El entierro hace una semana de Nelson Hurtado Simanca, alias Marihuano, segundo al mando del '
Clan del Golfo' - red considerada como la más grande dedicada al tráfico de cocaína en el país - dejó nuevamente sobre el tapete las excentricidades que se evidencian en el mundo criminal y que despiertan indignación.
Los entierros de estos capos del narcotráfico se caracterizan por el gran número de concurrentes (que terminan haciendo una calle de honor al féretro), el exceso en el consumo de bebidas embriagantes, mariachis, tiros al aire, corridos mexicanos y composiciones en honor al muerto.
EL TIEMPO consultó con un investigador de la Policía quien señaló que en muchas ocasiones esa participación masiva de las comunidades se da porque los narcos "compran aprecio con dinero. Regalan mercados y plata en efectivo a familias rurales. Y esas familias terminan convirtiéndose en "campaneros", quienes avisan de la presencia de la Fuerza Pública en la zona".
Para muchos la asistencia es solo un requisito obligado para evitar retaliaciones de las redes criminales que hacen presencia en las regiones. "Se está rindiendo un tributo al patrón", dijo el investigador tras señalar que en el sitio siguen presentes los socios y cómplices de la persona muerta que podrían ver con desconfianza a quienes no participaran en las despedidas.
Y es que tras los golpes de las autoridades a las redes criminales, dentro de ellas empieza la desconfianza de quién pudo ser el delator que entregó la información a la fuerza pública y esto lleva a que el mayor número de personas quiera aparecer apoyando al jefe caído.
Para esas redes criminales, demostrar una masiva participación en los entierros, es incluso una estrategia para no demostrar debilidad frente a sus competidores que podrían intentar quedarse con sus rentas ilegales. Por esto, dicen analistas en comportamiento de la Policía, la práctica de exhibir armas y gastar mucho dinero en esos sepelios.
Más allá de las presiones sobre las poblaciones para salir a llorar al patrón de la región, queda en evidencia el rol que en la zonas más complicadas del país tienen las redes criminales, en donde son al tiempo, autoridad, proveedores y victimarios.
De allí, que se den casos como el del capo Víctor Ramón Navarro, alias Megateo, quien por un largo tiempo se movió por la misma zona de Norte de Santander, en la que era amo y señor. Por miedo o por recibir los beneficios de sus actividades ilegales las comunidades no daban información de su paradero, hasta el punto que él mismo era el responsable de que el Estado no pudiera ubicar antenas repetidoras de celular en la zona, pues consideraba que esto era un riesgo para su seguridad.
La Policía logró infitrar su esquema de seguridad y el capo murió en un operativo en 2015. Sus hombres de confianza llegaron a llevarse partes del cuerpo para sepultarlas en la zona, en la que instalaron una especie de altar con su foto, mientras desataban una serie de homicidios buscando al delator.
Pablo Escobar, el capo de capos
Pablo Emilio Escobar Gaviria, 'El Patrón', fue muerto en medio de una operación de la Fuerza Pública - 2 de diciembre de 1993 - era el narcotraficante más buscado en el país, y uno de los hombres más ricos del mundo.
Su entierro estaba previsto para el 4 de diciembre por sus familiares, pero frente a la posibilidad de una gran aglomeración, el Gobierno insistió en que se adelantara un día. "La noticia se filtró, todas las comunas de Medellín estaban pendientes, y por más que se intentó, fueron unas 20 o 25 mil personas las que lo acompañaron hasta el cementerio", aseguró el analista de comportamiento de la Policía.
La capital antioqueña estuvo entre el caos y la histeria, en las comunas se escuchaban los tiros al aire y las alegorías al 'Patrón', en el cementerio, lo lloraban, y se escuchaban mariachis en cada punto.
Compran aprecio con dinero. Regalan mercados y plata en efectivo a familias rurales. Y esas familias terminan convirtiéndose en "campaneros"
De hecho, el cementerio, por el desorden y la aglomeración quedó muy afectado. Hoy, 27 años después,
la tumba de Escobar es punto obligado en Medellín. Muchos se acercan a pedirle "milagros" al 'Patrón', para muchos el más sanguinario delincuente de Colombia, para otros, un gran benefactor.
Los del 'Clan del Golfo'
Los jefes del 'Clan del Golfo' como 'Marihuano', 'Gavilán' o 'El Indio', muertos a manos de la Fuerza Pública tuvieron entierro de capos. Y mientras en las grandes ciudades las personas se indignaban al ver las imágenes por los "homenajes" a delincuentes, en sus zonas de influencia, los habitantes los despiden como grandes ídolos.
Uno de los funerales que rompió con los esquemas fue el de Roberto Vargas Gutiérrez, alias Gavilán, dado de baja por la Policía, en septiembre de 2017, en ese momento era el segundo al mando del 'Clan del Golfo'.
Su funeral se desarrolló en Necoclí, Antioquia, al mismo asistieron centenares de personas, que bebieron, lloraron y dispararon al aire por el capo. Más de 200 motos, le rindieron un tributo - sus conductores - vestían camisas blancas con la cara de 'Gavilán', y así lo acompañaron hasta el cementerio.
"Fueron tres días de fiesta o dolor, uno no sabe. Bebieron y escucharon corridos mexicanos, es más, se compuso una canción en su honor. Y era todo un pueblo centrado en 'Gavilán", resaltó el analista de comportamiento de la Policía.
Plan pistola
'Los del 'Clan del Golfo' le cobran caro a la Fuerza Pública la muerte de sus jefes. "Ponen precio a la cabeza de cada uniformado, y por estructuras, es un logro entre más muertos, especialmente policías presenten," aseguró la fuente.
Para las autoridades, estas muertes por retaliación llevan el nombre de 'Plan Pistola' y así quedó evidenciado este fin de semana con el asesinato de tres policías por la muerte de 'Marihuano'.
Herencia de las Farc
Tomás Medina Caracas alias El Negro Acacio, era considerado como el "papá del narcotráfico" al interior de la entonces guerrilla de las Farc.
A sus 42 años, fue muerto en una gigantesca operación de las Fuerzas Militares, desarrollada en septiembre de 2007, en la que fueron abatidos otros 16 guerrilleros. Para esa fecha, era el narco más buscado por Colombia y Estados Unidos.
Los hombres del 'Bloque Oriental', le rindieron tributo por tres días, al recuperar su cuerpo. Más de 300 combatientes que en la selva, bebieron y cantaron en el sepelio.
Esa herencia les quedó a las disidencias, redes que se apartaron del proceso de paz y siguieron en la vida criminal. Así quedó demostrado con el entierro, en plena pandemia, de Luis Eibes Velasco, alias Beto, muerto junto a 7 de sus hombres en una operación del Ejército en Argelia, Cauca.
El cuerpo de 'Beto', integrante de la columna 'Carlos Patiño', fue trasladado a zona rural de Jambaló, allí, luego de dos días de funerales, fue enterrado en medio de ráfagas de fusil, música de lugar y el llanto de sus mujeres.
JUSTICIA