Con la rendición de Japón, la humanidad despertó atónita de una larga y oscura pesadilla. Ahora, ilusionadas con el fin de la monstruosa guerra mundial, las sociedades deberían reconstruir la confianza en los individuos y sus instituciones. Lo más difícil estaba por comenzar.
…“La situación de la guerra se ha desarrollado no necesariamente en favor de Japón y las tendencias generales del mundo se han revertido en contra de los intereses del Imperio.
Por otro lado, el enemigo ha comenzado a emplear una bomba nueva y muy cruel, cuyo poder para hacer daño es, en efecto, incalculable, inmolando a un enorme número de vidas inocentes.
Si continuáramos combatiendo, no sólo resultaría en el desplome definitivo y aniquilación de la Nación japonesa, sino que conduciría a la extinción total de la civilización humana.
De ser ese el caso, ¿cómo podríamos Nosotros salvar a los millones de nuestros súbditos, y consolarnos Nosotros mismos ante los sagrados espíritus de Nuestros Ancestros Imperiales?
Esa es la razón por la qué Nosotros hemos ordenado la aceptación de las disposiciones de la Declaración Conjunta de las Potencias”
Fragmento de la declaración del Emperador Hirohito
El 15 de agosto de 1945, a las 4:00 pm, transcurridos seis días desde el lanzamiento de la bomba sobre Nagasaki, los ciudadanos japoneses escucharon por primera vez a su emperador Hirohito. Para la mayoría, era un lenguaje indescifrable: el kanbun (forma de chino clásico).
Sin embargo, reconocían el significado: la rendición de Japón y la consecuente pérdida de los ideales y valores estructurantes del imperio y la sociedad nipona. Posterior al envío de las cláusulas a las que Japón se había acogido, de Postdam a Washington, el archipiélago fue ocupado por el ejército de los aliados liderado por el general Douglas MacArthur.
Si bien, los estadounidenses buscaban detener la amenaza militar japonesa, la reconstrucción del Estado requería de su participación, pues muchos de los occidentales tenían dificultades con el idioma. En este proceso, Japón perdió territorios, además de experimentar las consecuencias de la reforma agraria, educativa y los cambios culturales. Entre estos, la creación de una constitución democrática que condujo a Hirohito a la renuncia de su ‘naturaleza divina’ y a la separación entre los poderes de la Iglesia y el Estado.
Por otra parte, los países europeos comenzaron su reconstrucción a través de la planificación estatal, con inversiones estratégicas destinadas a la recuperación socioeconómica.
Los ciudadanos europeos anhelaban un Estado intervencionista, que llegó con el líder laborista Attle después de derrotar a Churchill en las elecciones británicas de 1945. Así, la demanda colectiva de la planificación estatal se enfocó en la necesidad de atender las penurias económicas, evidenciadas en las altas tasas de desempleo.
Las prestaciones públicas se convirtieron en un proyecto primordial del Estado de bienestar europeo de la posguerra, aunque sectores sociales como el campesinado fueron relegados de algunos amparos y de los planes pensionales. Al igual que Gran Bretaña, países como Italia, Francia y Bélgica también efectuaron importantes cambios políticos que van desde la reforma agraria al sufragio femenino en búsqueda de esta nueva forma de Estado.
La recuperación económica del continente requería urgentemente atención en los proyectos de restauración de vivienda y transporte, sectores altamente deteriorados durante el conflicto. Europa logró, en tiempo récord, reconstruir predios, fábricas y caminos hasta que se vio obstaculizada por el feroz invierno de 1946 a 1947. Entre 1945 y 1947 se forjó la Europa moderna, en gran parte a cambio del endeudamiento con los Estados Unidos, consolidándola como potencia tecnológica y comercial.
Al frente del Programa de Recuperación Europea se encontraba el secretario de Estado de Estados Unidos, George C. Marshall, encargado del plan que llevaría su apellido. A diferencia de los préstamos otorgados por E.E.U.U. a Europa antes de 1945, destinados a cubrir gastos de emergencia, el plan Marshall se enfocó en la recuperación y crecimiento de la confianza de los europeos en sus propias economías. La visión estratégica del economista norteamericano abogaba por la autorregulación de las economías locales, sujetas a la aprobación estadounidense. Así, el país norteamericano buscaba la recuperación de su principal aliado comercial y la disminución de la influencia soviética en el continente.
