





























UNA MIRADA A LA HISTORIA DE LA CORONA BRITÁNICA, SUS CONQUISTAS, TRAICIONES Y POLÉMICAS.
a espera de toda una vida del nuevo monarca para acceder al trono del Reino Unido se oficializa de forma simbólica el 6 de mayo de 2023, en la Abadía de Westminster, con su coronación. Su nombramiento es el resultado de un devenir de hechos que han ocurrido desde hace más de doce siglos y con los que han cargado los de la familia real.
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A Carlos III lo anteceden 61 reyes que pertenecieron a ocho Casa Reales, las cuales se conformaron a lo largo de 1.220 años de historia monárquica.

Egberto de Wessex fue el octavo bretwalda, un título otorgado a los reyes elegidos por las tribus anglosajonas de manera temporal para hacer frente común contra sus enemigos. Es considerado el primer soberano antecesor del Rey Carlos III y fundador de la actual familia real británica.

La reputación de Alfredo se basa en su defensa a Wessex de los daneses y en su curiosidad intelectual. Ideó impresionantes navíos que le dieron ventaja frente a los vikingos. Transformó el ejército, la marina, la justicia y la educación. Fue el único de esta dinastía en ser llamado ‘el Grande’. Después de su muerte, sus sucesores, formados en su escuela, aumentaron el prestigio de los reyes anglosajones.

Eduardo ‘el Viejo’ fue quien reconquistó gran parte de Inglaterra de los daneses, estableció una istración para el reino de Inglaterra y aseguró la lealtad de daneses, escoceses, británicos e ingleses. Cuando fue nombrado Rey, invalidó su matrimonio con Egwina por ser ella de clase baja y los hijos de este matrimonio fueron declarados ilegítimos.

Atelstán, hijo mayor, en teoría ilegítimo y relegado de la sucesión de Eduardo ‘el Viejo’, ordenó matar a su medio hermano, el rey Ethelweard, después de tan solo 16 días de reinado. Por sus conquistas militares, su mandato fue reconocido por vikingos, ingleses escoceses y galeses, más que el de cualquier rey anterior. Se dice que era intrépido y excéntrico; no se casó ni tuvo hijos.

Edgar mantuvo la paz y el orden durante su reinado pero no por tener un carácter pacifico. Fue severo e intransigente, y promovió un gobierno eficaz mediante un estricto control y presencia militar. Algunos relatos lo tildan de violento. Tras su muerte, uno de sus hijos, Eduardo 'el Mártir', fue elegido para sucederlo. Pero al poco tiempo, a la edad de 16 años, fue asesinado en circunstancias misteriosas. Se cree que fue por orden de su madrastra, la reina Elfrida, para conseguir que su hijo Etelredo II llegara al trono, aunque solo tuviera 10 años.

Canuto II era jefe del Ejército y hermano del Rey de Dinamarca. Tras los reinados poco afortuna- dos de Etelredo II y Edmundo II, los Witans —asambleas de personas importantes— le ofrecieron la corona. Para crear un vínculo con la familia real, de la cual no hacía parte, se casó con la reina viuda Emma de Normandía, aunque era mayor que él. Conquistó Noruega y fue tildado ‘el Grande’.

Se le otorgó la corona siendo un legítimo heredero. Se dice que fue un rey obsesivamente religioso y virtuoso, pero pobre de juicio y sombrío. Eduardo ‘el confesor’ ofreció la sucesión del trono tanto a su cuñado Harold, quien no tenía sangre real, como a Guillermo de Normandía, su primo lejano y bastardo. Harold le había jurado su apoyo a Guillermo como siguiente soberano, pero la promesa se rompió cuando el Rey, en medio de su agonía, nombró a Harold como sucesor y el Witan lo confirmó. Eduardo precipitó así una guerra y el final de su sucesión. Fue enterrado en la Abadía de Westminster, reconstruida y consagrada durante su reinado. El culto póstumo hacia él le dió la reputación de un rey santo.

Guillermo I, apodado ‘el Conquistador’, fue un hijo ilegítimo y sucesor de Roberto 'el Magnífico', duque de Normandía, reinó en Inglaterra por derecho de conquista, al vencer y matar en batalla al rey Haroldo II. Obtuvo la aprobación papal para la invasión del territorio inglés, que le tomó tres años. De forma astuta, no se autoproclamó rey y esperó a que se le ofreciera la corona para mostrarse frente a toda Europa como un soberano legítimo. El matrimonio de su hijo Enrique I, con Matilde de Escocia, unió la Casa de Normandía a la dinastía de los antiguos reyes sajones.

