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Financiar los ecosistemas exige garantizar el desarrollo de los pueblos
Se hizo en el sobre la conceptualización de los llamados créditos de biodiversidad de la CAF.
Brigitte Baptiste, (Universidad Ean), Patricia Zurita (Estrategia de Conservation International) y Alicia Montalvo (CAF). Foto: Archivo Particular
“Debemos entender que esto es un negocio y que, como tal, debe generar ganancias para todos los involucrados, principalmente a las comunidades impactadas por el deterioro de los ecosistemas. Puede ser una posición muy antropocéntrica, pero es que así es. Esto debe ser un gana-gana”.
Con esta reflexión, la bióloga Brigitte Baptiste expandió ampliamente el panorama de la discusión sobre cómo se debe valorar el recurso natural para financiar su preservación de manera exitosa, a través de un novedoso instrumento que ha promovido la banca de desarrollo, a propósito de la realización de la COP16, en Cali (Colombia): los créditos de biodiversidad.
Baptiste, rectora de la universidad colombiana Ean, y la directora de Estrategia de Conservation International, Patricia Zurita, fueron las invitadas al 'Reconociendo el valor de los ecosistemas estratégicos de América Latina y el Caribe. Retos y oportunidades para el desarrollo de los créditos de biodiversidad', adelantado ayer en el pabellón de zona azul de CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-, y coorganizado por Atlantic Council.
Uno de los mayores retos que enfrentan los organismos de financiamiento para poner a circular dichos recursos, mediante un endeudamiento enfocado en devolver la vida a los ecosistemas, y que, como bien lo recalcó Baptiste, se revierta en progreso y mejoramiento de la calidad de vida de los pueblos y grupos étnicos que dependen de ellos, es cómo generar demanda para aquellos.
“Los bonos de biodiversidad son importantes porque nos permiten desacoplar la idea de que solo estamos protegiendo especies. Si no tenemos una conexión directa con la preservación de la vida de los seres humanos continuaremos autodestruyéndonos. ¿De qué nos sirve invertir miles de millones de dólares en la recuperación de una especie de pato o de una foca, si eso no trae beneficios para la humanidad?”, acotó Baptiste, para reiterar su mensaje sobre la necesidad de conceptuar muy bien la inversión en la diversidad biológica.
Despacio y con buena letra
Los participantes en el sobre créditos de biodiversidad coincidieron en que sin el beneficio para las comunidades es imposible recuperar los ecosistemas por medio de la financiación verde. Foto:Archivo Particular
En su participación como moderadora del , la gerenta de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de CAF, Alicia Montalvo, trasladó el interrogante a los istas invitados sobre cómo fortalecer la demanda. Antes de esto enfatizó en que CAF ha tomado la decisión de destinar el 40 por ciento de su inversión a temas verdes, de cara a 2026, y, de ellos, 10 por ciento, a iniciativas relacionadas con biodiversidad, pero que, ante todo, requiere de las recomendaciones de los sabios en el campo para poder transferir dichos recursos “despacio y con cautela, pero de manera acertada, tal como nos lo han reiterado los expertos", recalcó.
Desde sus puntos de vista, los invitados respondieron que las estrategias se deben enfocar en fortalecer los mercados locales, aunque con visión global.
Al respecto, Zurita agregó que es fundamental partir de unas guías estándar de orientación y soporte científico, como lo son las IAPB del Atlantic Council, pero estudiando minuciosamente la situación de cada ecosistema estratégico: “Somos la región más biodiversa del planeta. Si no lo logramos nosotros estamos fritos. Los créditos de biodiversidad son una herramienta más para cerrar las brechas de la inequidad y la falta de desarrollo de nuestros territorios. Tenemos un hueco de 700 billones de dólares que nos hacen falta para lograr ese gran avance en equilibrio entre los pueblos y los ecosistemas. Necesitamos asegurar que los mercados sean abordados con un enfoque muy local. Por ejemplo, no existen ahora esquemas que permitan que las comunidades locales poco conocidas accedan a recursos directos y reciban compensación por los servicios que vienen prestando en el cuidado de sus entornos. Por ahí se podría empezar”.
Por su parte, Baptiste resaltó la necesidad de que el Estado tome las banderas del soporte a estas comunidades que poco se conocen y no son escuchadas: “Me invitaron un sobre paisajes productivos en Suramérica y pude comprender cómo es necesario integrar biodiversidad al desarrollo antrópico. Asociaciones de productores agropecuarios y forestales quieren poner en marcha proyectos muy innovadores para la construcción de infraestructura que les resulten rentables, pero que al mismo tiempo contribuyan a la preservación de sus ecosistemas. Pero no tienen el músculo financiero para hacerlo. Ahí es cuando este tipo de créditos podría cumplir un rol importante. Ahí habrá buena demanda para estos bonos, dado que los constructores de las denominadas vías regenerativas (infraestructura que permite el equilibrio de supervivencia entre asentamientos humanos y biodiversidad, en los ecosistemas) asumiría la responsabilidad por el territorio”.
Imposible medirlos con el mismo rasero
El otro punto álgido de la discusión para lograr una productividad ideal una vez se desembolsen estos recursos de financiación verdes es el que se nombra en el argot de la banca de desarrollo como “las métricas”. Al no estar claramente para los créditos de biodiversidad, en particular, se le atraviesa un tara gigantesca a dicho objetivo, lo cual, por ende, impide cerrar las profundas brechas que existen entre las transferencias de los recursos y el desarrollo de las comunidades.
Como bien lo anotó Montalvo, no existe una unidad estandarizada que permita valuar la pérdida o ganancia de biodiversidad, como sí sucede con las unidades monetarias que les ponen un precio al comercio, la industria, los servicios y el trabajo, o incluso la unidad de carbono, que sí tiene la propiedad de medir cuánto aumento o ahorro de emisión de CO2 puede arrojar un proyecto de transición energética.
Esto, por supuesto, limita la configuración del instrumento financiero y ralentiza la puesta en marcha de las iniciativas o estrategias encaminadas tanto a la restauración de los ecosistemas –mucho o poco conocidos, como los desiertos–. Pero, sobre todo, incide en el empoderamiento de las comunidades más afectadas, entre ellas, afrodescendientes, campesinos e indígenas, en búsqueda de la transformación, no solo del territorio latinoamericano, sino también del planeta entero.
Y es justo ahí donde, en opinión de los expertos, el desarrollo oportuno de conocimiento, mediante la investigación científica y la adaptación idónea de los saberes ancestrales o tradicionales de los pueblos, pueden entrar a jugar un papel preponderante.
Por ello, se considera esencial incrementar cuantiosa y cualitativamente el apoyo a la ciencia. “Sin ello como punto de partida es imposible lograr todo lo que queremos lograr. El rol que CAF quiere cumplir en este panorama es de absoluto compromiso”, concluyó la gerenta de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de CAF.
MÁS CONTENIDO*. Un proyecto de Contenidos Editoriales Especiales de EL TIEMPO en alianza con CAF.