El 20 de noviembre de 1945, los países aliados designaron un tribunal militar internacional con el fin de determinar el grado de responsabilidad de los principales dirigentes del régimen nacionalsocialista en los crímenes cometidos durante la guerra. Con este propósito en mente se escogió a la ciudad de Núremberg, porque representaba la vergonzosa sede de los congresos anuales del Partido Nacional Socialista, además del lugar donde se dictaron famosas leyes discriminatorias contra los judíos. Esta ciudad, por otra parte, había preservado intacto el palacio de justicia y la infraestructura necesaria para albergar a los acusados y a las delegaciones de las potencias aliadas
El Tribunal Internacional Militar (TIM) se constituyó como el primer organismo con capacidad jurídica supraestatal para reglamentar crímenes de guerra, crímenes contra la paz y crímenes contra la humanidad. Más de 95.000 alemanes y austriacos fueron acusados en los diferentes tribunales establecidos por el Estatuto de Londres a lo largo de Europa; sin embargo, tan solo 19 fueron condenados en Núremberg porque gran parte de los dirigentes del Partido Nacional Socialista huyeron o prefirieron quitarse la vida antes de llegar al Tribunal.
Aún cuando los juicios de Núremberg no obtuvieron el alcance deseado por las víctimas, el TIM conllevó al fortalecimiento del Derecho Penal Internacional y posteriormente la creación de la Corte Penal Internacional en 1998.
Con base en los juicios realizados al personal médico, se reglamentaron principios éticos para la investigación científica, los cuales prohibían la práctica de experimentos semejantes a los adelantados por el personal asociado al partido nazi. Los resultados fueron recogidos en el Código de Núremberg -1947-, entendido como el primer código internacional de ética para la investigación con seres humanos. Este documento introdujo el consentimiento voluntario del sujeto sometido a la investigación; desde entonces, la aprobación opera como requisito fundamental para la innovación científica, que debe ser realizada por personal idóneo y calificado, con una vocación altruista y filantrópica. En adelante, la experimentación debió probar su utilidad práctica y social, además de evitar sufrimientos y riesgos innecesarios en los voluntarios.
Con un solemne Te Deum (cántico cristiano) en la Catedral Primada de Bogotá y un posterior desfile militar, Colombia celebró la rendición de Japón. La guerra terminó para el país a finales de 1945 con la liberación de los ciudadanos japoneses y alemanes recluidos en el Hotel Sabaneta de Fusagasugá (Cundinamarca) desde 1944.
Como medidas ‘extremas’, a raíz de las famosas ‘listas negras’ publicadas por Estados Unidos, Colombia había procedido a la confiscación de las compañías pertenecientes a dueños de nacionalidad alemana, italiana o japonesa, tales como la Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos (Scadta) o Bavaria.
Agosto 6 de 1945
Adicionalmente, en el Hotel Sabaneta se creó un lujoso recinto mal llamado ‘campo de concentración’. Allí permanecieron más de 100 personas aparentemente relacionadas con el Eje, quienes posteriormente fueron recluidos y despojados de sus bienes. Tras el fin de la guerra, el pomposo hotel continuó en funcionamiento durante un par de meses, tiempo suficiente para la reintegración de sus huéspedes a la sociedad, aunque nunca recuperaron sus bienes ni fueron indemnizados.
La presencia histórica de las fuerzas militares colombianas en la Segunda Guerra se limitó al mítico hundimiento de un submarino nazi; con todo, el conflicto mundial tuvo importantes consecuencias en la política exterior del país. Para las istraciones conservadoras de Mariano Ospina y Laureano Gómez, el conflicto mundial significó la ratificación del apoyo de los pueblos americanos a las intervenciones provenientes de los Estados Unidos. Posterior a la guerra, los gobiernos conservadores mantuvieron fuertes relaciones con Estados Unidos, lo que propició un escenario fértil para la continuidad de la política del buen vecino.
Las relaciones entre Colombia y Estados Unidos derivaron en ayudas militares para la modernización de las fuerzas armadas posterior a la guerra. La armada colombiana recibió tres nuevas fragatas estadounidenses como respuesta al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) firmado en septiembre de 1947. En él se consagraba la protección mutua entre las naciones americanas y su cooperación militar y económica. Esta política se consolidó en 1951 con el envío del Batallón Colombia a la Guerra de Corea, durante la presidencia de Laureano Gómez. Esta acción evidenció la alineación colombiana con los intereses estadounidenses en el nuevo orden mundial, concentrado en el enfrentamiento entre el capitalismo y la democracia occidental contra el ‘temible’ comunismo sovietico.
La lucha contra el comunismo también se libró en el terreno de la política colombiana. La gran victoria de la Unión Soviética en la guerra entusiasmó al Partido Comunista Colombiano (PCC), el cual alcanzó 27.696 votos en las elecciones legislativas de 1945.
