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Opinión
El encanto de lo simple... (Opinión)
Habría que ponderar a los Gandolfi que llegan sin actitudes tribuneras.
No hace mucho decía Pep Guardiola, a manera de lamento, que los directores técnicos son cada vez más es de personal y cada vez menos entrenadores de fútbol. Tal vez por eso prácticamente está todo dicho, todo estudiado, todo inventado. Y eso, para quienes idolatran al manager por encima del talento del que disponen, es la peor de las profecías.
La tarea hoy es aprender a intervenir solo en caso de extrema necesidad y dejar de interferir solo para satisfacer el ego. Parece sencillo pero hay quienes llevan décadas parados en la raya sin lograr dominar ese monstruo de vanidad que los habita.
Pep Guardiola . Foto:EFE
Por eso habría que ponderar a los Gandolfi que llegan sin actitudes tribuneras a gestionar el enorme recurso del que disponen sobre la base de la sensatez y el conocimiento: en los pocos partidos que lleva en Atlético Nacional ha sabido intervenir para cambiar a jugadores de posición solo cuando los ve superados por las marcas, leer el agotamiento físico y renovar sin enloquecer a los que se quedan en la cancha con ruidosos nuevos planes y, mejor aún, ingresar al campo para aplacar a uno de los suyos -por muy figura que sea- cuando de la manera más absurda se hace expulsar. Se llama autoridad y no se gana emborrachándose con sus dirigidos sino manteniendo una sana distancia.
Atlético Nacional presentó oficialmente a su nuevo entrenador. Foto:Jaiver Nieto / EL TIEMPO
El problema es que eso es más una excepción que una norma. Hoy algunos técnicos, nacionales e importados, eligen la cascada de información, que los convierte en eruditos antes que en eficientes es de recursos humanos, que es lo que les corresponde en medio de calendarios atiborrados de partidos que obligan a descansar y viajar y hablar lo mínimo, lo preciso, lo estrictamente necesario. Es la nueva normalidad, gústenos o no.
Alberto Gamero Foto:Efe
Al final se trata de garantizar la libertad de los auténticos dueños del juego y proveerles soluciones simples, que terminan siendo las más lúcidas. Así encontraba Gamero en sus años dorados en Millonarios las más impensables soluciones en sus fuerzas básicas, así ha dirigido César Torres a los juveniles colombianos que supieron brillar en las primeras de cambio en el Sudamericano Sub-20, así llega a las finales David González y así le gano Arturo Reyes al campeón de Copa Libertadores, Botafogo, con su más prometedor Junior de Barranquilla.
Jürgen Klopp y Luis Díaz Foto:AFP
Después fallan porque se enamoran de su plan y se olvidan de que, cuando dejan de seducir a los ejecutantes en la cancha, el amor se acaba. Decía Klopp, el rockstar de la dirección técnica, que nunca le recomendaría a nadie un libro de táctica, que eso limita a la hora de leer las necesidades de los jugadores. Un absoluto iluminado. Porque es así, el juego, toda la vida, fue del futbolista. Todo lo demás es vanidad.