Gullermo II fue asesinado con una flecha en el corazón mientras cazaba. Enrique I, su hermano menor, quien estaba en la cacería con él, se hizo proclamar precipitadamente y de manera irregular como rey. Después, su hijo favorito y heredero al trono murió ahogado en un accidente. Para evitar que otros familiares reclamaran la corona, Enrique I, designó a su hija Matilde como futura reina. A su muerte, la orden no se obedeció, el reino se dividió y estalló una guerra civil. Ninguno ganó la guerra, pero finalmente fue Esteban I, su primo, quien obtuvo la corona. El hijo de Matilde, Enrique II, defendió los territorios de su madre en Inglaterra y con la iglesia de por medio, logró que Esteban I lo adoptara como hijo y heredero.

Enrique II descendía de una poderosa familia con una historia terrible, y logró el mayor dominio territorial de su época. Su final fue trágico, y su esposa e hijos ambiciosos se odiaban entre ellos. Los dos hijos mayores murieron. A Juan, su hijo menor, quería dejarle Aquitania, mientras que a Ricardo le dejaría Inglaterra y Normandía. Por considerar que Aquitania tenía mayor valor, Ricardo entró en rebelión y se unió al rey Felipe de Francia en contra de su padre. Enfermo, perseguido y también traicionado por Juan, Enrique II murió a los 56 años.

Ricardo I, era un caballero andante y poseía todo el carácter violento de sus antepasados. Poco después de su coronación, decidió participar en la Tercera Cruzada, dejando el gobierno a otros. De regreso, fue tomado prisionero e Inglaterra tuvo que pagar su rescate con 150.000 marcos de plata. Ricardo ‘Corazón de León’ recuperó su reino y sus territorios. Cinco años después, durante un enfrentamiento menor, fue alcanzado por una flecha, la herida se le infectó y murió. Su cuerpo fue enterrado en la abadía de Fontevrault y su corazón en la ciudad de Ruan (capital de Normandía, en Francia). En algunos registros se lee que “fue un mal hijo, mal hermano, mal marido y mal rey”, aunque en otros se destaca por sus leyendas heroicas.

Juan I fue un excelente militar, gran seductor y buen cazador, pero cruel y traidor. En Europa se le acusó de asesinar a su sobrino Arturo I de Bretaña, de 16 años, quien tenía pretensiones para la sucesión. Juan ‘Sin Tierra’ —como también fue conocido— murió a los 49 años. El siguiente rey fue su hijo, Enrique III, un niño de 9 años, quien profundizó aún más los problemas familiares.

Eduardo I, era conocido como alguien autocrático, de mal genio e intolerante con las críticas. Fue cruel y violento incluso con sus hijos, y elevó la autoridad de la corona a nuevos niveles. Lo sucedió su hijo, Eduardo II, el primer príncipe de Gales inglés, de quien desconfiaba. Algunos cronistas dicen que Eduardo II sostuvo un romance con Pedro Gaveston, primer conde de Cornualles. Sin embargo, otros aseguran que se trató de una intensa “hermandad adoptiva”. Lo cierto es que su tipo de relación causó una crisis entre los nobles, quienes buscaron exiliarlo, pero ante la negativa del rey, lo asesinaron. Eduardo II fue vengativo hasta el punto de la tiranía. Con su esposa en contra y tras ser obligado a abdicar en el Parlamento a favor de su hijo Eduardo III, fue encarcelado y posteriormente asesinado.

Ricardo II, vivió con la muerte a sus espaldas: perdió de forma prematura a toda su familia y fue coronado cuando tenía 10 años de edad. Vio morir a su hermano mayor cuando tenía 3 años; a su padre, cuando tenía 9 años; a su madre, cuando tenía 18, y a su esposa después de doce años de matrimonio. Ricardo II fue arrestado y depuesto por su primo Enrique IV, quien estaba exiliado. Se dice que el nuevo rey lo dejó morir en prisión ante los rumores de un levantamiento para restaurar el poder. Su cuerpo fue llevado a Londres para su exhibición y luego enterrado en silencio.