Los importantes logros del PCC alimentaron la retórica anticomunista presente en las campañas políticas de cara a las elecciones presidenciales del año siguiente y configuraron, en adelante, dinámicas de vigilancia y persecución de sus partidarios.
El arte de la posguerra se convirtió en un escenario disputado por la estética de ‘vencedores’ y ‘vencidos’. Por un lado, los productos artísticos confrontaban al público con nuevas realidades distantes del horror recién concluido; por otro, las expresiones artísticas enfrentaban a los consumidores de arte con su propia individualidad hipertecnificada. La posibilidad real de un fin inminente llevaba al ser humano a vivir cada día a modo Carpe Diem (aprovecha el día).
‘La defensa de Sebastopol’
Aleksandr Deyneka (1942)
En la pintura se destacaron los movimientos estéticos del Op Art (arte óptico), el hiperrealismo, el neoexpresionismo y el expresionismo abstracto, representado por artistas como Jackson Pollock y Mark Rothko. Así mismo, la radiofonía se volcó a la difusión masiva de piezas musicales ―al menos en Occidente―, significantes de la victoria norteamericana.
‘Archaic Idol’
Mark Rothko (1945)
’Eyes in the Heat’
Jackson Pollock (1946)
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‘En los campos de paz’
Andrei Mylnikov (1950)
El bien conocido jazz My guy’s come back (Ray McKinley y Mel Powell, 1945), resume los sentimientos de euforia expresados por los estadounidenses con el regreso de sus soldados; también relata el anhelo por recibir buenas noticias después del conflicto.
Ishiro Honda
(1954)
Con la figura de este monstruo, Ishiro Honda representa la devastación causada por la caída de la bomba atómica, pero también muestra los riesgos de un uso negativo de la energía nuclear en los ecosistemas.
Alain Resnais
(1954)
Presenta un relato que se mueve entre la devastación de la guerra y la posibilidad de construir un futuro pacífico.
40 grados Nelson Pereira dos Santos
(1955)
Fue considerada por algunos como propaganda comunista en contra del gobierno pues retrató la miserable realidad de las favelas en Río de Janeiro.
Jean Paul Sartre
El Existencialismo y el Realismo Social se consolidaron en corrientes literarias a través de las recordadas conferencias de Jean Paul Sartre. Este último marcó un hito en las letras con su obra El existencialismo es un humanismo, en 1946.
Otra sería la historia en los países sometidos al influjo soviético. Allí, la censura persiguió toda producción cultural considerada contraria al marxismo. Los dirigentes se contentaban con el goce estético adquirido en las obras propias del Realismo Socialista, enfocado en la exaltación de las condiciones sociales propias del proletariado y el campesinado.
Obras de propaganda como los carteles de la Gran Guerra Patria, La sinfonía Leningrado de Shostakóvich (1941) o las obras literarias de Maksim Gorki, brindaron una imagen particular de progresismo y unión.
‘¡La madre patria llama!’
Irakli Toidze
‘¡La madre patria llama!’
Irakli Toidze
‘¡La madre patria llama!’
Irakli Toidze
‘¡La madre patria llama!’
Irakli Toidze
‘¡La madre patria llama!’
Irakli Toidze
Los espacios de memoria son lugares dedicados al recogimiento, el duelo, el ritual y la conmemoración. Después de la Segunda Guerra Mundial muchos de estos han sido erigidos alrededor del mundo. Esta infografía presenta una muestra de estos lugares.
En su mayoría, los memoriales están dedicados a los héroes de guerra, especialmente de los Países Aliados; mientras que aquellos que están en los países ocupados o del Eje conmemoran a los partisanos, quienes se resistieron clandestinamente al ejército invasor.
Las víctimas civiles que han sido conmemoradas son de diversa índole, como judios, gitanos y habitantes de territorios ocupados. Pocos lugares han sido dedicados a niños y grupos homosexuales, quienes también sufrieron durante la Segunda Guerra. A su vez, los espacios de memoria dedicados a las mujeres resaltan su participación y reconocen su victimización.
Algunos espacios dedicados a la Primera Guerra Mundial fueron resignificados en memoria de los diversos actores que hicieron parte de la Segunda Guerra. A lo largo del siglo XXI la preocupación por erigir estos espacios de memoria sigue latente y la pertinencia de varios de ellos se encuentra en constante debate.
Este proyecto nace de una iniciativa en conjunto de EL TIEMPO Casa Editorial y la Universidad Nacional de Colombia