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Daniel Arana, el estudiante palmireño que derribó las barreras de su ceguera
Quiere ser ingeniero de sistemas y desarrollar aplicaciones para personas con discapacidad visual.
Daniel Arana es uno de los 92 estudiantes con mayor puntaje en la Prueba Saber 11°. Foto: Santiago Saldarriaga / El Tiempo.
"Cuando la vida nos presenta situaciones difíciles, las cuales las personas las llaman ‘problemas’, es porque estamos en la capacidad de afrontarlas, superarlas y seguir adelante", es la filosofía de Daniel Arana González, un adolescente de 17 años que vive en el corregimiento El Bolo, área rural de la ciudad de Palmira.
Se graduó con honores como Bachiller Técnico con Especialización en Software del Colegio Comfandi, al cual ingresó en décimo grado. Aunque entiende todos los lenguajes y entornos de la programación, podría dedicarse a la música o el deporte.
“Yo practico fútbol sala sonoro y ajedrez. Interpreto la guitarra acústica y la eléctrica; el violín, piano, bajo eléctrico, flauta, percusión y batería”, dice Daniel con una confianza excepcional en sí mismo.
Y así lo corrobora Aura María Mancilla, su profesora, quien lo define como a un estudiante resiliente, respetuoso y responsable; muy pilo en asignaturas como Matemáticas, Química e Inglés.
Sin proponérselo, Daniel retó a sus profes a crear nuevas formas de enseñar. A partir de su eminente curiosidad, les dio a conocer todas sus capacidades y su realidad, para que los maestros construyan el conocimiento desde la diversidad.
“Siendo profesora de Química tuve muchas dudas frente a cómo iba a replantear mis clases para que Daniel no se sintiera excluido en ningún momento”, reconoce Aura María, quien se capacitó en Sistema Braille.
“Orgullosamente puedo decir que lo logré. Tuve la oportunidad de desarrollar material en relieve con el fin de que Daniel aprendiera y participara; adaptando instrumentos del laboratorio para que él comprobara algunos fenómenos de la ciencia”.
Según Daniel, ella adecuó los enseres al tacto. “A un termómetro de mercurio, una probeta, una báscula análoga y otros elementos, les puso un pegamento para que, al tocarlos, yo fuera consiente de las medidas de cada uno”.
Incluso, la acuciosa profesora pudo enseñarle a programar en micro: bit, una herramienta para que los niños estudien los fundamentos de programación y electrónica. “Es un estudiante que se ha destacado en su proceso formativo por tener pasión, creatividad y entusiasmo por las cosas que realiza”, aprueba Mancilla.
Este entorno escolar era el que por muchos años buscaba Daniel. Después de transitar por diferentes colegios donde descubrió su interés genuino por la tecnología; él y su familia se percataron que debían encontrar un plantel con Media Técnica que potencializara sus habilidades en el pensamiento computacional; hallando en Comfandi la posibilidad de encaminar su proyecto de vida.
Despertó otras capacidades
Sirley González, madre de Daniel, se dedica a cuidarlo. Foto:Santiago Saldarriaga / El Tiempo.
A su corta edad, Daniel ha afrontado diferentes desafíos en los cuales su discapacidad visual nunca ha sido un obstáculo. Desde muy pequeño aprendió a movilizarse sin ayuda, accediendo a recursos que le permiten comprender mejor la información, como por ejemplo, a través de los lectores de pantalla. Y en cada reto ha estado acompañado de su familia.
Sirley González es su madre. Ella tuvo un embarazo de alto riesgo. “Mi hijo nació con un glaucoma congénito, un trastorno que daña el nervio en la parte posterior del ojo, lo que resulta en la pérdida de la vista”.
Según los oftalmólogos que lo trataron, esta es una enfermedad que, de cada cuatro mil niños, a uno solo le da. Y, en este caso, le correspondió a Daniel. “Todo iba normal en la crianza, pero cuando exponíamos al bebé al sol, él no se quedaba quieto; nos tocaba ponerlo en la sombra. Cuando salíamos a la calle, mi niño se tapaba sus ojitos”. Esa fue la manera en que Sirley se dio cuenta de la ceguera del mayor de sus dos hijos.
Daniel tuvo baja visión hasta los siete años, época en la que ya dejó de ver completamente, pues una cirugía no logró curarlo. Mientras sus padres gastaban dinero en temas médicos, dejaron de comprarle el instrumento musical que les pedía con ansias.
Después, especialistas les recomendaron que lo enfocaran únicamente en aprender a leer y a escribir a través del Sistema Braille. “Para sorpresa nuestra, el niño fue tan suspicaz en esto, que no había terminado el año de rehabilitación, cuando ya inició en un grupo de música donde cantaba y manejaba cuatro instrumentos de percusión, haciendo varias presentaciones en público”, narra la sonriente mamá, orgullosa de cada logro alcanzado por el multifacético Daniel.
Emmanuel Arana González es su hermano. Tiene 12 años y en la actualidad ambos tocan en una banda de rock, cuyas presentaciones tienen lugar en restaurantes y en el colegio. “Por pedido de su profesora de Inglés, Daniel funge en la guitarra eléctrica y Emmanuel en la batería, junto a dos compañeritos más en el bajo”, revela Rolando Arana, quien responde económicamente trabajando como operario de mantenimiento de celdas en Químicos del Pacífico, empresa de derivados de la sal.
Ambos padres coinciden en que “Daniel es una bendición. Siempre estamos agradecidos con Dios. Todo lo que hemos crecido espiritualmente es gracias a él y a su hermano”. Sirley, aunque estudió Ingeniería de Sistemas, no ejerce por cuidarlos.
Sueña lo más grande
A 'Dani' lo definen como a un líder elevado a la ‘enésima’ potencia. Le apasionan los carros de alta gama y dibujar camionetas. Quiere ser un hombre independiente y viajar a Bogotá para iniciar su pregrado. Ganó la ‘Beca Transforma Contigo - Iván Felipe Mejía Cabal’, que le ayudará a alcanzar su sueño de estudiar Ingeniería de Sistemas en la universidad de su preferencia. La misma carrera de su mamá, no es coincidencia.
Es sociable con todas las personas que lo rodean. Reconoce ser muy ‘recochero’ con sus amigos y se considera un chico digital, pues no le gustan los cuadernos, sino los portátiles. Entrena muy consagrado porque aspira ser parte de la Selección Colombia de Fútbol Sonoro.
“Si la vida nos regala oportunidades es porque estamos en la capacidad de aprender y aplicarlas. Esto nos ayudará a ser mejores personas. ¿Quién dijo miedo? ¡Vamos pa' lante!”, finaliza Daniel.