Enrique IV después de derrocar a Ricardo II, usó el Parlamento para declarar la sucesión en su dinastía Lancaster. Su hijo mayor, Enrique V, tomó su corona que estaba al lado del lecho de muerte y lo sucedió. El nuevo rey renovó la Guerra de los Cien Años, ocupó la mitad de Francia y se convirtió en soberano dual de los ses e ingleses. Su reinado fue corto y murió de disentería a los 35 años. El hijo que tuvo con Catalina fue coronado cuando apenas tenía 9 meses y fue llamado Enrique VI.

Según los historiadores Enrique VI tuvo problemas mentales, atribuidos a los de su abuelo materno, Carlos ‘el Loco’, lo que sumió a la corte y al país en confusión. Fue derrocado por Ricardo Neville, conde de Warwick y llamado ‘hacedor de reyes’, quien lo sustituyó por Eduardo IV, el primer rey de la Casa de York. Sin embargo, una disputa entre Ricardo y Eduardo IV terminó con la corta restauración de Enrique VI en el poder. Los registros señalan que fue vencido y capturado en la Torre de Londres, donde fue apuñalado hasta la muerte. Su único hijo con Margarita fue muerto a sus 17 años: se dice que murió en combate, aunque también se señala que fue ahorcado en una masacre de prisioneros.

Antes de morir, Eduardo IV le dio la tutela de sus dos hijos Eduardo V y Ricardo de Shrewsbury. Tras la muerte del rey, su hermano Ricardo III se apoderó de la corona. Ejecutó al chambelán y al hermano de la reina, quien se refugiaba en la Abadía de Westminster. Llevó a sus pequeños sobrinos a la Torre de Londres, donde fueron desaparecidos y declarados bastardos (en 1674 se encontraron dos esqueletos que serían de ellos). La ambición y la crueldad sin control convirtieron a Ricardo III en un usurpador sangriento. Enrique Tudor —descendiente directo de Eduardo III y llamado después Enrique VII— reclamó el trono y en una batalla de dos horas, derrotó al ejército de Ricardo III, quien murió en la lucha. El matrimonio entre Enrique VII e Isabel de York —hija de Eduardo IV— unió las casas de York y de Lancaster.

Enrique VIII, se casó con Catalina de Aragón, viuda de su hermano mayor, Arturo Tudor. De varios embarazos, solo sobrevivió la princesa María. Pero la dinastía Tudor no estaba de acuerdo en entregar la corona a una mujer. Por eso decidieron intentar invalidar su matrimonio para casarse de nuevo, lo que ocasionó su excomunión por parte del Papa y romper con la Iglesia Católica Romana. Entonces, el Rey fue reconocido como único jefe supremo de la Iglesia Anglicana. Su segunda esposa, Ana Bolena, solo tuvo una niña, algo que molestó al monarca. Ella fue acusada de incesto y adulterio, y fue decapitada. El tercer matrimonio de Enrique duró 18 meses y fue con Juana Seymour, quien murió una semana y media después de dar a luz al futuro rey Eduardo VI. El cuarto matrimonio con Ana de Cléveris fue anulado por falta de consumación. Su quinta esposa, Catalina Howard, una niña de 17 años, fue acusada de adulterio y fue decapitada. Solo su sexta esposa, Catalina Parr, logró sobrevivirlo. Enrique VIII, en su deseo por dejar una sucesión segura, solo tuvo tres hijos legítimos, un hombre y dos mujeres, pero ninguno de ellos tuvo descendencia.

Eduardo VI sucedió a su padre cuando tenía nueve años. Durante su reinado, la Iglesia de Inglaterra se volvió más protestante de forma explícita. Enfermo, aceptó como su heredera a Juana Grey, una de las sobrinas nietas de Enrique VIII y aspirante al trono. Fue llamada la ‘reina de los nueve días’ por el breve periodo en el que estuvo de facto al frente de la corona. Eduardo VI murió de tuberculosis a los 15 años.

