Wa Lone, de 32 años, y Kyaw Soe Oo, de 28 años, fueron acusados de infringir la ley birmana sobre secretos de Estado cuando investigaban acerca de una masacre de musulmanes de la minoría rohinyá y fueron condenados a siete años de prisión, lo que provocó indignación a nivel internacional.
El
gobierno británico pidió la liberación "inmediata" de los dos periodistas birmanos condenados a siete años de cárcel en
Birmania por haber investigado una matanza de rohinyás a manos del ejército.
"Estamos profundamente decepcionados con este veredicto y esta sentencia y pedimos que los periodistas sean puestos en libertad de forma inmediata", declaró un portavoz del gobierno británico. La jefa de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, pidió también la libertad "inmediata" de los dos periodistas. "Creo que todo (...) el proceso fue una parodia de justicia. Por lo tanto, exhorto al gobierno de Birmania a liberarlos lo antes posible, inmediatamente", dijo a la prensa Bachelet, tras asumir sus funciones este lunes en Ginebra.
La imagen de Aung San Suu Kyi
La condena constituye otro duro golpe para la dirigente Aung San Suu Kyi, la premio Nobel fue acusada la semana pasada por el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Husein, de convertirse en "la portavoz del ejército birmano", puesto que se negó a tomar posición al respecto, algo que irrita en el exterior.
Este lunes, tampoco reaccionó ante la dura sentencia contra los jóvenes
periodistas de Reuters, quienes no obstante criticaron públicamente a su gobierno luego de escuchar el veredicto. "El gobierno puede encarcelarnos (...) pero no puede cerrar los ojos y los oídos del pueblo", lanzó uno de los condenados, Kyaw Soe Oo, tras este controvertido juicio en un país donde la independencia del poder judicial está muy cuestionada.
La exdisidente, quien pasó muchos años bajo arresto domiciliario durante el gobierno de la junta militar, que estuvo en el poder hasta 2011, hasta hace poco era comparada con el Dalai Lama, Nelson Mandela o Martin Luther King.
Pero, preocupada por mantener el 'statu quo' con el aún poderoso ejército, ella y su gobierno son acusados en un informe de expertos de la ONU publicado la semana pasada de obstruir su investigación y apoyar al ejército de manera incondicional.
Bill Richardson, diplomático estadounidense que abandonó estrepitosamente una comisión encargada del 'dossier' rohinyá, integrada por la propia Aung San Suu Kyi, recientemente destacó la reacción "plena de cólera" de esta última, cuando se trató sobre la suerte de los dos periodistas durante una reunión hace unos meses atrás.
Llegó al punto de tratarlos de "traidores". El exdiplomático tailandés Kobsak Chutikul, que desde entonces también abandonó la comisión, confirmó que el ambiente en aquella reunión fue muy "tenso".
'Fake news'
Desde la victoria de su partido a fines de 2015 y su llegada al poder en 2016, Aung San Suu Kyisu no ha desmontado el rol propagandístico del ministerio de Información heredado de la junta militar. El periódico oficial (controlado por este ministerio) Global New Light of Myanmar continúa denunciando la cobertura de la tragedia de los rohinyás en el extranjero como "fake news".
Por su parte Aung San Suu Kyi ha denunciado el "iceberg de la desinformación" de los medios de comunicación occidentales. Para Aaron Connelly, experto en Birmania del Instituto Lowy en Australia, las excusas brindadas a Aung San Suu Kyi, que no tiene el menor control sobre un ejército políticamente poderoso, son "un mito".
Él argumenta que en otros asuntos, pese a que los ministerios del Interior y de Defensa están controlados por el ejército, en ocasiones ha resultado ser una política inteligente para ablandar a los generales. Pero en este país de mayoría budista, donde los rohinyás han sido marginados durante décadas, la dirigente no estaría convencida de la pertinencia de defender los derechos de esta minoría musulmana.
"La aceptación por parte de Aung San Suu Kyi del juicio contra los dos
periodistas de Reuters es inexcusable, así como su silencio respecto a este asunto. En tanto jefe del gobierno 'de facto', Aung San Suu Kyi podría sin lugar a dudas poner punto final a este proceso 'kafkiano', según Andrea Girogetta, representante de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) en Asia.
AFP