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La condena de un juez corrupto / Opinión

Corte Suprema ratificó condena en proceso que retrata corrupción y delito en el aparato de justicia.

Según el Tribunal, por estar cobijado por la ley de Justicia y Paz, la interpretación se debe hacer de forma extenstiva.

Según el Tribunal, por estar cobijado por la ley de Justicia y Paz, la interpretación se debe hacer de forma extenstiva. Foto: Martín García. ELTIEMPO

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La Corte Suprema acaba de ratificar condena en un proceso que retrata de cuerpo entero hasta dónde se han colado la corrupción y el delito en nuestro aparato de justicia.
Ronald Floriano Escobar, exjuez segundo de Ejecución de Penas de Villavicencio, pagará seis años de prisión por haberle dado el beneficio de casa por cárcel a ‘Cesarín’. Este peligroso capo de la ‘oficina de Envigado’ terminó saliendo de prisión y fugándose temporalmente gracias a que el juez Escobar, que estaba al otro lado del país, consideró que era cabeza de familia y debía estar en su hogar con hijos que, mientras estuvo libre y en el delito, nunca parecieron ser su prioridad.
Seis años en la cárcel –que terminarán siendo poco más de tres– no parecen ser un castigo ejemplar para quien juró defender la justicia y, por el contrario, favoreció al crimen aprovechando su posición clave en el sistema judicial. En el proceso tampoco se rastreó el beneficio ilegal que, según la lógica y la experiencia, pudo haber obtenido el exjuez, pues ‘Cesarín’ se mantuvo en la versión de que nunca le ofreció nada y la investigación no fue más allá.
Y, sin embargo, la condena es clave al menos en dos frentes. Por un lado, porque mete el dedo en la llaga de la falta de control sobre los jueces de ejecución de penas, en cuya jurisdicción pasa con demasiada frecuencia que responsables de graves crímenes o delincuentes de cuello blanco reciban rebajas y gabelas carcelarias que suelen pasar desapercibidas para el país.
Por el otro lado, la condena será pieza clave en el proceso que hay en la Corte Suprema contra tres magistrados de la Judicatura del Meta que han sido señalados por la Fiscalía como ‘cabezas’ de la red judicial de la que hacía parte el juez Escobar y que, según los cargos, blindaban a los funcionarios corruptos de las investigaciones por los beneficios irregulares que concedían. Esos tres magistrados, a su vez, fueron beneficiados por la ineficiencia –cuando menos– de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura interina que tuvo por años, sin resultados, las investigaciones disciplinarias en su contra por el mismo escándalo.
La condena contra Escobar podría –debería– ser la bola de nieve que le muestre al país que la corrupción judicial, más que un asunto de un solo funcionario escondido en el rincón de un despacho, es sistémica: funciona en cadena, y por eso la caída de una sola de sus fichas no es suficiente.
JHON TORRES
Editor de EL TIEMPO
En Twitter: @JhonTorresET

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