María I fue la primera reina reinante de Inglaterra. Había sido declarada ilegítima y retirada de la sucesión al trono. Era católica romana obsesiva y durante su reinado revivió las antiguas leyes de herejía. En tres años, cerca de 300 protestantes fueron quemados. Sus opositores la apodaron ‘María, la sanguinaria’. Se dice que murió de cáncer. La sucedió su media hermana Isabel I, quien restableció la Iglesia Anglicana. Su reinado de 45 años, conocido como la era isabelina, ha sido considerado como uno de los más gloriosos de Inglaterra. Nunca se casó y murió a los 70 años, edad muy avanzada para la época. María fue la última monarca Tudor y designó a Jacobo VI de Escocia, hijo de la reina escocesa María Estuardo, como sucesor del trono.

A la muerte de Jacobo I de Inglaterra, el reino estaba al borde de la guerra con España. Fue sucedido por su hijo Carlos I, quien reinó en medio de tensiones con el Parlamento. Durante la Guerra Civil inglesa, fue encarcelado y acusado de alta traición. Juzgado y condenado a muerte, Carlos I fue decapitado en un andamio en Londres. Escocia fue derrotada e Inglaterra anunció que desde ese momento serían una mancomunidad. El gobierno republicano, liderado por Oliver Cromwell, incluyó a Gales e Irlanda. Después de once años, el hasta entonces exiliado Carlos II, hijo de Carlos I, fue proclamado rey y se restauró la monarquía.

Jacobo II fue el último rey católico. Sucumbió ante la traición y la invasión de Guillermo de Orange, esposo de María, su hija mayor, y murió exiliado en Francia. El Parlamento, en un arreglo incompleto y argumentando que el rey había abdicado, le otorgó el trono a Guillermo III y a María II, como monarcas conjuntos. La reina murió de viruela a los 32 años, un duro golpe para su esposo, quien por el resto de su vida llevó un mechón de su cabello debajo de la ropa.

A Guillermo III lo sucedió su cuñada Ana, quien fue la última monarca de la casa de los Estuardo. Ana tuvo 19 hijos con Jorge de Dinamarca; solo uno, Guillermo Enrique, sobrevivió más allá de los 2 años (tuvo dos abortos y nueve nacieron muertos), pero murió cuando tenía 11 años. Al ser la última protestante en la línea de sucesión y sin ningún heredero vivo, el Parlamento estableció la Ley de Instauración (Act of Settlement, en inglés), para excluir la posibilidad de que un católico fuera soberano de nuevo —algo que sigue vigente hasta hoy—. De esa forma decidieron proponer a Sofía de Hannover, nieta de Jacobo I, como heredera para asegurar una descendencia protestante.

Sofía de Hannover murió antes de alcanzar la sucesión y su hijo mayor, Jorge I, fue nombrado rey. Los ingleses vieron a Jorge I como un anciano caballero sin glamour. Sin estar familiarizado con las leyes y sin entender el idioma, el monarca dependía del Consejo de Ministros —un sistema moderno de gobierno—. Los Whigs dominaron el Parlamento durante su reinado y Robert Walpole fue el primer Primer Ministro de facto del Reino Unido. El hijo del rey y sucesor Jorge II fue el último soberano británico en luchar junto a sus soldados. Odiaba a los ingleses, los consideraba asesinos de reyes y republicanos. Durante su reinado, el país prosperó y llegó a ser un monarca muy respetado. Ante la muerte de su hijo mayor, su nieto Jorge III obtuvo la corona.

Jorge III fue rey de Gran Bretaña y después del Reino Unido. Ha sido responsabilizado por la pérdida de las colonias inglesas en América. Durante la última década de su reinado estaba mentalmente incapacitado y ciego, por lo que el poder estaba en manos de su hijo mayor y príncipe regente, Jorge IV. Él inició su reinado con un intentó fallido de divorcio con su prima Carolina, algo que resultó muy escandaloso. A pesar de sus excesos, amantes y numerosos actos indecorosos, la reina consorte era aclamada por el pueblo. Sin embargo, el Rey la exilió y la alejó de su hija, la princesa Carlota. Sumido en deudas y bajo el control de sus ministros, Jorge IV no alcanzó mayor popularidad y sus últimos años los pasó recluido en Windsor.

El reinado de Guillermo IV estuvo dominado por el movimiento de las reformas. Se decía que era irresoluto y poco inteligente, pero imparcial. La reforma electoral de 1832 introdujo reglas para el sufragio y el derecho de votar para la clase media. Fue el segundo monarca con más edad en asumir el trono —lo supera Carlos III— y tuvo un corto reinado; murió a los 71 años. Con su sobrina Victoria como heredera al trono, la casa Hannover llegó a su fin, después de 123 años.

