El viaje final de alias Terror, el capo en ascenso del 'clan del Golfo'

El pasado 9 de enero, un bus de turismo escoltado por al menos ocho camionetas de alta gama terminó el largo viaje entre el oriente de Antioquia y el turístico balneario de Tolú, en Sucre.

Fueron más de 50 personas las que se tomaron por completo las instalaciones de uno de los hoteles más lujosos de ese destino turístico y sorprendieron a más de un visitante, tanto por el nivel de derroche como por el robusto esquema de seguridad que los acompañaba.

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Se trataba del núcleo familiar de Oliverio Isaza Gómez, alias Terror, el temido jefe paramilitar del Magdalena Medio que se reencauchó en el crimen y que hace una semana murió al enfrentarse a los comandos especiales de la Policía en zona rural del municipio de San Luis, Antioquia.

Los de la Dirección de Inteligencia de la Policía que llevaban meses detrás de la pista de Isaza –uno de los exAuc que traicionaron el proceso de paz de comienzos del siglo– aseguran que no se trató de un simple plan de paseo de la familia de un ‘duro’ del narcotráfico. En realidad fue una táctica para encubrir el desplazamiento de ‘Terror’ hacia la zona de Nueva Antioquia y Currulao, en el Urabá antioqueño, donde ese 9 de enero se llevó a cabo la última cumbre documentada de la cúpula del ‘clan del Golfo’, que es el grupo criminal de mayor crecimiento en el país en los últimos dos años y que supuestamente está en las conversaciones de la ‘paz total’.

Isaza (hijo de Ramón Isaza, el ‘Manuel Marulanda’ de los ‘paras) se reunió con el máximo capo del ‘clan’, Jobanis Ávila, alias ‘Chiquito Malo’, y con Elkin Casarrubia, alias ‘el Cura’. Este último es negociador del proceso con el Gobierno y, por lo tanto, intocable para las autoridades. Con 52 años, de los que al menos 35 pasó como heredero y capo del sanguinario imperio criminal establecido por su papá en el Magdalena Medio, Oliverio Isaza fue el blanco del golpe más importante contra la delincuencia en lo que va del gobierno de Gustavo Petro y contó con el apoyo de las inteligencias del Reino Unido y de los Estados Unidos.

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“Esta es la acción más importante contra el ‘clan del Golfo’ después de la caída de alias Otoniel”, le dijo a EL TIEMPO el general Carlos Triana, el nuevo director general de la Policía. “Es el resultado de la sumatoria de las capacidades de la Policía Nacional y de la fluida cooperación internacional”, agregó.

La caída de ‘Terror’ no solo pone fuera de combate a uno de los enemigos públicos del país. El general Triana y los oficiales que estuvieron a cargo de la operación dicen que el golpe frena los planes expansionistas del ‘clan del Golfo’, que hoy tiene unos 6.000 delincuentes armados en más de 300 municipios del país.

‘Terror’, el ‘Cura’ y otros ex Auc eran piezas centrales en esa expansión no solo por su experiencia de décadas en el narcotráfico y la guerra, sino por la ascendiente política que aún mantienen en varias regiones, de cara al plan del ‘clan’ por tratar de venderse como una delincuencia con orígenes políticos. Ya no se hacen llamar ‘Autodefensas Gaitanistas’ sino EJC: ‘Ejército Gaitanista de Colombia’. Camuflados y gorras militares con esas siglas eran los que vestían el capo y sus escoltas abatidos en el combate con la Policía.

La operación tuvo eco hasta en el gobierno de Donald Trump. La Sección de Asuntos Antinarcóticos y Aplicación de la Ley (INL, por sus siglas en inglés), adscrita al Departamento de Estado, dijo a través de su cuenta de X que los helicópteros proporcionados por EE.UU. “permitieron una operación de la Policía Nacional de Colombia contra el líder del ‘clan del Golfo’ alias Terror”: “En el INL avisamos a los narcotraficantes: cuando intentas traficar drogas a Estados Unidos, pierdes”.

Temido por su violencia en todo el Magdalena Medio, ‘Terror’ logró recuperar las redes de apoyo ilegal que permitieron que la banda armada de su familia imperara por décadas en el corazón del territorio colombiano, en límites entre Caldas, Antioquia, Cundinamarca y Boyacá.

Tras la muerte en un combate con la guerrilla de Ovidio Isaza, alias Roque, su hermano, se convirtió en la mano derecha del ‘Viejo’, Ramón Isaza. Con él apareció en la ceremonia de entrega de armas del bloque ‘Magdalena Medio’ en el 2006, aunque a diferencia de su papá no se entregó para ir a prisión sino dos años después.

A pesar de ese incumplimiento fue aceptado en Justicia y Paz, recibió la pena alternativa de 8 años en vez de los 40 o más que le debían dar centenares de asesinatos y desapariciones y en el 2014 terminó protagonizando una de las mayores burlas a la reparación de las víctimas. Desde siempre aficionado a cantar, ofreció entregar la mitad de las regalías que dejaran la venta de varios discos de música popular que grabó estando en la cárcel. Varias de esas canciones, en las que decía que a pesar de su alias era en realidad “un hombre humanitario”, sonaron esta semana en el multitudinario entierro que le hicieron en el corregimiento de Las Mercedes, en Puerto Triunfo.

