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Félix: la partida y un duelo inconcluso
Sin saberlo, viajaron a Melgar con un portador sano de covid-19. Seis familiares dieron positivo.
Félix Antonio y su esposa, la madre de Alejandra. Foto: Archivo familiar.
A Félix Antonio Bohórquez Benavides le decían ‘Chinito’ y ‘Viejito’ en su familia. No por su edad, 73 años, sino porque él le decía 'Vieja' a su esposa, a pesar de que ella era 10 años menor que él. Félix Antonio falleció el sábado 28 de marzo en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Shaio, en Bogotá, por covid-19.
“Tenía un sentido del humor muy particular. Le gustaba mucho hacer chanzas sobre el servicio. Uno le pedía un favor y él decía que le cobraba. Yo le decía que me llevara a hacer una vuelta y me respondía ‘pero yo le cobro’”, cuenta Alejandra Téllez, una de sus hijastras.
Así lo define y lo recuerda: “Siempre era muy servicial”. El papá de ella y sus tres hermanas falleció hace 20 años. Por eso, Félix se convirtió en un padre para ellas. Él ya había tenido dos hijas de un matrimonio anterior, y con la mamá de Alejandra tuvo a su único hijo varón, el más joven de todos.
Fue muy rápido que el virus empezó a avanzar
Félix Antonio fue conductor la mayor parte de su vida. Manejó buses intermunicipales hasta que con su segunda esposa decidieron pasar de empleados a empleadores y comprar sus propios vehículos para ponerlos a trabajar. Primero fueron buses, luego compraron algunas camionetas de transporte especial, de placa blanca. Hasta este año, él siguió trabajando. Conducía una de esas camionetas cuando le salían servicios.
Alejandra, quien también fue diagnosticada por coronavirus, cuenta que el 14 y 15 de marzo la familia hizo un viaje a Melgar. Para entonces no se hablaba de aislamiento obligatorio. Ni siquiera se había hecho el simulacro que lo precedió. Se fueron para celebrar el cumpleaños de un familiar. Uno de los hijos del homenajeado, primo de Alejandra, recién había llegado de Guayaquil, Ecuador, a donde viajaba con frecuencia por su trabajo.
A ese primo, dice, le recomendaron en Guayaquil que al llegar a Bogotá se aislara. En Colombia, según él les contó, solo le preguntaron cómo se sentía. “Bien”, les respondió. No tenía ningún síntoma. Tampoco le insistieron en la recomendación de aislarse. Pensó que todo estaba bien, a pesar de que su vuelo venía lleno de ciudadanos europeos.
Aunque el primo siguió asintomático, la hermana de él empezó a sentir malestar hacia el 18 de marzo: tos, fiebre, dificultad respiratoria. Por eso, le hicieron el examen a él. Recibió el resultado el jueves 19: positivo. Entonces, les escribió a todos los que habían viajado el fin de semana y, de inmediato, todos se aislaron. Ese día, Félix Antonio empezó a presentar los síntomas, se sintió decaído y con tos. A todos les empezaron a hacer pruebas.
Félix se convirtió en un padre tras la muerte del padre biológico de Alejandra y sus hermanas. Foto:Archivo familiar.
Estaban inquietos, sobre todo, por la abuela, de 84 años. Pero fue a Félix a quien se le manifestaron los síntomas con más intensidad. Cada día, aparecía un síntoma nuevo. Primero la tos, luego diarrea. Al quinto día no podía respirar bien, al sexto le subió fiebre. El 23 de marzo, ya no tenía fuerzas ni para levantarse a comer. Todavía no tenía el resultado de su examen, pero su esposa decidió que era momento de llevarlo a urgencias.
No se despidieron, no creían que ese día fuera el último que lo iban a ver con vida. Cuando llegó, estuvo en una habitación normal de la clínica Shaio. Debido a sus síntomas, dice Alejandra, los médicos gestionaron para recibir el resultado de la prueba de covid-19 que le habían hecho. Fue el 24 de marzo cuando le confirmaron el diagnóstico y lo aislaron.
Para el 25 de marzo, ya estaba sedado. “Fue muy rápido que el virus empezó a avanzar”, dice Alejandra. Aunque desde antes de que le confirmaran el diagnóstico los médicos lo trataron con los medicamentos recomendados, Félix sufría Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) por haber fumado casi toda su vida, hasta hace unos 15 años. También tenía obesidad, causada por una hernia que le distendió el estómago.
Lo pasaron a Unidad de Cuidados Intensivos, lo intubaron, pero su condición no mejoró. Alejandra reconoce que los médicos siempre fueron realistas y les dijeron que el pronóstico era reservado. Falleció y su familia no lo pudo ver ni recibir sus cosas. “Es como si hubiera desaparecido. Nunca ves un cuerpo, nada”, reflexiona Alejandra.
Entonces, llegó un duelo más complicado por el hecho de que seis familiares, incluida ella y su abuela, también dieron positivo para coronavirus. “Lo más triste es que nunca pudimos abrazar a mi mamá. Ella también resultó positivo. Es un doble sufrimiento. Aparte de que no te puedes despedir, no hay quién te brinde ese soporte”, dice.
Alejandra es abogada, tiene 33 años y dos hijos mellizos de 13. Se tuvo que aislar de ellos. Está a la espera de la tercera prueba, para confirmar si se recuperó del virus. Dice que hace más de 10 días se le quitaron todos los síntomas. Apenas el domingo salió por primera vez de la habitación “porque me estaba enloqueciendo”. Todos, incluso la abuela, se han mejorado y esperan un diagnóstico negativo, por lo menos, para poder empezar a tramitar en familia el duelo que les dejó la muerte de Félix Antonio.