La reina Victoria está asociada con la gran expansión industrial y un gran progreso económico. El país vivió una profunda reforma, sin sufrimiento y sin guerras civiles de por medio. Fue la primera emperatriz de la India. Sus nueve hijos se casaron con nobles de familias reales europeas. Enfrentó siete atentados contra su vida, pero solo la muerte de su esposo (y primo), el príncipe Alberto, la derrumbó. Durante su reinado, nació la monarquía constitucional, cuyo objetivo era permanecer por encima de los partidos políticos. Victoria murió en la Isla de Wight, después de un reinado de 63 años —el segundo más largo de la historia—, tiempo durante el cual, el reino se convirtió en un gran imperio.

Eduardo VII tenía 59 años cuando llegó al trono. Estaba relacionado con toda Europa, pues casi todos los soberanos continentales, de una u otra manera, pertenecían a su familia. Con su sobrino Guillermo II, emperador de Alemania, la relación estaba marcada por el odio. Su breve reinado se desarrolló sobre la base de una imagen más pública que la de sus antecesores, coincidiendo con la llegada de la prensa popular y el cine. Eduardo ‘el Pacificador’ o el ‘Tío de Europa’, como fue conocido, dejó una impresión de realeza benévola, según historiadores.

En 1893, un año después de la muerte del joven príncipe Alberto Víctor, primero en la línea de sucesión de Eduardo VII y de quien se han vinculado casos como el de un burdel homosexual y asesinatos masivos, el príncipe Jorge se casó con la princesa María, quien había sido la prometida de su hermano mayor fallecido. Así las cosas, Jorge V heredó el tono y cuatros años después vio cómo estalló la I Guerra Mundial. Era primo del zar Nicolás II de Rusia y el káiser Guillermo II de Alemania. Como rey, hizo más de 450 visitas a las tropas y a los campamentos de heridos, e insistió por un trato humano con los prisioneros alemanes y los objetores de conciencia. Durante los años posteriores, Jorge V y la reina María de Teck incrementaron el prestigio de la monarquía. El rey hizo todo lo que fuera necesario para salvaguardar su dinastía. Murió a los 70 años.

La I Guerra Mundial trajo duras consecuencias a la familia monárquica europea. El káiser Guillermo II cayó y fue exiliado, y el zar Nicolás II fue obligado a abdicar. Ante el peligro que enfrentaba la familia Romanov, Inglaterra se preparó para darle asilo. Sin embargo, como la llegada del Zar podía despertar un movimiento antimonárquico en Reino Unido, el ofrecimiento se suspendió. Sin opciones para huir, Nicolás II, su esposa Alejandra (prima hermana del Rey de Inglaterra), sus hijos y su personal de servicio, fueron ejecutados por los bolcheviques en el sótano de su casa. Por eso es que Jorge V fue señalado de poner por encima de la lealtad familiar las pretensiones de la monarquía.

Eduardo VIII, hijo mayor de Jorge V, tenía una personalidad complicada. Conoció de primera mano los horrores de la guerra y compartió los sentimientos de la generación posguerra, el desprecio por los políticos, la impaciencia con la rutina y la determinación de vivir la vida al máximo. Se enamoró de Wallis Simpson, una socialité estadounidense dos veces divorciada. Su relación causó una crisis constitucional y gubernamental, pues ella no podría ser aceptada como reina por razones políticas y religiosas, por lo que Eduardo VIII abdicó. Su reinado solo duró 325 días —uno de los más cortos— y no fue coronado. Se casó en una ceremonia en Francia y vivió fuera de Inglaterra hasta el día de su muerte.

Tras la abdicación de su hermano, Jorge VI se convirtió en rey y asumió como el último emperador de la India y el primer jefe de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth, en inglés). Se dice que fue uno de los mejores monarcas que ha tenido Inglaterra. Sufría de tartamudez y llegó al trono con muchas inseguridades, aunque conocía muy bien la vida pública. La forma como enfrentó su situación, despertó en la gente un cariño muy profundo por él. Durante la II Guerra Mundial, el Palacio de Buckingham fue bombardeado nueve veces y aún así la familia real nunca huyó. Por el contrario, él y su esposa, la reina Isabel —o la Reina Madre—, visitaron a su ejército en diferentes zonas de batalla. La guerra no solo fortaleció la relación del Rey con su primer ministro Winston Churchill, sino también con su pueblo. Durante los últimos cuatro años de reinado, su salud se deterioró por arteriosclerosis y un cáncer de pulmón. Murió mientras dormía a los 56 años.

