'La personalidad de los pelícanos', un retrato inusual de Cartagena

Cartagena de Indias la han bautizado varias veces. “La heroica” la llaman en los libros de historia. Mi bisabuelo, Daniel Lemaitre, se refería a ella como “el corralito de piedra” en sus poemas y crónicas de ciudad. “La fantástica” le puso luego Carlos Vives, que le dedicó uno de sus éxitos musicales recientes. Pero más allá de la rimbombancia de sus nombres, yace una Cartagena que sobrevive a su propia fama como una vieja diva caribeña: aferrada con desespero a su apariencia para ocultar el intenso dolor de sus coyunturas.

Esa es la ciudad que relata, de una forma generosa e incisiva, la escritora cartagenera Teresita Goyeneche Perezbardi en La personalidad de los pelícanos, su primer libro publicado de no ficción. Con un agudo prólogo escrito por la historiadora Vanessa Rosales, sumado al ejercicio de reportería, el trabajo de archivo que hace la autora y el tono íntimo que logra mantener a lo largo del relato, esta historia local se convierte en una de interés universal, donde la vida de barrio, la corrupción y la desigualdad describen una condición humana que palpita de igual manera en otros lugares del mundo.

Teresita comienza el libro narrando, justamente, esa frustración que llega con la necesidad de relatar una historia tan local. Cuenta la autora que, mientras estuvo viviendo en Nueva York, cursando la maestría en Escritura Creativa de la Universidad de Columbia, comenzó a escribir La personalidad de los pelícanos como su trabajo de grado. Esto le presentó un reto: ¿cómo hablarle sobre su lugar de nacimiento a un público extranjero?, se pregunta Teresita al inicio del libro, donde luego aclara su propósito: “Lo que más me interesaba con ese ejercicio era descifrar la idiosincrasia de una Cartagena que pasaba por una larga interinidad; una política local tan inestable que entre 2012 y 2018 habíamos llegado a tener más de un alcalde por año en promedio”.

(Le recomendamos leeer: Jean-Baptiste Del Amo: nueva sangre de las letras sas).

La personalidad de los pelícanos es un retrato inusual de Cartagena de Indias que parte de una comparación entre la forma de ser de sus habitantes y aquellos pelícanos que, con el tiempo, se han venido convirtiendo en aves marrulleras: en vez de volar caminan cerca de las plazas de mercado esperando que les tiren restos de comida. “Esta ciudad es esencial para el país, pero seguimos alimentándonos de las sobras que nos dejan las mismas familias de siempre y la gente que ni siquiera vive aquí” es lo que escribe Teresita citando la voz de su papá, quien le habló sobre esa similitud entre la gente cartagenera y los pelícanos desde que ella era muy pequeña.

La imagen que construye la autora sobre la ciudad dista mucho de aquellas escenas tropicales y trendy que inundan los noticieros en temporada alta de vacaciones o que publican los influencers en sus redes sociales. El libro habla sobre una Cartagena de barrio clase media, sin lujos ni piscinas, que respira tedio en su cotidianidad y donde conviven las aguas empozadas, los reinados de belleza y una crisis social que es una bomba de tiempo.

En La personalidad de los pelícanos, Teresita se mueve entre lo íntimo y lo público, y su escritura, poco pretenciosa y fluida, hace que ese ir y venir entre dos opuestos se sienta natural. Traza un paralelo a lo largo del libro: mientras relata la accidentada historia política de Cartagena desde finales de los años 80 hasta 2021, también narra su historia familiar y las vicisitudes de vivir y crecer como una mujer en esa ciudad donde ha imperado una cultura machista.

(Le puede interesar:  Abdulrazak Gurnah, el dolor del desarraigo).

Con una prosa tranquila, pero cargada de información clave, su voz se convierte en una especie de anfitriona en el desfile de la corrupción política cartagenera. Con lujo de detalles y testimonios de los personajes implicados, cuenta la historia de cada uno de los alcaldes elegidos para gobernar Cartagena desde 1988.

En algunos momentos de la narración, Teresita cuenta anécdotas que van dibujando la silueta de una Cartagena que, dividida en tres localidades, parece explayarse sobre una cuarta que no es un espacio geográfico, sino una región que existe en el aire: la nostalgia caribe, el calor y el salitre oxidando hasta el alma.

Ese ejercicio de cartografía íntima está compuesto por los recuerdos sobre su niñez en el barrio Pie de la Popa y sobre la casa familiar que habitó luego, cerca de Bazurto (la plaza de mercado más popular de la ciudad), donde los bajos atronadores de la champeta, el olor a pescado rancio y el desorden codificaron su juventud y condicionaron sus amistades, sus primeros amores y hasta sus esperanzas para el futuro.

(Recomendamos: La historia de la humanidad, narrada desde las emociones).

Leer La personalidad de los pelícanos es acompañar a Teresita Goyeneche a revisitar sus pasos por la Cartagena que la vio nacer, crecer, irse y volver. Y es aprender sobre la historia reciente de la ciudad, narrada por una voz joven que busca develar una realidad soterrada bajo esos nombres espectaculares que reconocen el valor histórico y turístico de Cartagena de Indias, pero que también desconocen su dolor, sus grietas y su profunda inequidad. “¿Cómo seguimos con la fiesta narcótica del encanto caribe y la brillantina si ya no tenemos de qué alardear? ¿Cómo mantener la ilusión?”, se pregunta ella hacia el final del libro, a la vez que profundiza sobre su relación actual con esa Cartagena en la que ya no vive, pero a donde siempre, halada por una fuerza que poco tiene que ver con la razón, termina regresando. 

LINA TONO