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Banksy: de los muros callejeros a las galerías más prestigiosas
Su obra más reciente se vendió en 23 millones de dólares en una subasta en Christie’s el mes pasado.
Aunque el formato original en el que el artista trabaja es el muro, ya hay algunas piezas suyas en museos y galerías. Foto: Efe
El street art, el arte hecho en las calles de las grandes ciudades, tiene cada vez mayor iración por sus críticos mensajes al statu quo y el impacto que generan en cualquier transeúnte.
Sus antecedentes se remontan, incluso, al arte rupestre. Lo que en principio empezó en los años 60 como una práctica tildada de ‘vandalismo’ y de jóvenes criminales ahora se expone en galerías prestigiosas y se vende en subastas en cuantiosas sumas, tal como sucedió con una pieza de Banksy el mes pasado.
Detrás de estas críticas obras, poco se sabe de la identidad de su autor. Es, quizá, una apuesta a entender la obra sin que los aspectos biográficos afecten su comprensión. Sin embargo, en un mundo donde la fama es perseguida con ímpetu como en la actualidad, ya produce curiosidad. Por eso, el reconocido artista urbano que vende sus obras en los salones multimillonarios de arte con sus mensajes controversiales de entrada llama la atención.
Los mensajes de Banksy son normalmente críticos frente a los valores del capitalismo, frente a los conflictos sociales o, incluso, con las dinámicas de su propio arte. Mensajes que están expuestos tanto en museos de todo el mundo como en las calles de las grandes ciudades y hasta en los muros de Gaza y Cisjordania.
Sin embargo, Game Changer fue la última de sus obras que produjo el revuelo en las subastas millonarias. A diferencia de su arte contestatario, la obra fue un regalo que el artista envió en mayo de 2020, durante la primera ola de coronavirus, al hospital general de Southampton, cerca de Londres.
Con ella pretendía homenajear al personal de salud por su labor durante la pandemia, al mostrar un niño jugando con una muñeca vestida de enfermera como si fuera una superheroína, mientras dejaba de lado a los muñecos de Batman y Spider-Man.
En marzo, en la subasta en Christie’s, el artista rompió su propio récord al lograr vender su obra en una cifra de 22’900.000 dólares. Se dice que este dinero sería destinado a organizaciones benéficas del sistema sanitario del Reino Unido.
¿Quién es Banksy?
La identidad del artista es un secreto que muchos han tratado de dilucidar con teorías y especulaciones. Algunos dicen que podría ser un colectivo, pero también han sugerido algunos nombres.
En 2016, alumnos de la Queen Mary University, en Londres, realizaron un proyecto de investigación en el que afirmaban haber descubierto la verdadera identidad de Banksy, apuntando a Robin Gunningham, un joven cuyo nombre ya sonaba desde 2008, pero fue negado desde la web de Banksy. También se ha llegado a decir que es el cantante de la banda de heavy metal Massive Attack.
No obstante, apenas se saben algunos datos básicos: es un hombre nacido en la localidad británica de Bristol a mediados de los años setenta. Tuvo una primera educación como carnicero, pero en los 80, con el ‘boom del aerosol’, se metió en el mundo del grafiti y el arte urbano. Se cree que Bansky era miembro de DBZ (DryBreadZ), grupo de grafiteros que cubrían los muros urbanos con grandes letras en espray. Debido a que constantemente era perseguido por la policía, dice haber implementado su técnica en esténcil, pues esta le permitía pintar más rápido. Y en su página no deja de reconocer la influencia que recibió del artista urbano francés Blek le Rat.
Detalle de la nueva obra dejada por Banksy en la Cárcel de Reading, en Londres. Foto:Ben Stansall. AFP Photo
Llegó a estar en prisión por delitos menores y hasta fue expulsado de su escuela. De ese joven perseguido ya queda poco, pues incluso hoy sus murales son protegidos con fibras de vinilo para permitir su restauración.
Pese a toda esta información que poco a poco se teje sobre la persona de Banksy, a muchos de sus seguidores no les importa en realidad descubrir la verdad. En el mundo contemporáneo, el artista se reconoce por la huella que imprime en sus obras: su sátira, el compromiso con las causas y los conflictos de mundo. Ponerle un rostro o un nombre poco o nada aporta a la construcción artística.
Banksy nunca ha mostrado el rostro, apenas ha concedido entrevistas, y se comunica mediante notas, como la que depositó juntó a la obra en el hospital en la que expresaba su agradecimiento al personal sanitario por su trabajo: “Gracias por todo lo que están haciendo. Espero que esto ilumine un poco el lugar, aunque sea en blanco y negro”.
El actor Brad Pitt ha reconocido ser irador del artista. “Hace todo esto y permanece en el anonimato. Eso es genial. En estos días todo el mundo intenta ser famoso. Pero prefiere el anonimato”, ha afirmado.
Bansky aparece en los lugares menos esperados. Sus obras son metáforas y sátiras de las preocupaciones de nuestro mundo, pero incluso se mofa de las estéticas del arte, incluido el suyo.
En 2005 Banksy pintó sobre el muro entre Israel y Palestina. En total, nueve obras: un grupo de palestinos con los trajes de rayas que los judíos usaron en los campos de concentración nazis o un agujero por el que se ve una playa tropical.
En 2015, en Gaza, nuevamente, pintó un gato tierno que parece extrañar la alegría en su vida y se pregunta: “¿Dónde están los niños?”; una torre de vigilancia convertida en carrusel de feria y, en la puerta de una casa bombardeada, pinta una diosa griega que se lleva las manos a la cara de dolor por lo que ve alrededor.
En la Tate Modern británica convirtió la escena bucólica de una pintura en un escenario de un crimen; en el Louvre puso un emoji sonriente con la cara de la Mona Lisa; en el Museo de Ciencia de Nueva York, un escarabajo con misiles en las alas.
Banksy busca romper los estándares de la tradición, como sucedió en el montaje teatral de la autodestrucción de su obra Niña con globo, que se convertiría tras su trituración en una nueva obra: El amor está en el cubo de basura (Love is in the Bin), que fue cotizada a mayor precio después de su autodestrucción.
Esta obra había sido originalmente un mural que usó Banksy en su campaña en apoyo a los refugiados sirios en 2014 y en otras campañas después, hasta que se autodestruyó en 2018 tras alcanzar 1,30 millones de dólares en una subasta de Sotheby’s.
Otra acción no artística, pero sí solidaria, fue el 27 de agosto de 2020, cuando alquiló un barco financiado por él mismo para transportar a refugiados en una primera operación que rescató a 89 personas cuando vagaban en una lancha por el mar Mediterráneo.
Banksy ha publicado cuatro libros con reveladoras reflexiones sobre su trabajo.
También ha recibido múltiples críticas por los elevados costos de sus obras no obstante estar criticando el sistema que lo financia. Es un artista controversial pero, sin duda, un genio.