La reina Isabel II del Reino Unido asumió el trono con solo 25 años y gobernó durante casi 71 años, el mayor tiempo en la historia británica. Su coronación fue un gran acontecimiento y se transmitió por televisión en todo el mundo. Su esposo, el príncipe Felipe, a quien conoció a los 13 años de edad y además era su primo tercero, fue un apoyo fundamental durante todo su reinado. Durante este tiempo, la familia real se convirtió en objeto de atención en la prensa internacional: los escándalos de Carlos, la muerte trágica de Diana, la princesa de Gales, las dudosas amistades del príncipe Andrés, las infidelidades de la princesa Ana, y los señalados excesos del príncipe Harry, entre otros. A pesar de todo, Isabel II supo soportar las tempestades y terminó su reinado a sus 96 años de edad, siendo una de las figuras más reconocidas a nivel mundial.

En 1917, por la inconveniencia que implicaba llevar un apellido alemán, Luis de Battenberg, abuelo del príncipe Felipe, cambió Battenberg por la traducción en inglés: Mountbatten. Felipe, tataranieto de la reina Victoria y esposo de la reina Isabel II, consiguió que sus descendientes directos, excepto aquellos con el título de ‘Su Alteza Real’ y el título de ‘príncipe’ o ‘princesa’, o las descendientes mujeres que se casen, lleven el apellido Mountbatten-Windsor, y no solo Windsor como hasta ese momento lo habían usado los descendientes de Jorge V.

El romance entre Diana y Carlos se transformó en una historia trágica: la infidelidad del príncipe, la princesa sumida en depresión y bulimia, una lucha de poderes al frente de las cámaras, un divorcio mediático y escandaloso, y la intempestiva muerte de la joven mujer en controvertidas circunstancias. La versión oficial del hecho señala que Diana, acosada por un grupo de paparazzis, huía a gran velocidad con el empresario egipcio Dodi Al-Fayed en un carro manejado por Henri Paul, cuando poco después de la medianoche, el auto se estrelló en un túnel, en París. Con el tiempo aparecieron teorías sobre conspiraciones que involucran a la familia real. El padre de Al-Fayed dijo que la muerte de la pareja fue un plan de los servicios secretos británicos, debido a que sabían que la princesa estaba embarazada y planeaba casarse con su hijo. Las investigaciones nunca pudieron comprobar esa afirmación, sin embargo, las dudas aún se mantienen.

Carlos III se convirtió en heredero al trono cuando tenía 3 años y fue nombrado rey a sus 73 —el de más edad en la historia británica—. Se dice que sus padres fueron distantes y poco afectuosos con él. Era un niño sensible y el cariño y apoyo emocional que requería lo encontró en su niñera, en su abuela Isabel, en su tío abuelo Louis Mountbatten, y en Camila, su amante y amiga de años, con quien se casó tras divorciarse de la Lady Di —la princesa Diana—. Con el paso del tiempo, la reina Isabel II comenzó a reconocer los logros de Carlos y a estrechar sus vínculos con él y con su nueva esposa, al punto de que antes de morir, en un mensaje público, dio su visto bueno para que Camila fuera la reina consorte de Carlos III.

La princesa Carlota, hija del príncipe Guillermo, es tercera en la línea de sucesión, gracias a la Ley de la Sucesión al Trono de 2013, que derogó la norma que estaba vigente desde 1701, en la cual los hijos varones nacidos en la familia real tenían prioridad sobre sus hermanas en la línea de sucesión.

Con la llegada de su abuelo al trono, y de acuerdo a la ley promulgada por el rey Jorge V, que estipula que los nietos del monarca son príncipes por derecho de nacimiento, Archie y Lilibeth, hijos del príncipe Enrique —Harry— y Meghan, y nietos de Carlos III, pueden ser llamados príncipe y princesa de Sussex. Esto pese a que la pareja, catalogada como duques de Sussex, decidió dejar de ser miembro de la realeza en activo. Carlos III accedió a declararlos príncipes, pero no tendrán el estatus de ‘Su Alteza Real’, al igual que sus padres, lo que implica que no tienen derecho a la seguridad financiada por el Estado. Enrique está peleando en los tribunales británicos para que a su familia se le otorgue protección oficial.
