El día del entierro de ‘Terror’, a los dueños de negocios de ese municipio antioqueño les llegó un mensaje al teléfono advirtiendo que tenían que cerrar y unirse a la caravana que iba a realizarse en el municipio en ‘honor’ a Oliverio. Con aguardiente, disparos al aire y música, Ramón Isaza, sus parientes y centenares de personas lo despidieron en el coliseo de Las Mercedes.

En toda la zona hay ahora zozobra por lo que pueda ser el contragolpe del ‘clan’ por la pérdida de uno de sus cabecillas más visibles. Los oficiales de la Dipol y la Dijín que estuvieron detrás del golpe señalan, precisamente, que Oliverio Isaza era uno de los capos más presentes en las comunidades en las que se movía y a las que a punta de plata y coacción había logrado poner a su servicio. Llegaba a los caseríos y a veces a los centros urbanos escoltado siempre por varias camionetas y por hombres uniformados y con fusiles. Varias motos se movían para bloquear el paso en calles y carreteras ante cada desplazamiento.

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Y en toda la región eran famosas sus ‘tomatas’ de hasta dos o tres días, en las que solía cantar y que incluían peleas de gallos y exposiciones con caballos de paso fino. Siempre con relojes caros y cadenas de oro, este hombre de baja estatura y, hasta hace algunos años, orgulloso de su melena rizada tipo años 80 se movía por casaquintas estratégicamente ubicadas en la región, para evitar la persecución de la Policía. En una de ellas, en Las Mercedes, aterrizaban con frecuencia helicópteros que también usaba en su operación criminal. Esa megahacienda, que en papeles figura como un simple potrero, está en la mira de la Unidad de Extinción de Dominio de la Fiscalía. Al hombre que ofreció reparar a sus víctimas con canciones le quitaron en 2022 bienes por más de 50.000 millones de pesos. “La suma es mucho mayor, en manos de testaferros y allegados”, señalan las fuentes de la Policía.

Hasta el 2019, como cabeza de su propia franquicia criminal conocida por el ‘clan del Oriente’, ‘Terror’ estuvo en guerra con el ‘clan del Golfo’. Finalmente terminaron aliados y manejando narcotráfico, minería ilegal y todo el portafolio criminal en al menos cuatro departamentos. Además de Cundinamarca, en los planes estaba consolidar la expansión del ‘clan’ hacia el Valle del Cauca, hacia la zona de Buenaventura, donde ya el ‘clan’ tiene, según las cuentas de la Policía, unos 800 gatilleros.

‘Terror’ y el polémico mayor Juan Carlos Rodríguez, alias Zeus, abatido por esa misma zona de Antioquia el año pasado, eran piezas fundamentales en ese plan criminal. Y la Policía sigue mirando hacia otros poderosos exjefes ‘paras’ que volvieron a sus antiguas zonas de influencia, como Arnubio Triana, ‘Botalón’, a quien el gobierno Petro nombró recientemente como gestor de paz.

El rastro de ‘Terror’ volvió a aparecer para la Fuerza Pública hace unos 10 días, cuando la Dirección de Inteligencia de la Policía supo de un posible movimiento hacia la zona de San Luis. La noche anterior estuvo bebiendo y los agentes incluso supieron cuál era la ‘pinta’ que llevaba y la camioneta que había abordado. Con esa información se puso en marcha la operación para capturarlo por concierto para delinquir.

Por la ruta de las camionetas, se calculó que Isaza se dirigía hacia una de sus casas en zona rural, ubicadas gracias a seguimientos realizados meses antes a dos modelos que solían visitarlo desde Medellín.

Fue una operación de alta precisión porque el esquema grueso de seguridad del capo en toda la región puede llegar a los 300 hombres. Infiltrados en la región, los comandos se encontraron de frente con las camionetas y se produjo la balacera que terminó con la carrera criminal del hijo de Ramón Isaza.

‘Terror’ no iba con la ropa que se había reportado sino totalmente vestido de camuflado. En su gorra se leía ‘comandante David’, el alias que había adoptado en esta etapa criminal.

En Las Mercedes, Puerto Triunfo, Puerto Nare y otras comunidades cercanas al río Magdalena, durante décadas ‘Terror’ se ganó la fama no solo por sus andanzas criminales, sino también por algunos gestos que calaban en la gente.

En 2020, en plena pandemia, Isaza fue el que ordenó atracar a las tractomulas que iban cargadas de alimento por carreteras de la zona, con el fin de repartir esa comida entre las personas del pueblo.

En Puerto Triunfo el comercio volvió a abrir sus puertas en medio de la zozobra. La gente dice que tiene temor porque la caída del ‘patrón, según les han dicho sus hombres, es además un golpe a un imperio ilegal del que viven centenares de familias de la región.

La mira de las autoridades ahora está puesta en quién va a ser el heredero del poderío criminal que alcanzó a levantar ‘Terror’ en el Magdalena Medio. Uno de sus familiares, también exparamilitar y quien según la Policía sigue metido en el narcotráfico, estaría en la puja.

Establecer quién será el número en esa región recibiendo las órdenes de alias Chiquito Malo será clave porque, además, se viene un año electoral en el que desde ya las Fuerzas Militares y de Policía están en alerta ante lo que pueda generar la escalada violenta entre grupos armados ilegales, en la que hay guerras internas entre el Eln, las disidencias de las Farc y el ‘clan del Golfo’.

Carlos López y Jhon Torres - Justicia - @JusticiaET