugen, otrora empleada de Facebook, quien decidió renunciar para dar la cara y exponer los secretos más oscuros de esta organización.
Haugen, de 37 años, trabajó en Facebook hasta mayo de este año en la división para la integridad cívica, una unidad dentro de la organización cuyo objetivo era recomendar políticas que protegieran al público general. Antes de tomar su decisión, Haugen consultó con su madre, una sacerdote episcopal en Durant, Iowa, que le sugirió que si estaba convencida de que Facebook ponía la vida de muchos en riesgo, debía hacer lo correcto y denunciarlo.
Horas antes de abandonar la empresa sacó copias de decenas de documentos que, según ella, prueban que Facebook siempre ha sido consciente de que sus algoritmos alimentan la división, promueven el odio, diseminan noticias falsas y pueden tener un profundo impacto en la salud emocional y física de los adolescentes. Y en lugar de corregirlo, lo que hizo fue mirar para el otro lado privilegiando su crecimiento y ganancias en lugar de escoger la protección de sus clientes.
Inicialmente le entregó esos documentos al 'Wall Street Journal' pidiendo el anonimato. Basado en ellos, este diario ya había publicado una serie de reportajes exponiendo su contenido. Adicionalmente, Haugen elevó ocho demandas contra Facebook ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (SEC, por su sigla en inglés), cuya función es proteger a los inversionistas y mantener la integridad de los mercados, y los presentó de manera secreta al Comité de Comercio del Senado, que ya venía adelantando una pesquisa contra la empresa.
Su identidad como la persona tras las filtraciones fue revelada el domingo pasado en entrevista con el programa 60 Minutos. Pero su comparecencia física ante el Congreso y su brutal testimonio de más de ocho horas provocaron todo un tsunami de críticas contra la empresa, que la han dejado contra las cuerdas.
“Me di cuenta de una verdad devastadora. Nadie por fuera de Facebook sabe lo que pasa en Facebook. La compañía esconde información de manera intencional tanto al público como al Gobierno de Estados Unidos y otros gobiernos. Facebook quiere que creamos que los problemas de los que hablamos no tienen solución. Quieren que creamos que hay que escoger entre un Facebook lleno de contenido extremo y que divide o perder uno de los valores más importantes de este país, que es la libertad de expresión. Que para poder compartir fotos divertidas de sus hijos debe aceptarse la inundación de estos rabiosos mensajes. Que eso es parte del trato. Pero eso no es cierto”, dijo Haugen, que tiene previsto viajar a Inglaterra y otros países para exponer sus hallazgos con gobiernos alrededor del mundo.
Nadie por fuera de Facebook sabe lo que pasa en Facebook. La compañía esconde información de manera intencional
Según Haugen, el principal problema es que la viralidad de Facebook depende de cómo la división que se encarga del crecimiento de la empresa amplifica el algoritmo para asegurarse de que el contenido “pegue más y se reproduzca”. Cuanto más suceda, más tiempo pasan los s en las redes y más ganancias obtiene Facebook, porque puede exponerlos a más avisos publicitarios. Y numerosos estudios han demostrado que entre más polémico y divisivo sea el contenido, así sea falso, más tráfico genera. Haugen sostiene que Facebook es consciente de esa situación, pero les da prioridad a sus arcas.
Para la informante, a eso se suman dos factores que tienen que ver con la cultura de la empresa. Por un lado, dedica cada vez menos recursos a las unidades que se encargan de monitorear el fenómeno –como en la que ella trabajaba–, y por el otro, incentiva a sus empleados mediante bonificaciones para que generen más “clics”. En una de las demandas ante la SEC, Haugen resalta un estudio hecho por Facebook en el que se sigue el comportamiento de un hipotético que quiere seguir “noticias de corte conservador y humor en general”.
A los dos días, ese ya estaba recibiendo noticias de conspiración y en menos de una semana ya lo estaban inundado con contenido de QAnon, una especie de secta que viene creciendo en popularidad y que cree que el Departamento de Estado está compuesto por un orden satánico que abusa de niños, y que los extraterrestres viven entre nosotros.
En el caso de los adolescentes y menores de edad, según Haugen, los estudios internos también demuestran que Facebook está al tanto de que sus plataformas, especialmente Instagram, los afectan negativamente en cuanto a problemas de autoestima, espacios para el matoneo y trastornos alimentarios.
Durante la audiencia, varios legisladores equipararon este momento con el que atravesó la industria del tabaco en Estado Unidos cuando otro informante reportó que las empresas sabían que causaba cáncer y adicción, lo cual condujo a decisiones para regular su venta y la manera de hacer publicidad.
“Creo que ha llegado el momento de actuar y usted es el catalizador para esa acción. Esta compañía podría ser muy rentable y muy segura a la vez. Pero escogieron el camino de la codicia. Si solo optaran por dejar de recibir algo menos de plata y aplicaran el algoritmo de manera diferente, ayudarían a salvar vidas”, dijo la senadora Amy Klobuchar.
Facebook, por supuesto, se defendió con vehemencia. Zuckerberg, en un e-mail a sus empleados que luego publicó en redes, dijo que las acusaciones eran totalmente falsas y que no priorizan ganancias sobre el bien común.
“Nos preocupan profundamente los temas de seguridad, bienestar y salud. Es difícil ver un cubrimiento que desdibuja nuestro trabajo y motivaciones. La mayoría de nosotros no podemos reconocer como real esta falsa película que están pintando”, dijo.
Según el empresario, el argumento central es, además, ilógico: “Nosotros ganamos por la publicidad. Y los anunciantes nos dicen de manera consistente que ellos no quieren que su publicidad aparezca junto a contenido que genere rabia o cause daño”.
La exempleada de Facebook s Haugen testifica durante una audiencia del Comité Senatorial de EE. UU.

