Oración del obispo Antonio Bello a la 'Virgen de la Noche' para calmar la angustia

Para algunos, la noche puede ser aterradora, ya que existen diversos mitos y leyendas sobre la aparición de fantasmas, brujas u otros seres que pueden generarle miedo no solo a los más pequeños, sino también a los adultos que se sienten solos.

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Estos temores o angustias pueden evitar que descanse de la manera adecuada, lo que puede afectar su rendimiento para las actividades que debe hacer al otro día. Una de las formas en las que puede conciliar su sueño es de la mano de Dios, quien le ayuda a conservar la calma en los momentos difíciles.

Tal como se menciona en la Biblia por medio del Salmo 91: “No tengas miedo a los peligros nocturnos, ni a las flechas lanzadas de día, ni a las plagas que llegan con la oscuridad, ni a las que destruyen a pleno sol; pues mil caerán muertos a tu izquierda y diez mil a tu derecha, pero a ti nada te pasará”.

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Para esos momentos de angustia, se puede realizar una oración que el obispo italiano Antonio Bello escribió para la ‘Virgen de la Noche’, ya que María como madre busca calmar las angustias y guiar a los creyentes a encontrar el camino hacia el Señor.

Santa María, Virgen de la Noche, te suplicamos que te quedes cerca de nosotros cuando el dolor se avecina, la prueba estalla, el viento de la desesperación sisea y el cielo negro de las preocupaciones o el frío de las decepciones o el ala severa de la muerte.

Líbranos de la emoción de la oscuridad en la hora de nuestro calvario, tú, que has experimentado el eclipse de Sol, extiende tu manto sobre nosotros, para que, envuelto en tu aliento, la larga espera de la libertad sea más llevadera.

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Aligera el sufrimiento de los enfermos con las caricias de madre, llena el amargo tiempo de los que están solos con presencias amistosas y discretas, apaga el fuego de la nostalgia en los corazones de los marineros y ofréceles tu hombro para que apoyen la cabeza en él.

Protege de todo daño a nuestros seres queridos que trabajan en tierras lejanas y consuela a quienes han perdido la fe en la vida con el destello conmovedor de sus ojos.

Aún hoy repites el canto del Magníficat y anuncias desbordes de justicia a todos los oprimidos de la tierra. No nos dejes solos en la noche cantando nuestros miedos. En efecto, en los momentos de oscuridad te acercarás a nosotros y nos susurrarás que tú también, virgen de adviento, estás esperando la luz, las fuentes del llanto se secarán en nuestro rostro y despertaremos juntos al amanecer.

Que así sea.

LEIDY ESTEFANIA RICO ARBOLEDA

REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL 

EL TIEMPO