La reducción de la pobreza, principalmente, la pobreza extrema, es un avance innegable en Colombia, y ahora, también es prioridad en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 (PND) que está construyendo la nueva directora del Departamento Nacional de Planeación, la economista Gloria Alonso Másmela, con un equipo que trabaja a toda máquina para cumplir el cronograma de entrega de esa tarea –una de las más grandes de esa entidad–, que debe concluir antes de octubre.
Hoy los colombianos tienen ingresos que les permiten hacer un 23 por ciento más de compras que hace una década, y su poder adquisitivo aumentó en un 30 por ciento.
No obstante, la pobreza aún es un indicador estrambótico, con una cifra de 26,9 por ciento, y una pobreza extrema de 7,4 por ciento, concentrada principalmente en las grandes ciudades, a las cuales apuntan las intenciones de Alonso Másmela para atacar el problema. Así habló con EL TIEMPO.
¿Cuál será el norte del Plan de Desarrollo?
Será un pacto por Colombia en la búsqueda de la equidad con emprendimiento y legalidad, de la mano del crecimiento verde y la innovación.
Sin duda, el país ha tenido una transformación socioeconómica con una evidente reducción de la pobreza y ascenso sostenido de la clase media. Pero esa transformación tiene un alto porcentaje de población en condición de vulnerabilidad que amerita lo que llamamos ‘política social moderna’ que fortalezca la generación de ingresos de dicha población.
¿Qué han revisado ya sobre pobreza para plantear en el PND?
Ya hicimos una reunión con el Dane, pues lo primero es esperar los resultados del censo de población para saber cuántos somos. Este programa de gobierno ha puesto énfasis en la equidad, en la que uno de los puntos esenciales es cómo vamos a reducir la pobreza, lo que debe quedar claro en el PND, el cual, a su vez, se hará desde el territorio.
Estamos en un país de ingreso medio alto, pero con 3,5 millones de personas en niveles de pobreza extrema, algo que no es aceptable. Por ello, nuestro plan de desarrollo debe apuntarle a reducir, en especial, la pobreza extrema, que paradójicamente es altísima en las grandes ciudades. Esa es la primera que se debe atacar.
¿Con alguna meta concreta?
De esos 3,5 millones de personas en pobreza extrema, 1,5 millones están en las ciudades grandes e intermedias, y queremos plantear un trabajo muy articulado para que en 4 años podamos erradicar esos niveles.
No es tan sencillo llegar a zonas alejadas, pero la que sí hay que erradicar es la que está en las grandes ciudades o en las intermedias
Un país de ingreso medio alto no puede tener ese número de personas ‘viviendo en el barro’. El tema de pobreza es una tarea. Estamos buscando la forma de llevar educación, salud... a esa gente. No es tan sencillo llegar a zonas alejadas, pero la que sí hay que erradicar es la que está en las grandes ciudades o en las intermedias.
Pero ¿y la ruralidad?
Ya hemos hablado que tenemos que trabajar para que esa ruralidad del país crezca de manera ordenada. Hay que identificar alianzas con las grandes ciudades. Vamos a hacer mesas regionales con universidades y centros de investigación. Cada uno en su región, en su territorio, porque las necesidades son distintas, y eso lo tienen ya diagnosticado estos centros locales. Si los escuchamos, nos vamos a mover más rápido. No vamos a construir el desarrollo desde Bogotá.
¿Qué peticiones han recibido de las regiones para incluir en el PND?
Hay cosas muy evidentes, como los problemas de salud, que son de calidad. El problema financiero existe, pero el tema delicado es lo que está pasando con la prestación del servicio. Esa es una de las peticiones reiteradas. Los recursos son limitados, así que hay que apuntarles a resultados. También se ha hablado de vías terciarias, de educación, de seguridad y empleo.
¿Por qué suena como si nada hubiera mejorado?
El país ha venido progresando indiscutiblemente, pero tenemos que avanzar. Antes teníamos un Estado asistencialista, ahora necesito que esas personas a las que se les estaba dando recursos sean capaces de producir por sí mismas, ayudando a la población vulnerable a conectarse con el aparato productivo y los mercados. Las necesidades que demanda la sociedad, por parte del Estado, van evolucionando. Y si somos de verdad una sociedad de ingreso medio alto, los servicios que tengo que proveer son diferentes.
Aquí es donde entra a jugar la digitalización de la economía...
La digitalización de la economía implica conectar a las personas entre sí y a las oportunidades del mercado. En Planeación tenemos un grupo pequeño de big data que aún es incipiente, pero de un potencial grandísimo en tecnología.
¿Cómo ayuda el ‘big data’ a generar desarrollo?
Se pueden hacer muchas cosas. Lo importante es que los sistemas de información estén conectados; por ejemplo, debería ser posible en este país que una persona se identifique con un mismo número (el del aseguramiento), de tal forma que, a donde sea que llegue el ciudadano, se disponga de su historia clínica cuando tenga una urgencia médica.
Un proyecto que tenemos con la ministra de Transporte es usar tecnologías de la información para identificar los pequeños centros de producción que necesitan vías para poder sacar los productos a zonas de distribución y empezar a priorizar los proyectos viales que necesita el país. Algo que estamos haciendo es utilizar big data en los talleres ‘Construyendo país’, identificando los temas que le preocupan a las regiones y que, por esto, deben ser incorporados en el Plan de Desarrollo.
MARTHA MORALES MANCHEGO
Redactora EL TIEMPO