Un video en YouTube muestra a una niña de Bucaramanga que baila con pelucas de colores emulando a las estrellas de pop, luego aparece cantando la famosa canción 'My Heart Will Go On', de la película Titanic, que interpretó Céline Dion. Para su familia, todo era un juego; aunque su madre en las reuniones siempre decía: “Mi hija será cantante”.
Sin embargo, para Elsa y Elmar, proyecto musical de Elsa Margarita Carvajal, ser cantante era un objetivo de vida que gracias a su intuición, terquedad y confianza en sus canciones ha logrado un espacio en la industria independiente con una voz honesta.
“Hoy mi familia está orgullosa. No los juzgo por haber tenido miedo, creo que esas dudas que tenían sobre mí fueron la gasolina para demostrar que sípodía”, dice, ante la negativa inicial de su familia hacia su vocación.
Así, la cantautora, que empezó a componer de forma autodidacta, logró una beca para graduarse en Berklee College of Music of Boston (EE. UU.). Luego viaja a México, en donde vive desde hace siete años. En ese país no conocía a nadie. Pero su tenacidad le permitió irse abriendo camino. Hoy es una de las artistas colombianas más destacadas de la escena indie, con casi tres millones de oyentes en Spotify. Además, en su carrera ya suma varios reconocimientos: Premio de Composición Jonh Lennon, por el tema Me viene bien, y cinco nominaciones a los Grammy Latino: mejor artista nuevo (2019) y cuatro nominaciones por su producción Ya no somos los mismos, de 2022. Su nombre también ha sido parte de los carteles de festivales como el Lollapalooza y Estéreo Pícnic. Hasta la fecha tiene un EP, Sentirnos bien (2013), y tres discos: Rey (2015), Eres diamante (2019), Ya no somos los mismos (2022).
Antes de terminar el año y para cerrar su gira YNSLM, Elsa y Elmar ofrecerá un concierto hoy, a las 7 p. m., en el Royal Center de Bogotá, y participará en el Cusica Fest el próximo 16 de diciembre en Caracas (Venezuela). “Tengo mucha emoción por los shows, en especial el de Venezuela. No hay mejor sensación que ir por primera vez a un país y ponerle cara al público, que no son solo números en tu celular, dice.
Para el 2024, la artista espera lanzar nuevo álbum y participará en el Tecate P’al Norte. Elsa y Elmar ha seguido un camino distinto: empezó con el deseo de compartir sus canciones y hoy desea ser inspiración para las niñas y jóvenes que quieren seguir sus pasos, como le dijo a EL TIEMPO.
Usted es la primera cantautora de su familia, ¿cierto?
Es cierto. En mi familia nadie es artista, pero es una familia sumamente musical. Mi bisabuelo fue huérfano y lo crio un sacerdote, así que en la iglesia aprendió a cantar y tocar el órgano. Después, él le enseñó a mi abuelo a cantar, y a su vez, mi abuelo a mi mamá. Todos tenían que trabajar, no podían dedicarse al arte. La música era solo un placer. Para mí fue hermosa la experiencia porque eso me hizo ver la música desde un lugar ingenuo, soñador y creo genuinamente que fue un regalo que no tuviese quien me dijera cómo dedicarme a la música. Todo lo fui y lo voy descubriendo desde que decidí irme a estudiar a otro país hasta el día de hoy, que tengo mi propia disquera y hago mis conciertos bajo mi visión. Eso me dio libertad.
Ha dicho que tuvo la suerte de no aceptar un contrato de alguien que le prometió hacerla famosa...
Con catorce años y el sueño de ser artista, se me presentó un señor que me dijo: “Te voy a hacer famosa, pero no puedes cantar tus canciones”. Al principio le dije que sí. Algo de la intuición de mi madre y la mía me dijo que no aceptara.
Claro, la fama repentina puede ser muy tentadora y a su vez peligrosa...
Sí. Tiempo después vi a otras mujeres a las que este señor les produjo, y tristemente en vez de potenciar sus carreras les cortó las alas de pensarse compositoras, productoras, artistas integrales y las metió en este juego de solo cantar. Agradezco a Dios no ser hoy una de ellas.