LA HERENCIA REAL
La familia real británica no recibe una herencia propiamente dicha, ya que gran parte de sus propiedades y finanzas son propiedad de la Corona.

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LAS JOYAS DE LA CORONACIÓN
Estos objetos sagrados y seculares se utilizan cuando el monarca asume el trono y simbolizan su servicio. Se exhiben en la Torre de Londres y forman parte de la Colección Real. El rey los tiene en custodia, como representación de la nación.
urante su investidura, Carlos III usará las mismas prendas que sus antecesores desde 1821, incluyendo el Colobium Sindonis, la Supertúnica, el Manto Imperial, el cinturón de la espada de coronación y el guante de coronación que usó su abuelo Jorge VI. La coronación del nuevo rey sigue una mezcla de rituales y ceremonias antiguas, que datan de antes de la conquista normanda, con modificaciones e innovaciones modernas. Los actos principales incluyen el reconocimiento, el juramento, la unción con óleo santo, la coronación y presentación de las insignias, y el homenaje de los pares del reino.
La del 2023 será inédita: hace 70 años el mundo no había sido testigo de una ceremonia como esta en el Reino Unido. Y eso significa que, como ha pasado a lo largo de la historia, tendrá modificaciones. Cuando se revisan registros de la coronación, se resaltan cambios notorios, como que el banquete y el desafío del campeón real, que era una de las partes más coloridas, fuera descontinuado por Guillermo IV en 1831, o que durante la ‘Commonwealth’ en 1649, casi todas las insignias originales fueron destruidas, por lo que se crearon réplicas para la coronación de Carlos II en la Restauración.
Uno de los focos en el evento está en la corona de San Eduardo que usará el nuevo monarca. Cuenta con varias joyas importantes, como la Cruz de San Eduardo, forjada en oro, y otras piedras preciosas únicas en la parte superior: el Zafiro del Príncipe Negro, un zafiro ovalado que se encuentra en el centro de la cruz; las cuatro Perlas de la reina Ana en los extremos; el Rubí del Príncipe Negro, y el Diamante del Jubileo, que se agregó a la corona en 2012, en conmemoración del Jubileo de Diamante de la reina Isabel II.
La corona imperial de Estado del Reino Unido, también conocida como la corona imperial de Victoria, se utiliza para el discurso del trono que el monarca hace en la Apertura del Parlamento, una ceremonia distinta a la de la coronación. Es una versión liviana de la de San Eduardo, creada en 1839 para la reina Victoria. Está adornada con 2.868 diamantes, 273 perlas, 17 zafiros, 11 esmeraldas y cinco rubíes. Las tres gemas que se destacan son el zafiro de los Estuardo; el Cullinan II de 317 quilates, que se extrajo de una piedra de 3.601 quilates encontrada en África en 1905, y fue un obsequio del gobierno de Transvaal (Sudáfrica) a Eduardo VII en 1907, y el rubí de Don Pedro I de Castilla o del rey Bermejo de Granada, de 170 quilates. A esa corona se le hicieron algunas modificaciones en 1937 por orden de Jorge VI.
Además, entre los objetos y rituales históricos presentes en la ceremonia, se encuentran la Biblia, utilizada en la ceremonia desde la coronación de Guillermo y María I en 1689; la silla de coronación, hecha especialmente para Eduardo I y que cuenta con la Piedra de Scone, traída de Escocia en 1296, y la música ceremonial como el himno ‘Zadok the Priest and Nathan the Prophet’, compuesto por Georg Friedrich Händel para la coronación del rey Jorge II en 1727, una pieza integral.

