En las últimas décadas, la participación de las mujeres en la fuerza laboral de Colombia ha tenido un cambio progresivo, partiendo de la necesidad cada vez mayor de desarrollo y evolución de la figura femenina en la sociedad. Aunque es cierto que se han logrado avances importantes en la equidad, es aún más importante conocer los retos que todavía se deben superar en esta materia.
Daniela Liévano, asociada senior de Empleo y Compensación de Valer McKenzie, señala que la participación de la mujer en el mercado laboral colombiano debe analizarse desde varias perspectivas: empleabilidad formal e informal, trabajo doméstico no remunerado, independencia económica para adquirir y usar bienes (principalmente la tierra) y servicios, impacto del cambio climático; crisis sanitarias y humanitarias, entre otros. Estas variables son analizadas periódicamente por entidades gubernamentales y también por organizaciones como ONU Mujeres que, a propósito, realiza un estudio anual del progreso de Colombia en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) desde una perspectiva de género.
“En el estudio publicado para 2022, ONU Mujeres concluyó que el camino para alcanzar la igualdad de género en 2030 no está avanzando con la rapidez y a través de los mecanismos esperados. Por supuesto, la pandemia del Covid-19 tuvo un efecto enlentecedor importante en este proceso y Colombia no es la excepción en el panorama global”, concluye la especialista.
Más recientemente, según aportes de María Esperanza Cuenca, docente y coordinadora del grupo de investigación del Departamento de Economía – Uninorte, con corte a agosto del 2023 el DANE arrojó que la tasa de desocupación para las mujeres fue 11,7% y para los hombres 7,7%. Sí existe una mejoría con respecto a la pandemia; pero no alcanzamos los niveles de agosto de 2017. Esto quiere decir que más mujeres quisieran entrar a trabajar, buscan empleo y no logran conseguirlo; además, para el total nacional en el entre junio - agosto 2023, la diferencia entre hombres y mujeres en la tasa global de participación (TGP) se ubicó en 24,0 puntos porcentuales a favor de los hombres, la tasa de ocupación (TO) en 24,4 p.p. y la brecha de la tasa de desocupación (TD) en 4,1 p.p”, precisa Cuenca.
Esta coyuntura, agrega la docente, afecta el nivel de ingresos de las mujeres, y en la situación rural, es más profunda la diferencia: la ocupación para las mujeres es de 40.6% y la de los hombres 79.8%. Además, deja a las mujeres expuestas a que, en caso de situaciones de violencia doméstica, sean mayores las dificultades para salir su crecimiento económico, profesional y social, sin contar las consecuencias emocionales y psicológicas que esto pudiese ocasionar en ellas.
¿Qué avances se han logrado y cuáles son los desafíos pendientes?
Desde su perspectiva, Daniela Lévano, detalla que un avance importante es el enfoque de género que el Gobierno Nacional y las Altas Cortes le han dado a ciertos temas cruciales para las mujeres en Colombia como el Sistema de Protección Social, los esfuerzos por promocionar a las mujeres en sistemas agro-alimentarios, la transición justa de las mujeres en los procesos de descarbonificación y transición energética, entre otros.
“De acuerdo con organizaciones como CEPAL y ONU Mujeres, el gobierno nacional está proveyendo información estratégica que permite analizar la situación actual de las mujeres versus los hombres en las distintas dimensiones de análisis sobre la equidad de género. Esto es muy positivo para realizar un diagnóstico del estado del país y así trazar metas realistas a futuro”, explica Lévano.
Ahora bien, desde el sector privado, es notorio el avance en la concientización de este flagelo y en incluir la igualdad de género como un factor determinante; incluso, en muchas organizaciones este tema hace parte de su enfoque de Responsabilidad Social Empresarial y de sus planes de sostenibilidad, incluyendo aspectos clave para la equidad de género como el rompimiento de techos de cristal, programas de mentoría y educación, entre otros.
“Considero que los principales desafíos pendientes están relacionados con temas como seguridad alimentaria de las mujeres principalmente en zonas rurales; a agua potable; manejo de conflicto armado para asegurar que las niñas y adolescentes puedan estudiar; mejor educación sexual en escuelas públicas y privadas para mujeres en edad reproductiva; educación financiera gratuita para mujeres orientada a lograr independencia económica; participación de las mujeres en la industria STEAM, y otros tantos”, puntualizó.
En la misma línea, otro desafío importante, -en especial para la región Caribe-, es la distribución del trabajo doméstico entre hombres y mujeres. Agrega la docente María Esperanza Cuenca que para 2021, el DANE calculó que el valor de la producción de trabajo de cuidado no remunerado en los hogares en el país corresponde al 57.2%. “Llama la atención, por ejemplo, que en la producción de todo lo relacionado con el suministro de alimentos, el DANE muestra que el 84% es producido por las mujeres; para mantenimiento de vestuario, el 87%. La menor diferencia aparece cuando se trata de las compras y la istración del hogar donde las mujeres llevan a cabo el 52.4% de la producción de los bienes requeridos para tal fin. Sin embargo, en los departamentos de la costa Caribe se profundizan dichas diferencias”, advierte.
Por otra parte, el relativo a la brecha de género en materia salarial es quizá de los mayores desafíos que no han sido superados. Dayana Fernández, doctora en Ciencias Políticas, explica que actualmente esa diferencia de salario es de aproximadamente 20% que beneficia a los hombres. Es decir, que, en promedio, los hombres ganan dicho porcentaje por encima de lo que podrían ganar las mujeres cumpliendo con las mismas funciones laborales. Esta problemática va de la mano con la poca ocupación de mujeres en cargos importantes dentro de las empresas
“Se necesita fortalecer la presencia y el liderazgo de las mujeres en los sectores económicos. Las mujeres tienen mucho que aportar para el desarrollo no sólo de Colombia sino de las empresas como tal. Sin embargo, todavía existe un conjunto de obstáculos y barreras vinculados con el hecho de ser mujeres que le impiden estar presente en los sectores más altos dentro de la jerarquía de las empresas”, señala Fernández.
Por rama de actividad, insiste la doctora, las mujeres superan sustancialmente a los hombres en la istración pública, educación y atención a la salud, en actividades artísticas, entretenimiento y recreación, y en servicios de alojamiento y de comida. Mientras que en las áreas STEAM, las mujeres representan un porcentaje inferior a los hombres, ese es otro de los grandes desafíos.