La Contraloría General aseguró que es necesario precisar cuál es hoy la condición de estabilidad geológica del relleno Doña Juana, que en la última semana tuvo un deslizamiento, situación que generaó alertas.
Según la Contraloría, el operador del relleno no reportó oportunamente la información geotécnica relevante del proceso de inestabilidad, lo que terminó con el deslizamiento que se presentó el pasado 28 de abril.
Es por esta razón que la Contraloría urgió al operador del relleno, a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, a la Superintendencia de Servicios Públicas y a la Unidad istrativa Especial de Servicios Públicos que realicen todas las actividades necesarias para precisar cuál es la condición en la que se encuentra el relleno, tras su deslizamiento.
Para la Contraloría, esta situación debe ser abordada en la supervisión que se hace del contrato de depósito de residuos, y por la Anla, con el fin de imponer las medidas necesarias para impedir que se repita la remoción de masa dentro del relleno.
Esa situación, dice el organismo, pone en riesgo a la población por las situaciones biosanitarias que se puedan presentar y el deterioro del medioambiente.
Además, asegura la Contraloría, se necesita que el operador del relleno se pronuncie sobre las causas, implicaciones y posibles riesgos por el deslizamiento.
El organismo también plantea que es necesario evaluar el plan de contingencias del relleno. De forma preliminar, considera que ese plan tiene debilidades.
Otro punto que le preocupa a la Contraloría es la vida útil del relleno, situación que es de vital importancia para el manejo de residuos sólidos de Bogotá. Esa operación, dice el ente de control, terminaría entre los años 2022 y 2023.
Además de las preocupaciones por el relleno Doña Juana (en Bogotá), la Contraloría también ha advertido el deterioro de otros depósitos de basura, como el de El Carrasco (Bucaramanga), Rediba (Barrancabermeja), Magic Garden (San Andrés Islas) y Pradera (Medellín).
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