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Carlos III: un reinado inédito en tiempos de cambio
e los nombres que podía escoger Charles Philip Arthur George para su reinado, el nuevo monarca del Reino Unido decidió optar por Carlos y se convirtió en el tercero con ese rótulo en asumir el trono en la historia de la corona británica. Dos días después de la muerte de su madre, la reina Isabel II, el 8 de septiembre de 2022, Carlos III fue proclamado de forma oficial como nuevo rey. Casi ocho meses más tarde, será coronado junto con su esposa, Camila, quien será la nueva reina consorte.
Su reinado es histórico. Fue el heredero de la corona con más tiempo en servicio: cuando tenía 3 años, vio cómo su madre se convertía en monarca. Hoy, con 74 años, es el rey con mayor edad en acceder al trono.
Los anteriores Carlos fueron relacionados con acontecimientos trascendentales y polémicas. Carlos I fue ejecutado en 1649 acusado de traición en plena revolución inglesa, lo que le permitió a Oliver Cromwell —conocido como ‘Lord Protector’ y señalado de ser tirano y de ordenar violentas conquistas por su fanatismo religioso— de abolir la monarquía y convertir al país en una república.
El Protectorado, como fue conocido ese periodo, estuvo hasta 1659, cuando George Monck restauró la monarquía y el nuevo parlamento declaró que Carlos II —hijo de Carlos I— era el rey legítimo. El soberano fue recordado por ser el ‘monarca alegre’ y ser menos restrictivo con la cultura, las artes y las ciencias, como lo habían sido sus antecesores, pero también se volvió reconocido por sus hijos ilegítimos: antes de su muerte reconoció a 14 que tuvo con amantes y esposas de otros nobles.
El nuevo rey Carlos III ha sido resaltado por su filantropía y sus obras benéficas. Sin embargo, cientos de personas en el mundo lo tienen presente por su historia con Diana, la princesa de Gales, con quien tuvo a los príncipes Guillermo y Enrique. Ella era descendiente de dos hijos naturales de Carlos II: el duque de Richmond y el duque de Grafton, por lo que el siguiente en la línea de sucesión será el primer monarca que descienda de Carlos I desde la reina Ana de Gran Bretaña, la última de la casa Estuardo.
En 1981, Lady Diana y Carlos, entonces príncipe de Gales, se casaron. Lo que parecía un cuento de película, se terminó desdibujando por los problemas maritales. Cinco años después, a través de los registros de los medios de comunicación, el mundo fue testigo de la distancia entre ambos. En 1995, el Palacio de Buckingham informó que la reina Isabel II aconsejó un divorcio, algo que se hizo al año siguiente. El 31 de agosto de 1997, Diana murió en un accidente de tránsito en un túnel, en París.
Esa historia de contrastes es solo una de las tantas que se conocen y están inmersas en el árbol genealógico de la familia británica. Una mirada en retrospectiva dan cuenta de momentos como la icónica abdicación de Eduardo VIII por amor —que le dio paso a su hermano Jorge VI de asumir el trono y después a su sobrina Isabel II—; el establecimiento de la Ley de Instauración para excluir la posibilidad de que un católico fuera monarca de nuevo; la insaciable búsqueda de un hijo varón de Enrique VIII con seis esposas, incluida Ana Bolena, a quien decapitaron tras ser acusada de supuesto incesto y adulterio; la Guerra de las dos rosas, entre las casas Lancaster y York para quedarse con el trono, entre otros.
Los claroscuros de la realeza británica se narran en el linaje del nuevo rey Carlos III. Y por eso su reinado es inédito. Es una mezcla entre un pasado inevitable y unos retos de un presente diferente y nunca antes visto. La monarquía del Reino Unido se enfrenta a mantener su legitimidad y reputación, sobre todo en la Mancomunidad. El hecho de que las excolonias y los protectorados sigan respetando la figura del monarca es uno de los principales desafíos, aún más cuando territorios como Antigua y Barbuda, Jamaica, Australia y Nueva Zelanda han expresado su intención de convertirse en repúblicas.
Eso se suma a los deseos de un sector político de Escocia que busca un referéndum de independencia, algo que ha tenido varios reveses desde Londres. Sin embargo, la brecha de la población escocesa que se adhiere a tales aspiraciones se amplía cada vez más.
La legitimidad también dependerá de cómo el nuevo monarca solvente los cuestionamientos de algunos sobre la necesidad de mantener la institución, un señalamiento que ha cobrado relevancia en nuevas generaciones y en redes sociales, sobre todo después del Brexit y la pandemia, y los escándalos que han rodeado su vida personal y la de su familia, desde la posición sobre la Corona británica del príncipe Enrique y su esposa, Meghan —duques de Sussex—, hasta las presuntas relaciones del príncipe Andrés con Jeffrey Epstein y demandas de abuso sexual.