Desde hace siete años reside en México, donde empezó su proyección internacional.
Pienso que estaba algo loca cuando tomé la decisión, pero había algo muy bonito en esa época: no tenía nada que perder y todo para ganar; y no tenía opciones.
Más allá de los nombres de estrellas consagradas como Shakira o Karol G, usted hace parte de una movida de artistas femeninas nuevas del país. ¿Lo siente así?
Ellas son una inspiración, a ninguna le resultó fácil; llevan años. Las aplaudo y las celebro. También me alegra ver a tantas mujeres independientes hacer música distinta a lo urbano. Ahora el reto es ampliar las posibilidades para las colombianas, que no solo movemos las caderas, hacemos reguetón sensual y somos guapísimas. Nos falta construir ahora a la mujer colombiana cantautora.
Si algo ha caracterizado su discografía es la experimentación.
Para mí, hacer pop es explorar sonidos que sean fáciles de oír, que sean divertidos. También me gusta explorar mi voz. Qué pereza hacer todo el tiempo lo mismo.
¿Ya está trabajando en su nueva producción?
Sí. Hablo de la vida, de los altibajos: a veces estamos bien; a veces, mal. A pesar de ser un trabajo muy contundente, su energía es fresca y ligera, así lo describiría.
¿Por qué tuvo que hacer una pausa en su carrera el año pasado?
Hoy agradezco ese momento. Esa pausa no la busqué, estuve en un hospital, me tocó apagarme y descansar. Justamente mi nuevo álbum nace de esa confianza que me dio ver que la vida es tan frágil y al mismo tiempo divina.
¿Cómo percibe que es recibido su trabajo en Colombia?
Siempre he tratado de mantener una conexión con el país. Todavía soy una artista que muchos no saben cómo etiquetar: si soy pop o una indie guitarrera. Estoy en esa evangelización de que me consideren parte del panorama entre los artistas conocidos colombianos. Sin embargo, en los festivales como Estéreo Pícnic y circuitos alternativos sí hay un respeto y apoyo por mi trabajo.
En sus conciertos es famoso el cover de Antología de Shakira. ¿Lo va a grabar?
Algún día. ¿Cuándo? No sé. Tengo ganas de hacer un disco de covers. Y en relación con Antología, soy una nostálgica y esa canción es la cumbre de la nostalgia.
Y ahora que menciona la nostalgia, ¿qué extraña de Colombia?
Mi familia, la comida y el clima.
¿Qué mujeres han sido su ejemplo e inspiración?
Mi madre y mi abuela, porque ellas siempre han sido las líderes económicas de sus casas. Del ambiente artístico, Selena, y sin duda, Shakira nos hizo creer a todas las niñas latinoamericanas.
¿Y a usted qué le gustaría inspirar en las chicas que la siguen?
A ser lo que son. Que hagan lo que les gusta, a conocerse a sí mismas.
¿Cree que en la industria todavía existe mucha presión sobre el cuerpo de las mujeres?
Siento esa presión. Trato de hacer un trabajo consciente de ser normal. Ahora tenemos dos extremos en la industria: las tallas muy grandes o ser guapísimas, divinas y perfectas. Pero hay un espectro donde yo habito, que es tener un cuerpo normal.
Este año participó en varios festivales. ¿Cómo siente el protagonismo de las mujeres?
En mi carrera he vivido desde ser la única mujer en el cartel y que solo hubiera un baño de mujeres en el backstage, hasta ver mujeres en el headliners. Pero todavía no hay igualdad. Son muchos años sin darnos la oportunidad de soñar en esto, está pasando y hay muchas artistas, en especial en las nuevas generaciones. Es cuestión de tiempo.
Finalmente ¿cómo es la ventana por donde mira Elsa y Elmar?
Miro la realidad tal y como es. Me protejo mucho, en especial con qué me relaciono y qué permito en mi vida. Veo al mundo con mucho optimismo y con ganas de participar en él.
DULCE MARÍA RAMOS*
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
En Twitter: @dulcemramosr
* Periodista cultural hispano-venezolana