La exempleada de Facebook s Haugen testifica durante una audiencia del Comité Senatorial de EE. UU. Foto:AFP

La pregunta es si lo sucedido esta semana finalmente se traducirá en la intervención del Gobierno para regular Facebook y sus aplicaciones. Desde hace años la empresa viene enfrentando numerosas críticas por su conducta y monopolio de las redes, sin que eso se haya traducido en cambios.
Por un lado, Facebook, como las tabacaleras en su momento, invierte gruesas sumas de dinero en un lobby ante el Congreso que le ha servido para mantener el statu quo. Y que en gran parte está basado en el concepto de libertad de expresión y las protecciones que concedió a esta industria la Sección 230, un componente de una ley que impide demandas contra este tipo de compañías por las publicaciones o comentarios de sus s y clientes, y que les da un amplio espectro para autogobernarse.
Desde las elecciones del 2016, los demócratas vienen presionando para que la empresa controle el flujo de información falsa, en particular a raíz de la intervención de Rusia en la campaña de ese año para favorecer a Donald Trump.
Los republicanos inicialmente se opusieron a elevar regulaciones –en aras de la libertad de expresión–, pero desde que Facebook comenzó a censurar a figuras de su partido (como Trump) han empezado a remar en esa misma dirección. El problema es que no hay consenso entre ambos sobre lo que se debe o puede hacer, pues sus intereses políticos son muy diferentes.
Aun así, muchos analistas sostienen que Facebook en esta ocasión quizá atravesó una línea roja que le traerá consecuencias. Particularmente con lo que se refiere a los niños y adolescentes.
“El tema de que los niños se vean afectados negativamente al usar Instagram y otras aplicaciones de redes sociales es algo en lo que republicanos y demócratas pueden encontrar puntos de acuerdo”, dijo Paul Barrett, director adjunto del Centro Stern para Empresas y Derechos Humanos de la Universidad de Nueva York durante una conferencia de prensa.
Algo que se notó durante la audiencia. A pesar de las enormes divisiones que los enfrentan, todos estuvieron en la misma página cuando se puso el tema de Facebook y los jóvenes sobre la mesa.
Lo único claro, dice Barrett, es que “Facebook no puede seguir autorregulándose. La pregunta que resta es si el testimonio de Haugen y los documentos que aportó generarán la masa crítica que se requiere en el Capitolio para que finalmente hagan algo”. Y eso es lo que está por verse.

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SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En Twitter: @sergom68

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